Montxo Grau
Milpostista
Sin verificar
18: 00 h, viernes 6 de Agosto. Yo aún lo desconozco, pero estoy a punto de recibir un torpedo en el cerebro.
Tres personas – cada una sin vínculos más allá de querer pasar una tarde en una sala de cine – ocupamos toda la sala 2 de Cinemes Renoir, nadie más va a entrar en las próximas dos horas y 18 minutos.
Al final de ese espacio de tiempo, me entristece que una creación tan magistralmente planteada seguramente no durará casi nada en cartelera.
Cierto, es una producción mútliple ( Bélgica, Francia, Canadá, Alemania ), en versión original en inglés y tiene el gran inconveniente de tratar de las personas, y eso siempre resulta incómodo.
Sí, no ofrece apabullantes efectos visuales – pero está soberbiamente rodada en su aparente simplicidad -, ni desbordados actores – aunque reto a que alguien me encuentre un intérprete más “complejo” que su protagonista, y quien lo representa en su etapa adolescente -; no pretende distorsionar emociones de cualquier espectro, pero de principio a fin no cesa en inquietar tu mente con un solo interrogante que siempre acepta todas las respuestas.
Os señalo una minisinopsis : un anciano, el ultimo hombre que morirá puesto que en ese futuro cercano se ha descubierto cómo detener el envejecimiento de las células, recuerda su pasado… Pero, ¿ es realmente su pasado ?
Con una fingida calma, la película no es nada más ( y eso ya es desbordante ) que la memoria de una tragedia, que es lo que es cualquier vida.
Porque, como ya nos abofetea desde un inicio, nos enfrenta a lo inevitable, a la duda permanente y la elección que todo lo condiciona. ¿ O no ?
Nos causaliza sobre las casualidades, y uno acaba recordando que Radio Futura tenía razón cuando todo lo planteaba a cara o cruz, o lo hacemos por la cara…
Y nos desmenuza sin paliativos, y uno tiene ganas de pactar con las fuerzas ocultas y buscar más allá de lo que uno puede, que como siempre es poco.
“Las vidas posibles de Mr. Nobody” es tan brutalmente viva, tan sinceramente propia que será una grandiosa lástima que casi nadie la vea…
Tres personas – cada una sin vínculos más allá de querer pasar una tarde en una sala de cine – ocupamos toda la sala 2 de Cinemes Renoir, nadie más va a entrar en las próximas dos horas y 18 minutos.
Al final de ese espacio de tiempo, me entristece que una creación tan magistralmente planteada seguramente no durará casi nada en cartelera.
Cierto, es una producción mútliple ( Bélgica, Francia, Canadá, Alemania ), en versión original en inglés y tiene el gran inconveniente de tratar de las personas, y eso siempre resulta incómodo.
Sí, no ofrece apabullantes efectos visuales – pero está soberbiamente rodada en su aparente simplicidad -, ni desbordados actores – aunque reto a que alguien me encuentre un intérprete más “complejo” que su protagonista, y quien lo representa en su etapa adolescente -; no pretende distorsionar emociones de cualquier espectro, pero de principio a fin no cesa en inquietar tu mente con un solo interrogante que siempre acepta todas las respuestas.
Os señalo una minisinopsis : un anciano, el ultimo hombre que morirá puesto que en ese futuro cercano se ha descubierto cómo detener el envejecimiento de las células, recuerda su pasado… Pero, ¿ es realmente su pasado ?
Con una fingida calma, la película no es nada más ( y eso ya es desbordante ) que la memoria de una tragedia, que es lo que es cualquier vida.
Porque, como ya nos abofetea desde un inicio, nos enfrenta a lo inevitable, a la duda permanente y la elección que todo lo condiciona. ¿ O no ?
Nos causaliza sobre las casualidades, y uno acaba recordando que Radio Futura tenía razón cuando todo lo planteaba a cara o cruz, o lo hacemos por la cara…
Y nos desmenuza sin paliativos, y uno tiene ganas de pactar con las fuerzas ocultas y buscar más allá de lo que uno puede, que como siempre es poco.
“Las vidas posibles de Mr. Nobody” es tan brutalmente viva, tan sinceramente propia que será una grandiosa lástima que casi nadie la vea…