Jose Claudio
Forer@ Senior
Sin verificar
envidia.
(Del lat. invidĭa).1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno. 2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.
Cuando se estrenó la película, hace ya algunos meses, me dije que no tenía ninguna ganas de que vinieran a contarme lo miserables que podemos llegar a ser los seres humanos según las circunstacias .Pero pasados unos meses, y sobre todo, habiendo cambiado mi momento vital y no estando tan saturado de miseria humana, pensé que, por lo que había leído, muy probablemente la película no se iba a limitar a una mera descripción de lo que ya sabía.
No me equivoqué, porque aunque sólo sea desde el punto de vista puramente fílmico, la película es irreprochable: actores en estado de gracia, guión bien estructurado y con pulso, personajes perfectamente definidos, paisajes sugerentes y una directora-Gracia Querejeta-que conoce su oficio y lleva la película a donde quiere sin escapársele en ningún momento de las manos.
Como supongo que sabéis, la película trata acerca de una afortunada a la que le toca en en el euro millón 140 millones de euros. Una bonita cantidad.
Y a la buena mujer sólo se le ocurre reunir a sus mejores amigos para contárselo y celebrarlo. Lo que ocurre a partir de ese momento os lo podéis imaginar en parte, en otra no.
Lo que más me gustó de la película fue en su capacidad de trascender lo que todos sabemos, para dar unos apuntes nada despreciables acerca de la naturaleza humana.
La desigualdad abismal que se crea en el momento en el que se da esa situación lo cambia todo radicalmente y provoca una disolución moral prácticamente imposible de detener.
Y en la base de esa disolución moral, la pérdida de lo que Adam Smith situaba como la base de todo principio moral: la simpatía, esa especie de conexión emotiva y afectiva con el otro, esa capacidad para colocarse en su sitio y poder entender algo de lo que le ocurre. Para que eso se dé, es indispensable una cierta simetría, una cierta igualdad, algo que se pierde por completo en el momento en el que surge de modo inconsciente la gran pregunta de los amigos de la afortunada ¿porque a ella sí y a mí no?.
La verdad es que me sugirió muchas más cosas, pero tampoco tengo demasiadas ganas de daros la vara con mis disgresiones, aunque el tema de las igualdades y desigualdades a todos los niveles podría dar mucho de sí.
Eso sí, si os gusta el buen cine, nos os la perdáis. Además, es cine español.
(Del lat. invidĭa).1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno. 2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.
Cuando se estrenó la película, hace ya algunos meses, me dije que no tenía ninguna ganas de que vinieran a contarme lo miserables que podemos llegar a ser los seres humanos según las circunstacias .Pero pasados unos meses, y sobre todo, habiendo cambiado mi momento vital y no estando tan saturado de miseria humana, pensé que, por lo que había leído, muy probablemente la película no se iba a limitar a una mera descripción de lo que ya sabía.
No me equivoqué, porque aunque sólo sea desde el punto de vista puramente fílmico, la película es irreprochable: actores en estado de gracia, guión bien estructurado y con pulso, personajes perfectamente definidos, paisajes sugerentes y una directora-Gracia Querejeta-que conoce su oficio y lleva la película a donde quiere sin escapársele en ningún momento de las manos.
Como supongo que sabéis, la película trata acerca de una afortunada a la que le toca en en el euro millón 140 millones de euros. Una bonita cantidad.
Y a la buena mujer sólo se le ocurre reunir a sus mejores amigos para contárselo y celebrarlo. Lo que ocurre a partir de ese momento os lo podéis imaginar en parte, en otra no.
Lo que más me gustó de la película fue en su capacidad de trascender lo que todos sabemos, para dar unos apuntes nada despreciables acerca de la naturaleza humana.
La desigualdad abismal que se crea en el momento en el que se da esa situación lo cambia todo radicalmente y provoca una disolución moral prácticamente imposible de detener.
Y en la base de esa disolución moral, la pérdida de lo que Adam Smith situaba como la base de todo principio moral: la simpatía, esa especie de conexión emotiva y afectiva con el otro, esa capacidad para colocarse en su sitio y poder entender algo de lo que le ocurre. Para que eso se dé, es indispensable una cierta simetría, una cierta igualdad, algo que se pierde por completo en el momento en el que surge de modo inconsciente la gran pregunta de los amigos de la afortunada ¿porque a ella sí y a mí no?.
La verdad es que me sugirió muchas más cosas, pero tampoco tengo demasiadas ganas de daros la vara con mis disgresiones, aunque el tema de las igualdades y desigualdades a todos los niveles podría dar mucho de sí.
Eso sí, si os gusta el buen cine, nos os la perdáis. Además, es cine español.