Osinar
Forer@ Senior
Sin verificar
Acabaréis hartitos de servidor. Pero es que La Bella es muy bella.
Hace cosa de cuatro años, un cliente guay decidió que su dinero solamente remuneraba el trabajo, lo cual le parecía incompleto. Deseaba retribuir además el flujo anímico, el compromiso. Y claro, son harinas de otro costal.
Así que me convocó a una deliciosa comida en lugar de mi gusto. Y me encomendó a La Bella. Porque yo creo que cuando regalas algo por la vía de la convicción profunda, por razones no razonables sino anímicas, entonces en realidad no regalas cosas, sino que más bien entregas al homenajeado el placer y la responsabilidad de cuidar del objeto; y de extraerle sus utilidades, sí; pero bajo la manta cálida de la amistad, del reconocimiento, del -y lamento la cursilería, pero es cierto- criterio de amor que causa la memoria. La bendita memoria que a veces creemos que tenemos nosotros.... cuando en realidad la tienen ellas, las cosas, los sitios, las melodías, los aromas.... las cosas bellas que proceden de gente bella.
Además de preciosísima, tiene el tamaño, el fluir, el peso... todito lo tiene La Bella. Por tener, hasta tiene que ir al hospital (y van dos) para reparar esa torcedumbre del punto del plumín, producto de la torpeza de un buen amigo.
Tiene un hermano menor, un tipo con clase pero muy aburrido. Está celoso de su hermana. Y lo va a seguir estando, porque ciertamente lleva las de perder.
Y es que La Bella no sólo escribe. La Bella disipa belleza.
Me encanta.
Hace cosa de cuatro años, un cliente guay decidió que su dinero solamente remuneraba el trabajo, lo cual le parecía incompleto. Deseaba retribuir además el flujo anímico, el compromiso. Y claro, son harinas de otro costal.
Así que me convocó a una deliciosa comida en lugar de mi gusto. Y me encomendó a La Bella. Porque yo creo que cuando regalas algo por la vía de la convicción profunda, por razones no razonables sino anímicas, entonces en realidad no regalas cosas, sino que más bien entregas al homenajeado el placer y la responsabilidad de cuidar del objeto; y de extraerle sus utilidades, sí; pero bajo la manta cálida de la amistad, del reconocimiento, del -y lamento la cursilería, pero es cierto- criterio de amor que causa la memoria. La bendita memoria que a veces creemos que tenemos nosotros.... cuando en realidad la tienen ellas, las cosas, los sitios, las melodías, los aromas.... las cosas bellas que proceden de gente bella.
Además de preciosísima, tiene el tamaño, el fluir, el peso... todito lo tiene La Bella. Por tener, hasta tiene que ir al hospital (y van dos) para reparar esa torcedumbre del punto del plumín, producto de la torpeza de un buen amigo.
Tiene un hermano menor, un tipo con clase pero muy aburrido. Está celoso de su hermana. Y lo va a seguir estando, porque ciertamente lleva las de perder.
Y es que La Bella no sólo escribe. La Bella disipa belleza.
Me encanta.