M
manuleon
Habitual
Sin verificar
De mi matrimonio, ya deshecho, han quedado muchas cosas: dos hijos que son un orgullo, recuerdos buenos y menos buenos, una relación más que cordial con mi ex mujer... y algún regalo entrañable...
De estos últimos, no es el de menor importancia una estilográfica que me regalo, sabedora de mi predilección por la escritura con semejantes instrumentos (nunca soporté la forma seca y vulgar de pegar la tinta sobre el papel del boli)
Y como mi Inoxcrom Granada estaba moribunda, y me quedaba varias tallas pequeña, con su mejor voluntad se fue a una librería que no recuerda, y con más voluntad que dinero (dos niñitos pequeños, una hipoteca, muchas deudas...) se vino con su regalito: una Flaminaire de la cual no sé decir modelo, pues nada encuentro en lugar alguno...
Tiene ya más kilómetros que la moto de un pizzero, muchos versos, prosa (el ordenador llegó hace 7 años) y sobre todo, apuntes, muuuchos apuntes en la universidad, lo mejor que me ha pasado después de tener que empezar a trabajar en la adolescencia, ya demasiado mayor para empezar una carrera que tuve que compaginar con trabajo y familia...
Se ha quitado el dorado del plumín, muy vistoso (no puedo poner fotos de la Red, y las mías no dan para más); se ha abollado ligeramente el capuchón; se ha pasado de rosca la sección, siendo necesaria la correspondiente reparación con cinta de carrocero; el anillo negro del capuchón estaba ligeramente despintado, y tuve que usar la laca de uñas; rasca un poquito, pero lo justo para escuchar el sonido del plumín (antes de conocer otras plumas mejores ni lo había notado)...
Pero ahí está, con su dignidad intacta. Tal vez mande dorar de nuevo el plumín. O no... Mas sigue rotando con sus hermanas, y es respetada por ellas, como la decana (la Granada, reaparecida no hace mucho, la cede el decanato por su empaque) que es.
En fin, aquí tenéis a la yaya de mi colección. Veintisiete años lleva trabajando sin descanso...
Un poco mas pequeña que una Sirocco, pero tiene un respetable tamaño...
De estos últimos, no es el de menor importancia una estilográfica que me regalo, sabedora de mi predilección por la escritura con semejantes instrumentos (nunca soporté la forma seca y vulgar de pegar la tinta sobre el papel del boli)
Y como mi Inoxcrom Granada estaba moribunda, y me quedaba varias tallas pequeña, con su mejor voluntad se fue a una librería que no recuerda, y con más voluntad que dinero (dos niñitos pequeños, una hipoteca, muchas deudas...) se vino con su regalito: una Flaminaire de la cual no sé decir modelo, pues nada encuentro en lugar alguno...
Tiene ya más kilómetros que la moto de un pizzero, muchos versos, prosa (el ordenador llegó hace 7 años) y sobre todo, apuntes, muuuchos apuntes en la universidad, lo mejor que me ha pasado después de tener que empezar a trabajar en la adolescencia, ya demasiado mayor para empezar una carrera que tuve que compaginar con trabajo y familia...
Se ha quitado el dorado del plumín, muy vistoso (no puedo poner fotos de la Red, y las mías no dan para más); se ha abollado ligeramente el capuchón; se ha pasado de rosca la sección, siendo necesaria la correspondiente reparación con cinta de carrocero; el anillo negro del capuchón estaba ligeramente despintado, y tuve que usar la laca de uñas; rasca un poquito, pero lo justo para escuchar el sonido del plumín (antes de conocer otras plumas mejores ni lo había notado)...
Pero ahí está, con su dignidad intacta. Tal vez mande dorar de nuevo el plumín. O no... Mas sigue rotando con sus hermanas, y es respetada por ellas, como la decana (la Granada, reaparecida no hace mucho, la cede el decanato por su empaque) que es.
En fin, aquí tenéis a la yaya de mi colección. Veintisiete años lleva trabajando sin descanso...
Un poco mas pequeña que una Sirocco, pero tiene un respetable tamaño...