villade
Habitual
Sin verificar
No entiendo a este hombre. Hace tiempo que no quiero saber nada de él, pero, hoy he recibido un correo (enviado por un colega) en el que deja bien claro el elemento que es.
Después de leer sus artículos en los que cargaba contra Santi Santamaría, no me extraña nada de lo que escriba.
Puede gustarte o no, la cocina de haga cierto cocinero, pero se pueden decir las cosa de otra manera. Se puede opinar sobre cierto restaurante, pero siempre con respeto y educación, algo, por lo visto, falto en el citado elemento.
Saludos.
Este verano, los columnistas Fernando Sánchez Dragó y Salvador Sostres llevaron a cabo un curioso duelo gastronómico en las páginas del diario El Mundo. El veterano escritor se retaba con el joven agitador catalán para convencerse mutuamente de las bondades gastronómicas de sus preferencias. Cocina tradicional versus cocina de autor. Distintas generaciones, pero el mismo gusto por comer generosamente a cuenta del nombre.
Los ecos del último festín culinario llegaron a la sede del periódico hace unas semanas en forma de factura, que además iba con una postdata cargada de cariño y sorna. El saldo a pagar provocó más de un comentario antes de llegar a manos de Pedro Jota. 600 euros del ala por el almuerzo de Sostres y Sánchez Dragó, a los que acompañó un fotógrafo para retratar su duelo de tenedores en los salones del restaurante madrileño DiverXo.
Con todo, lo más hiriente fue el recordatorio de la factura, del puño y letra del propio David Muñoz, dueño del restaurante, que firmó como Pollos Muñoz a pesar de lucir en sus paredes el Premio Nacional de Gastronomía más joven de la historia. La coña era una clara alusión a Sostres, que en su artículo sobre el almuerzo, desbarró contra DiverXo como es propio de su pluma, hasta el punto de rebajar las cualidades del chef a las de mero asador de pollos.
En su cita anterior, Sánchez Dragó había llevado a su polémico compañero de periódico a Casa Guillermo (La Rioja), un rincón donde esperaba hacer caer a Sostres de su caballo de la vanguardia. No ocurrió el milagro, pero los dos se fueron satisfechos y agasajados por el anfitrión, que tuvo a bien invitarles. En el partido de vuelta, el banquete no fue por los mismos derroteros, ni siquiera tras los postres, cuando se requirió a los dos comensales que pagaran.
Faltó poco para que se presentara la policía. Sostres y Dragó dijeron que los costes de su trabajo de campo corrían a cuenta de El Mundo, sorprendidos tal vez de que dos personajes de su altura no hubieran sido agasajados como merecían. Tal vez por estas fricciones, ambos columnistas, pero sobre todo el polivalente autor catalán, se despacharon a gusto contra DiverXo en su última entrega veraniega sobre cocina tradicional o de vanguardia.
Las palabras gruesas y desabridas de Sostres sobre el chef David Muñoz causaron sonrojo dentro y fuera de la casa que le ampara como columnista. El dueño de DiverXo se desquitó con la dedicatoria de la factura, mientras que en la jerarquía de El Mundo, el histórico Víctor de la Serna, uno de los inspiradores de las críticas gastronómicas del diario, renegaba por primera vez de la verbigracia de Sostres al interferir en un área de su negociado.
Ni siquiera en verano, el bueno de Sostres ha sido capaz de mear dentro del tiesto. Su afición por provocar, incluso en su campo, la gastronomía de vanguardia, donde siempre coloca al genio de El Bullí, Ferrán Adriá, como dios único, ha molestado esta vez a parte de la jerarquía, que sí frecuenta estos restaurantes de autor. Otra cosa es si desbarra con comentarios machistas, misóginos o racistas… Eso, de puertas adentro, es libertad de expresión.
Después de leer sus artículos en los que cargaba contra Santi Santamaría, no me extraña nada de lo que escriba.
Puede gustarte o no, la cocina de haga cierto cocinero, pero se pueden decir las cosa de otra manera. Se puede opinar sobre cierto restaurante, pero siempre con respeto y educación, algo, por lo visto, falto en el citado elemento.
Saludos.
Este verano, los columnistas Fernando Sánchez Dragó y Salvador Sostres llevaron a cabo un curioso duelo gastronómico en las páginas del diario El Mundo. El veterano escritor se retaba con el joven agitador catalán para convencerse mutuamente de las bondades gastronómicas de sus preferencias. Cocina tradicional versus cocina de autor. Distintas generaciones, pero el mismo gusto por comer generosamente a cuenta del nombre.
Los ecos del último festín culinario llegaron a la sede del periódico hace unas semanas en forma de factura, que además iba con una postdata cargada de cariño y sorna. El saldo a pagar provocó más de un comentario antes de llegar a manos de Pedro Jota. 600 euros del ala por el almuerzo de Sostres y Sánchez Dragó, a los que acompañó un fotógrafo para retratar su duelo de tenedores en los salones del restaurante madrileño DiverXo.
Con todo, lo más hiriente fue el recordatorio de la factura, del puño y letra del propio David Muñoz, dueño del restaurante, que firmó como Pollos Muñoz a pesar de lucir en sus paredes el Premio Nacional de Gastronomía más joven de la historia. La coña era una clara alusión a Sostres, que en su artículo sobre el almuerzo, desbarró contra DiverXo como es propio de su pluma, hasta el punto de rebajar las cualidades del chef a las de mero asador de pollos.
En su cita anterior, Sánchez Dragó había llevado a su polémico compañero de periódico a Casa Guillermo (La Rioja), un rincón donde esperaba hacer caer a Sostres de su caballo de la vanguardia. No ocurrió el milagro, pero los dos se fueron satisfechos y agasajados por el anfitrión, que tuvo a bien invitarles. En el partido de vuelta, el banquete no fue por los mismos derroteros, ni siquiera tras los postres, cuando se requirió a los dos comensales que pagaran.
Faltó poco para que se presentara la policía. Sostres y Dragó dijeron que los costes de su trabajo de campo corrían a cuenta de El Mundo, sorprendidos tal vez de que dos personajes de su altura no hubieran sido agasajados como merecían. Tal vez por estas fricciones, ambos columnistas, pero sobre todo el polivalente autor catalán, se despacharon a gusto contra DiverXo en su última entrega veraniega sobre cocina tradicional o de vanguardia.
Las palabras gruesas y desabridas de Sostres sobre el chef David Muñoz causaron sonrojo dentro y fuera de la casa que le ampara como columnista. El dueño de DiverXo se desquitó con la dedicatoria de la factura, mientras que en la jerarquía de El Mundo, el histórico Víctor de la Serna, uno de los inspiradores de las críticas gastronómicas del diario, renegaba por primera vez de la verbigracia de Sostres al interferir en un área de su negociado.
Ni siquiera en verano, el bueno de Sostres ha sido capaz de mear dentro del tiesto. Su afición por provocar, incluso en su campo, la gastronomía de vanguardia, donde siempre coloca al genio de El Bullí, Ferrán Adriá, como dios único, ha molestado esta vez a parte de la jerarquía, que sí frecuenta estos restaurantes de autor. Otra cosa es si desbarra con comentarios machistas, misóginos o racistas… Eso, de puertas adentro, es libertad de expresión.