kalamophilos
Habitual
Sin verificar
Esta es la historia de dos plumines huérfanos:
Uno de ellos, el de la izquierda, empezó su vida entre 1996 y 2005, en Inglaterra, tal vez en una bonita Parker Duofold Centennial de segunda generación, de donde le viene el diseño bicolor y el dibujo en forma de banderín, o tal vez nunca llegó a tener pluma. Esto último es muy probable, porque no parece haber sido usado. Estuvo un tiempo en un cajón de recambios y en algún momento llegó a Holanda, a manos de un coleccionista del FPN que seguramente lo había adquirido del cierre de una tienda local. De ahí pasó a un lugar llamado clasificados, donde fue expuesto al interés de plumistas curiosos.
El segundo, el de la derecha, comenzó su historia en 2003, en Hamburgo, donde le grabaron esa preciosa paloma de la paz y lo montaron en una pluma llamada Sir Georg Solti. De ahí se mudo a Inglaterra, suponemos que con su pluma y entonces fue sustituido por un hermano más resultón, llamado OB, siendo él un M. Todo esto lo sabemos por el estuchito en el que vino, donde estaba esa historia. Sin uso, pues, fue a dar a un lugar proceloso y temido por los plumines, conocido como la bahía, sitio de ávidos bucaneros y pescadores incautos.
Bueno, pues los dos estaban sin pluma, hasta que un cierto loco residente en Salamanca, que se ha propuesto no comrar más plumas, pero no renuncia a tunear las que ya tiene, los vio y les dio cobijo en dos fantásticas plumas de Gabriel Clavijo, hábil artesano de los nortes ibéricos. ¿Cómo lo hizo? Sencillísimo: quitó a sus primos Bock, grandes plumines ellos mismo de humilde acero de los que no se tiene ninguna queja, y los puso a ellos. Como en las plumas clavijas los plumines se quitan a rosca, pueden volver cuando quieran.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Espero que os entretenga un rato: hacen falta ánimos para el lunes.
Uno de ellos, el de la izquierda, empezó su vida entre 1996 y 2005, en Inglaterra, tal vez en una bonita Parker Duofold Centennial de segunda generación, de donde le viene el diseño bicolor y el dibujo en forma de banderín, o tal vez nunca llegó a tener pluma. Esto último es muy probable, porque no parece haber sido usado. Estuvo un tiempo en un cajón de recambios y en algún momento llegó a Holanda, a manos de un coleccionista del FPN que seguramente lo había adquirido del cierre de una tienda local. De ahí pasó a un lugar llamado clasificados, donde fue expuesto al interés de plumistas curiosos.
El segundo, el de la derecha, comenzó su historia en 2003, en Hamburgo, donde le grabaron esa preciosa paloma de la paz y lo montaron en una pluma llamada Sir Georg Solti. De ahí se mudo a Inglaterra, suponemos que con su pluma y entonces fue sustituido por un hermano más resultón, llamado OB, siendo él un M. Todo esto lo sabemos por el estuchito en el que vino, donde estaba esa historia. Sin uso, pues, fue a dar a un lugar proceloso y temido por los plumines, conocido como la bahía, sitio de ávidos bucaneros y pescadores incautos.
Bueno, pues los dos estaban sin pluma, hasta que un cierto loco residente en Salamanca, que se ha propuesto no comrar más plumas, pero no renuncia a tunear las que ya tiene, los vio y les dio cobijo en dos fantásticas plumas de Gabriel Clavijo, hábil artesano de los nortes ibéricos. ¿Cómo lo hizo? Sencillísimo: quitó a sus primos Bock, grandes plumines ellos mismo de humilde acero de los que no se tiene ninguna queja, y los puso a ellos. Como en las plumas clavijas los plumines se quitan a rosca, pueden volver cuando quieran.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Espero que os entretenga un rato: hacen falta ánimos para el lunes.
Última edición: