Copa del mundo y estilográficas.

Esta semana elegí la sheaffer, de acero y oro, para escribir la crónica correspondiente. Había un apuro para hacerle anotar una serie de acontecimientos resultantes de la evolución de la justa deportiva en el ámbito del futbol mundial. Ya definidos en el último tramo de las finales, España destacaba en los tópicos de augurios y estadísticas como el preferido para el campeonato. Hice una recarga por ahí de la mitad de la semana, esta vez elegía el azul negro, por un gusto personal nada afin a los preludios y datos confiables de la ecuación matemática, en mi caso recurrí al antecedente de la Eurocopa. Hoy es un placer cerrar el entramado, atendiendo más al hecho que a los personajes, la final se ha definido y se ha comprobado que había razones desde el novedoso oráculo de Paul el pulpo, hasta una gran parte de la fauna sudafricana, la escuadra española predomina el panorama desde la cúspide del podio; por primera vez en la copa del mundo. Esta que resalta de otras cosas importantes de la historia de los mundiales, pretendía narrarla bajo el auspicio de la estilográfica que ha predominado en los últimos tiempos. Había reservado la Montblanc, pero he decidido de última hora la Sheaffer. Hay más palabras e intenciones para, incluso, forzar el trabajo del cálamo reformado, solo que hace falta el tiempo, pero lo recojo y anoto en la agenda que me estaré con el compromiso de complementar la narración ya comenzada. Honor a quién honor merece, pienso que España, más que por la influencia de los oráculos, se lleva el triunfo único e indivisible, dada sus experiencia y el deseo permanente vislumbrado con la visión de un ganador ya definido.

Saludos desde Guadalajara, México y Felicidades a todo España. No detengáis la fiesta, el caso lo amerita y vaya que haya que apartar un buen lienzo de pergamino, buen tarro de tinta, suficiente pulso, estilográfica y buen vino para que la celebración tenga abrevadero en donde el entusiasmo se fortalezca en la extensa jornada que le espera.