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Searching for Sugar Man (Oscar 2012 Mejor Documental)

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Lo he visto hace un rato y me ha maravillado, quería compartirlo con vosotros.
Va de la historia de un Sixto Rodriguez, cantautor americano llamado a ser el próximo Bob Dylan y que sorprendentemente tan sólo vendió un puñado de ejemplares de sus dos LP's en USA, mientras que por diversos avatares del destino en Sudáfrica vendió cientos de miles, convirtiéndose su música en la banda sonora del toda la generación antiapartheid y llegando a ser mucho más famoso allí que Elvis o los Rolling.
De lo mejor que he visto últimamente.
 
Lo he visto hace un rato y me ha maravillado, quería compartirlo con vosotros.
Va de la historia de un Sixto Rodriguez, cantautor americano llamado a ser el próximo Bob Dylan y que sorprendentemente tan sólo vendió un puñado de ejemplares de sus dos LP's en USA, mientras que por diversos avatares del destino en Sudáfrica vendió cientos de miles, convirtiéndose su música en la banda sonora del toda la generación antiapartheid y llegando a ser mucho más famoso allí que Elvis o los Rolling.
De lo mejor que he visto últimamente.

Le tengo muchas ganas desde que escuché una crítica en el espacio de cine de los jueves de Julia Otero.

Gracias por recordarlo!!!
 
Así es, un excelente documental que sólo se puede rodar con personaje como Rodríguez: un genuino artista, que con tanta sencillez como lucidez, hizo una música que nada tiene que envidiar ni a Dylan - yo creo que es mejor- ni a tantos otros.

La fama y el dinero le han importado un pimiento y por eso precisamente no los ha tenido: todo un personaje, a años luz de cualquier engreimiento y envaramiento.

Por lo demás, el documental está impecablemente hecho, mantiene el interés en todo momento y trasmite la emoción y el significado que para toda una generación de Sudáfrica ha significado su música.

No hay que perdérselo.

 
Así es, un excelente documental que sólo se puede rodar con personaje como Rodríguez: un genuino artista, que con tanta sencillez como lucidez, hizo una música que nada tiene que envidiar ni a Dylan - yo creo que es mejor- ni a tantos otros.

La fama y el dinero le han importado un pimiento y por eso precisamente no los ha tenido: todo un personaje, a años luz de cualquier engreimiento y envaramiento.

Por lo demás, el documental está impecablemente hecho, mantiene el interés en todo momento y trasmite la emoción y el significado que para toda una generación de Sudáfrica ha significado su música.

No hay que perdérselo.


José Claudio, ...En qué te parece mejor Rodriguez que Dylan? Porque por lo que le he escuchado, SR tiene más interés por la historia pintoresca en sí que por su música, que no está mal, pero a cuyo nivel hay cientos de cantautores olvidados o no (que a su vez eran básicamente versiones low cost de Dylan, como lo es en el estilo y lírica el propio SR)...
 
Última edición:
José Claudio, dejas cada frase por ahí que es pura intriga...En qué es mejor Rodriguez que Dylan? Porque por lo que le he escuchado, SR tiene más interés por la historia pintoresca en sí que por su música, que no está mal, pero a cuyo nivel hay cientos de cantautores olvidados o no (que a su vez eran básicamente versiones low cost de Dylan, como lo es en el estilo y lírica el propio SR)...

Pues es mucho mejor en qué a mí me gusta más

¿Te parece poco?
:-P

P. S. No soy el único.

Espera que te añado algo, de la Biblia cinéfila llamada Cartelera Turia de Valencia:

El moderno documental incluye dos señas de identidad que, en cierto modo, le acreditan y distinguen. Una es la implicación del autor en el tema examinado, de modo que no sólo se cuenta lo que se descubre sino también el proceso de investigación del hecho. En los mejores ejemplos ambos caminos resultan complementarios e igual de significativos en lo que respecta a los contenidos del film. La otra es casi consecuencia directa de la anterior, la adopción de claves propias de los géneros de ficción en la construcción del film, especialmente de las estructuras clásicas del thriller, ya que se ajustan como anillo al dedo para narrar estas pesquisas en torno al hecho o al personaje propuestos.
Este estupendo documental no sólo participa plenamente de ambas premisas, sino que, como sucede en las grandes películas (de ficción), los hechos que nos cuenta -reales, aunque por lo extraordinario de sus circunstancias merecerían los honores de la ficción- no sólo están perfectamente atendidos en sus detalles individuales y sociales, apasionantes por sí mismos, sino que están trascendidos en una consideración universal acerca de los caprichosos destinos del arte y la fama. Acerca de esa incierta línea que separa el éxito del fracaso. La línea que separa el reconocimiento que escribirá la historia, del olvido que no escribirá nadie. O lo que es casi lo mismo, la línea que marca la diferencia entre existir y no existir.
El protagonista elegido es un músico norteamericano de los primeros setenta, (Sixto) Rodríguez, que resulta completamente desconocido para el que suscribe, y por lo que se ve también para el público norteamericano, a pesar de los dos excelentes álbumes que grabó en esos años. Un puñado de estupendas canciones, perfectamente recreadas en la película, que, a la vista de su intensidad y calidad, resulta difícil comprender cómo han permanecido ocultas hasta la realización de este documental. Ocultas para todo el planeta excepto para la Sudáfrica del apartheid, donde se convirtieron en poco menos que un símbolo para el sector progresista de la sociedad blanca que aspiraba al fin de tan siniestro régimen. Un reconocimiento que, aunque fuera en lo que entonces era el culo del mundo, un país repudiado por todos, dejaba abierta una rendija para la recuperación de este músico.
Eso es lo que hace este documental, colarse por esa rendija y abrir la puerta trasera de la gloria a este fascinante personaje cuya historia, cuya vida, está contada siguiendo los caminos inversos del film de Ford El hombre que mató a Liberty Valance, ya que aquí no se imprime la leyenda sino la realidad, aunque se pueda pensar que ésta siempre posee menos gancho dramático. Pero no es así, todo lo contrario, porque la lección de dignidad que nos proporciona el protagonista termina adquiriendo tintes de leyenda, y uno acaba preguntándose, ¿cuántos Sixtos Rodríguez han sido expulsados de los mercados del arte?, ¿cuántos artistas de toda clase no lograron pasar la criba que el sistema efectúa en esa zona oscura que existe entre autores y consumidores? Seguro que muchos y de ninguno de ellos sabremos nunca nada. Este admirable documental resta un nombre a esa triste lista, el de Sixto Rodríguez. Sólo por eso ya valdría la pena, pero el film suma y sigue en una compleja y emotiva reflexión sobre el arte y la vida, y finalmente nos descubre lo poco que conocemos a pesar de vivir en la era de la (súper) información.
PEDRO URIS
 
Última edición:
Pues es mucho mejor en qué a mí me gusta más

¿Te parece poco?
:-P

P. S. No soy el único.

Espera que te añado algo, de la Biblia cinéfila llamada Cartelera Turia de Valencia:

El moderno documental incluye dos señas de identidad que, en cierto modo, le acreditan y distinguen. Una es la implicación del autor en el tema examinado, de modo que no sólo se cuenta lo que se descubre sino también el proceso de investigación del hecho. En los mejores ejemplos ambos caminos resultan complementarios e igual de significativos en lo que respecta a los contenidos del film. La otra es casi consecuencia directa de la anterior, la adopción de claves propias de los géneros de ficción en la construcción del film, especialmente de las estructuras clásicas del thriller, ya que se ajustan como anillo al dedo para narrar estas pesquisas en torno al hecho o al personaje propuestos.
Este estupendo documental no sólo participa plenamente de ambas premisas, sino que, como sucede en las grandes películas (de ficción), los hechos que nos cuenta -reales, aunque por lo extraordinario de sus circunstancias merecerían los honores de la ficción- no sólo están perfectamente atendidos en sus detalles individuales y sociales, apasionantes por sí mismos, sino que están trascendidos en una consideración universal acerca de los caprichosos destinos del arte y la fama. Acerca de esa incierta línea que separa el éxito del fracaso. La línea que separa el reconocimiento que escribirá la historia, del olvido que no escribirá nadie. O lo que es casi lo mismo, la línea que marca la diferencia entre existir y no existir.
El protagonista elegido es un músico norteamericano de los primeros setenta, (Sixto) Rodríguez, que resulta completamente desconocido para el que suscribe, y por lo que se ve también para el público norteamericano, a pesar de los dos excelentes álbumes que grabó en esos años. Un puñado de estupendas canciones, perfectamente recreadas en la película, que, a la vista de su intensidad y calidad, resulta difícil comprender cómo han permanecido ocultas hasta la realización de este documental. Ocultas para todo el planeta excepto para la Sudáfrica del apartheid, donde se convirtieron en poco menos que un símbolo para el sector progresista de la sociedad blanca que aspiraba al fin de tan siniestro régimen. Un reconocimiento que, aunque fuera en lo que entonces era el culo del mundo, un país repudiado por todos, dejaba abierta una rendija para la recuperación de este músico.
Eso es lo que hace este documental, colarse por esa rendija y abrir la puerta trasera de la gloria a este fascinante personaje cuya historia, cuya vida, está contada siguiendo los caminos inversos del film de Ford El hombre que mató a Liberty Valance, ya que aquí no se imprime la leyenda sino la realidad, aunque se pueda pensar que ésta siempre posee menos gancho dramático. Pero no es así, todo lo contrario, porque la lección de dignidad que nos proporciona el protagonista termina adquiriendo tintes de leyenda, y uno acaba preguntándose, ¿cuántos Sixtos Rodríguez han sido expulsados de los mercados del arte?, ¿cuántos artistas de toda clase no lograron pasar la criba que el sistema efectúa en esa zona oscura que existe entre autores y consumidores? Seguro que muchos y de ninguno de ellos sabremos nunca nada. Este admirable documental resta un nombre a esa triste lista, el de Sixto Rodríguez. Sólo por eso ya valdría la pena, pero el film suma y sigue en una compleja y emotiva reflexión sobre el arte y la vida, y finalmente nos descubre lo poco que conocemos a pesar de vivir en la era de la (súper) información.
PEDRO URIS


Tengo muchas ganas de ver el documental...

Como veo que sois mentes impresionables a la gran pantalla, te dejo el trailer del próximo biopic de los Coen sobre Dylan, a ver si vuelves al buen camino:-P


 
Tengo muchas ganas de ver el documental...

Como veo que sois mentes impresionables a la gran pantalla, te dejo el trailer del próximo biopic de los Coen sobre Dylan, a ver si vuelves al buen camino:-P



Si de algo puedes estar seguro es que el mismo día que la estrenen - el mismo, oye, el mismo-estaré en mi amada quinta fila, que es dónde siempre voy al cine.

Por cierto, según he leído Inside Llewyn Davis no se han inspirado en Dylan sino en Dave Van Rock un cantautor de folk que influyó mucho en Dylan, sobre todo al principio.

Así que dame por definitivamente perdido para la causa:-P
 
Si de algo puedes estar seguro es que el mismo día que la estrenen - el mismo, oye, el mismo-estaré en mi amada quinta fila, que es dónde siempre voy al cine.

Por cierto, según he leído Inside Llewyn Davis no se han inspirado en Dylan sino en Dave Van Rock un cantautor de folk que influyó mucho en Dylan, sobre todo al principio.

Así que dame por definitivamente perdido para la causa:-P

Es una adaptación muy libre de la autobiografía de Van Ronk sobre aquellos daños, pero parece ser que se centra en la figura de Dylan y en el mundillo folkie del Village de los primeros 60... Lo único que me echa para atrás es que me han comentado (pero no lo he podido confirmar) que cuenta con el OK de Dylan, lo que seguro le quita mordiente...(y evitará un delicioso "Velvet Goldmine"...)

https://elpais.com/cultura/2013/04/07/actualidad/1365354021_234660.html
 
Pues es mucho mejor en qué a mí me gusta más

¿Te parece poco?
:-P

P. S. No soy el único.

Espera que te añado algo, de la Biblia cinéfila llamada Cartelera Turia de Valencia:

El moderno documental incluye dos señas de identidad que, en cierto modo, le acreditan y distinguen. Una es la implicación del autor en el tema examinado, de modo que no sólo se cuenta lo que se descubre sino también el proceso de investigación del hecho. En los mejores ejemplos ambos caminos resultan complementarios e igual de significativos en lo que respecta a los contenidos del film. La otra es casi consecuencia directa de la anterior, la adopción de claves propias de los géneros de ficción en la construcción del film, especialmente de las estructuras clásicas del thriller, ya que se ajustan como anillo al dedo para narrar estas pesquisas en torno al hecho o al personaje propuestos.
Este estupendo documental no sólo participa plenamente de ambas premisas, sino que, como sucede en las grandes películas (de ficción), los hechos que nos cuenta -reales, aunque por lo extraordinario de sus circunstancias merecerían los honores de la ficción- no sólo están perfectamente atendidos en sus detalles individuales y sociales, apasionantes por sí mismos, sino que están trascendidos en una consideración universal acerca de los caprichosos destinos del arte y la fama. Acerca de esa incierta línea que separa el éxito del fracaso. La línea que separa el reconocimiento que escribirá la historia, del olvido que no escribirá nadie. O lo que es casi lo mismo, la línea que marca la diferencia entre existir y no existir.
El protagonista elegido es un músico norteamericano de los primeros setenta, (Sixto) Rodríguez, que resulta completamente desconocido para el que suscribe, y por lo que se ve también para el público norteamericano, a pesar de los dos excelentes álbumes que grabó en esos años. Un puñado de estupendas canciones, perfectamente recreadas en la película, que, a la vista de su intensidad y calidad, resulta difícil comprender cómo han permanecido ocultas hasta la realización de este documental. Ocultas para todo el planeta excepto para la Sudáfrica del apartheid, donde se convirtieron en poco menos que un símbolo para el sector progresista de la sociedad blanca que aspiraba al fin de tan siniestro régimen. Un reconocimiento que, aunque fuera en lo que entonces era el culo del mundo, un país repudiado por todos, dejaba abierta una rendija para la recuperación de este músico.
Eso es lo que hace este documental, colarse por esa rendija y abrir la puerta trasera de la gloria a este fascinante personaje cuya historia, cuya vida, está contada siguiendo los caminos inversos del film de Ford El hombre que mató a Liberty Valance, ya que aquí no se imprime la leyenda sino la realidad, aunque se pueda pensar que ésta siempre posee menos gancho dramático. Pero no es así, todo lo contrario, porque la lección de dignidad que nos proporciona el protagonista termina adquiriendo tintes de leyenda, y uno acaba preguntándose, ¿cuántos Sixtos Rodríguez han sido expulsados de los mercados del arte?, ¿cuántos artistas de toda clase no lograron pasar la criba que el sistema efectúa en esa zona oscura que existe entre autores y consumidores? Seguro que muchos y de ninguno de ellos sabremos nunca nada. Este admirable documental resta un nombre a esa triste lista, el de Sixto Rodríguez. Sólo por eso ya valdría la pena, pero el film suma y sigue en una compleja y emotiva reflexión sobre el arte y la vida, y finalmente nos descubre lo poco que conocemos a pesar de vivir en la era de la (súper) información.
PEDRO URIS


Vista. Muy buena y recomendable, aunque tiene algunas omisiones perdonables supongo para darle más dramatismo, la principal que Rodriguez fue también muy famoso en Austrlia donde giró de manera exitosa a principios de los 80.

El mensaje que se percibe, creo, muy bonito: una vida tranquila de trabajador y familiar puede ser mucho más reconfirtante a la larga que la fama y los excesos... ya se sabe... la eterna historia mil veces contada en el cine americano de "de qué sirve ganar el mundo entero si pierdes tu alma" pero en este caso contada desde el otro lado del espejo.

El debate sobre su valor musical es secundario. Te dejo este video, por si no queda clara mi postura al respecto;-)


 
  • #10
El debate sobre su valor musical es secundario. Te dejo este video, por si no queda clara mi postura al respecto;-)


Como dirían los autores clásicos, la comparaciones son odiosas.:-P
 
  • #11
Como dirían los autores clásicos, la comparaciones son odiosas.:-P


He escuchado bastante sus canciones estos últimos días, y se nota a la legua que (como todos) era un gran seguidor del maestro Dylan.

Su "Sugarman" es talmente un Mr Tambourine Man, mismo tema, mismas metáforas, misma estructura... su "I Wonder" bebe de las canciones de amor/odio que se inventó Dylan unos años antes, a partir de su cuarto disco, los Just Like A women, I DOnt Believe You, It Aint me, Babe etc...

Eso sí. SI tuviera que elegir tener a alguien al lado, elegiría a Rodriguez. Se le ve un tipo formidable...y vivió para contarlo con una sonrisa...
 
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