rodilla
Milpostista
Sin verificar
Hola compañeros¡¡¡.
Hace tiempo que no doy cuenta de mis andanzas en el Rastro de Madrid.
Lo cierto es que en los últimos meses me he alejado de mi papel de ávido cazador.
El acopio de piezas durante estos años, me había llevado a una situación en la que los relojes se arremolinaban en distintas dependencias de mi casa, desordenados, sin expurgo, languideciendo carentes de atenciones afectivas y técnicas y mereciendo finalmente el reproche, justificado, de mi mujer.
Por ello decidí regalar unos cuantos, vender otros, cambiar algunos más y conservar aquellos que, por motivos sentimentales, económicos o de gusto personal, considero más relevantes, procediendo a su rigurosa clasificación.
Ocurre que, a los que llevamos esta afición en los genes, todos estos loables esfuerzos cartesianos, muchas veces saltan por los aires.
Así que, ayer, sobreponiéndome a unas condiciones climatológicas terribles para el rastreo, me eché el morral al hombro una vez más y volví a las andadas. Salí de casa con sigilo y nocturnidad, como Curro Jiménez, y enfilé a la Puerta de Toledo.
Un proveedor habitual, de nacionalidad rumana y vida azarosa, me ofreció lo último que había rescatado en la basura (sí amigos, sí, en un contenedor de basura). El reloj presentaba un tamaño generoso, 36mm, triple calendario y agujas de flecha ... Era noche cerrada y no acerté a vislumbrar la marca, pero por el precio que me lo ofreció tampoco iba a entretenerme en menudencias .
Lo compré, claro. Luego, a la luz de una farola pude comprobar que se trata de un Movado y el día, de repente, se aclaró
Una única foto, me temo que insuficiente. Aún así, creo que deja constancia de su atractivo, y eso que no soy de dorados. Espero que os guste
Hace tiempo que no doy cuenta de mis andanzas en el Rastro de Madrid.
Lo cierto es que en los últimos meses me he alejado de mi papel de ávido cazador.
El acopio de piezas durante estos años, me había llevado a una situación en la que los relojes se arremolinaban en distintas dependencias de mi casa, desordenados, sin expurgo, languideciendo carentes de atenciones afectivas y técnicas y mereciendo finalmente el reproche, justificado, de mi mujer.
Por ello decidí regalar unos cuantos, vender otros, cambiar algunos más y conservar aquellos que, por motivos sentimentales, económicos o de gusto personal, considero más relevantes, procediendo a su rigurosa clasificación.
Ocurre que, a los que llevamos esta afición en los genes, todos estos loables esfuerzos cartesianos, muchas veces saltan por los aires.
Así que, ayer, sobreponiéndome a unas condiciones climatológicas terribles para el rastreo, me eché el morral al hombro una vez más y volví a las andadas. Salí de casa con sigilo y nocturnidad, como Curro Jiménez, y enfilé a la Puerta de Toledo.
Un proveedor habitual, de nacionalidad rumana y vida azarosa, me ofreció lo último que había rescatado en la basura (sí amigos, sí, en un contenedor de basura). El reloj presentaba un tamaño generoso, 36mm, triple calendario y agujas de flecha ... Era noche cerrada y no acerté a vislumbrar la marca, pero por el precio que me lo ofreció tampoco iba a entretenerme en menudencias .
Lo compré, claro. Luego, a la luz de una farola pude comprobar que se trata de un Movado y el día, de repente, se aclaró
Una única foto, me temo que insuficiente. Aún así, creo que deja constancia de su atractivo, y eso que no soy de dorados. Espero que os guste