No es cosa política. Es cosa sólo reflexionaria.
El hecho de que el puesto y condición de una persona no dependa de parecer ajeno alguno, obviamente, conlleva inconvenientes. Hay quien está ahí sólo porque sí, mandando porque su cuna o su vericueto vital ahí lo situó. Y esta circunstancia, o bien se identifica de hecho con la propiedad, o bien es muy fácil que se encamine a la tiranía. Peligros y daños sencillos de entender.
Sin embargo, alguna ventaja social conlleva. Cuando una persona no sufre ni teme presión ni necesidad, es más probable que se desempeñe con entera libertad. Ricos y monarcas lo atestiguan en la historia. Y ahí radica la ventaja de su existencia: en su liberté para expresarse y comportarse según su real o dominical gana, con independencia de las reacciones que a su alrededor suscite.
Los tres de Oriente, magos, era reyes. O sea, disfrutaban y padecían eso de antes. Monarcas cuyas conciencias miran a la Historia o a la Divinidad mucho antes y mucho más que al devenir social de su tiempo. Por eso, por ser egregios e independientes, podían permitirse semejante viaje en pos de una estrella que devino divino pueril hallazgo.
Dice el refranero que el que tuvo retuvo. Y lleva razón.
Magos os siguen siendo. Y reyes.
Por eso, por monarcas, pueden mensajearle a uno ideas que nadie más. Les importa un carajo lo que uno piense al respecto. Creen que deben decirlo, y lo dicen.
Lo han hecho. Esta mañana.
Décadas usando estilográfica. Sin querer oír sobre nada más. Indignando a cualquier otro instrumento de escribanía. Hoy recibí una lección. Un regalo que, bien pensado, es una lección.
La la tinta es indeleble. O al menos muy poco deleble. Te induce, por tanto, a acertar a la primera. Lleva mal el error. Requiere seguridad. Requiere certeza. Que si no, luego, a ver quién lo corrige. O lo borra. No.
Pero ¿y el grafito? ¿y las minas esas que, en lugar de líquidos preciosos, le dan surcos al papel con vestigios minerales oscurecidos?. Ah, es muy distinto. Se puede deleblar con una simple goma, por cierto casi siempre nor-italiana.
El lapiz. El portaminas. Ese monumento a la falibilidad, a la imperfección, al corregimiento, al cágala-que-tiene-arreglo.
Mi mi regalo de esta mañana. Mi lección del año nuevo.
Aprenderé.
Si además matrimoniea guay con su predecesora congelada... miel sobre hojuelas:
Una mañana provechosa. Sí, señor. Señor, sí, señor.