Roger
Forer@ Senior
Sin verificar
Como veo tanto entusiasmo en este agradable sótano por la MB 149, no puedo evitar la tentación de explicar una anécdota, a sabiendas de que puedo quedar como un aguafiestas.
Una vez me tocó moderar una mesa redonda en la que participaban otros escritores y críticos. Me sorprende lo que cuesta en este tipo de eventos encontrar a alguien que lleve consigo un instrumento de escritura que tenga un poco de presencia y de valor o encanto. Es un detalle en el que siempre me fijo. Por suerte, a veces aparece alguien con una pluma que se hace mirar.
Pues bien, en aquella ocasión se sentó a mi lado un crítico literario (de los feroces), y cuál no fue mi alegría al ver que sacaba de su maleta una espléndida MB 149. Por lo que pude reconocer, era un ejemplar antiguo, y vi que la trataba con mucho cariño. Por fin había encontrado un contrincante a mi altura: al acto puse sobre mi mesa mi Sailor KOP.
La mesa redonda siguió su curso. Yo hacía mi papel de moderador y tenía tiempo de contemplar los que se sentaban en la misma mesa. Poco a poco fui viendo cómo se llenaban de tinta los dedos del crítico cada vez que utilizaba su 149. Aquello perdía tinta por todos lados, menos por el plumín, que iba más seco que nuestros ríos en verano. A su lado, mi Sailor KOP reinaba con todo su esplendor mientras yo tomaba apuntes. No me extraña que el discurso del crítico se hiciera cada vez más agrio a lo largo de la tarde...
Yo no sé qué problema tendría aquella 149, pero aquel día me fui a dormir contento porque mi Sailor había derrotado a toda una icona!
En fin, una batallita más.
Una vez me tocó moderar una mesa redonda en la que participaban otros escritores y críticos. Me sorprende lo que cuesta en este tipo de eventos encontrar a alguien que lleve consigo un instrumento de escritura que tenga un poco de presencia y de valor o encanto. Es un detalle en el que siempre me fijo. Por suerte, a veces aparece alguien con una pluma que se hace mirar.
Pues bien, en aquella ocasión se sentó a mi lado un crítico literario (de los feroces), y cuál no fue mi alegría al ver que sacaba de su maleta una espléndida MB 149. Por lo que pude reconocer, era un ejemplar antiguo, y vi que la trataba con mucho cariño. Por fin había encontrado un contrincante a mi altura: al acto puse sobre mi mesa mi Sailor KOP.
La mesa redonda siguió su curso. Yo hacía mi papel de moderador y tenía tiempo de contemplar los que se sentaban en la misma mesa. Poco a poco fui viendo cómo se llenaban de tinta los dedos del crítico cada vez que utilizaba su 149. Aquello perdía tinta por todos lados, menos por el plumín, que iba más seco que nuestros ríos en verano. A su lado, mi Sailor KOP reinaba con todo su esplendor mientras yo tomaba apuntes. No me extraña que el discurso del crítico se hiciera cada vez más agrio a lo largo de la tarde...
Yo no sé qué problema tendría aquella 149, pero aquel día me fui a dormir contento porque mi Sailor había derrotado a toda una icona!
En fin, una batallita más.
Última edición: