A Chris Harris, ésto de probar coches no le viene de nuevo, lleva muchos años en el negocio. Gracias a ésto, ha podido vivir éstas prácticas en primera persona: desde llevar dos coches a una prueba, uno para lograr los mejores registros en aceleración pura y otro para hacer lo propio en un circuito, hasta averiguar en que trazado se realizará la prueba para ir unos días antes con el objetivo de conseguir un setup perfecto para sus supuestos coches “de serie”.
Las prácticas de Ferrari, en este sentido, rozan casi lo obsesivo. Y como buen periodista que es, Harris no duda en poner buenos ejemplos que sustenten su artículo. En 2007, cuando Autocar quiso probar el nuevo 599 GTB Fiorano, el departamento de prensa de la marca italiana quiso saber en que circuito se llevaría a cabo la prueba, con el objetivo de, según la propia revista británica, “poder enviar un equipo de pruebas al circuito para así poder optimizar el rendimiento del coche en el mismo”. Y yo que pensaba, inocente de mí, que las pruebas se realizaban con coches de serie…
O un Ferrari 360 Modena de prensa que era dos segundos más rápido en alcanzar los 160 km/h que uno particular que tuvieron ocasión de comparar, y que a su vez sonaba sospechosamente como un coche de carreras. O, como he comentado al principio de la entrada, una prueba donde el departamento de prensa de Ferrari trajo dos unidades del 458 Italia, uno para lograr el máximo rendimiento en línea recta, y otro para lograr los máximos registros en cuando a conducción. O un 430 Scuderia que se quedó literalmente pegado a un banco de pruebas porque los neumáticos eran inusualmente blandos para un modelo de serie. Como veis, historias varias que sólo reflejan una cosa: la obsesión de Ferrari por “vencer” a sus rivales en las pruebas de prensa, sea como sea. Dicen que el fin justifica los medios, y en Ferrari, aparentemente, esta afirmación no podría ser más acertada.
Como bien apunta Chris Harris en su artículo, del cual recomiendo su lectura íntegra porque vale mucho la pena, esta estrategia del “todo vale” juega decididamente en su contra. Primero porque es una falta de respeto al trabajo de sus ingenieros y diseñadores. Y segundo, porque es también una falta de respeto a los compradores, quienes, a la postre, recibirán un coche con unas prestaciones inferiores a las oficiales o las que las revistas publican.
La obsesión de la marca del cavallino rampante por controlarlo absolutamente todo llega hasta tal punto que, por lo que parece, los periodistas del motor tienen terminantemente prohibido conducir cualquier modelo que esté actualmente en el mercado, sin el permiso expreso de Ferrari. Es decir, que si un amigo se ha comprado un 599 GTO y me ofrece una prueba, yo he de pedir permiso antes a los italianos. Suena surrealista, ¿no? Traducido al mundo de la prensa, ésto quiere decir que cualquier prueba con un modelo particular no es vista con buenos ojos por los de Maranello. En este sentido, Chris Harris habla de varios encontronazos con el departamento de prensa de Ferrari cuando quiso comparar el 458 Italia con un Porsche 911 GT3 RS, o el 599 GTO con el GT2 RS.
Evidentemente, estoy seguro que otras muchas marcas hacen pequeñas triquiñuelas para lograr mejores resultados en las pruebas de prensa: mejores frenos, neumáticos con un compuesto más blando. Hasta cierto punto lo entiendo. Pero lo que hace Ferrari me parece desmedido, y bastante obsesivo. ¿Acaso tienen miedo de que sus deportivos sean superados por la competencia? Y en este caso, ¿qué tiene de malo? El cliente de Ferrari no dejará de adquirir uno de los deportivos de Maranello por el simple hecho de que el Lamborghini Gallardo LP560-4 le haya sacado dos décimas en una vuelta cronometrada al Jarama. Es absurdo.
Lo que más me llama la atención, de hecho, es que Ferrari no necesita este tipo de jugadas. Para nada. Su reputación, la historia, y, lo que es más importante, sus propios modelos hablan por sí solos. El 458 Italia es una maravilla, de eso no hay duda (claro que para hacer tal afirmación me he basado en lo que he leído en la prensa, y ahora ya no se si fiarme). ¿Hace falta enviar un equipo de ingenieros a un circuito para conseguir unos reglajes perfectos, días antes de una prueba? Yo creo que no. Como hacen otras muchas marcas, con pedir a los periodistas que lo devuelvan de una sola pieza ya debería ser más que suficiente. El vehículo probado debería hablar por si mismo.