Yo siempre he dicho que hacer una actividad artística o artesanal implica tener tiempo, dinero y un lugar donde hacerla. La caligrafía es una de esas actividades que, para tener resultados, no implica mucho tiempo, se necesita poco dinero y el espacio necesario´es mínimo. Escribir unas letras mientras se ve la televisión, por ejemplo, con una plumilla con su respectivo portaplumas o palillero, un bote de tinta y un papel (con un coste total de menos de 10 €) sobre una mesa cualquiera de la casa, es una actividad muy accesible a cualquier persona.
Los beneficios de dicha actividad son:
La mejora de la letra.
La mejora de la coordinación y la psicomotricidad,
Conectar con nuestra creatividad.
Fijar nuestra atención.
Ayuda a estructurar nuestro lenguaje.
Ayuda a auto disciplinarnos.
Esto nos lleva a tener que ser conscientes de nosotros mismos, a vivir el presente, trazo a trazo.
Y estudios serios indican que cuando caligrafiamos, se activa en nuestro celebro la zona encargada de procesar nuestros pensamientos profundos.
Además, ¿a quién no le gusta recibir una carta manuscrita de un allegado o amigo? El simple hecho de caligrafiar bellamente una carta implica un interés especial por la persona a la que va dirigida. Un esfuerzo extra que se hace por alguien especial.
La caligrafía es un modo de dar importancia a lo que escribimos y a la persona a la que enviamos nuestros escritos. Porque al caligrafiar no podemos dejar de dejar un rastro de nuestra personalidad y nuestro estado de ánimo. Algo muy personal.
Y si ya rizamos el rizo eligiendo la pluma o plumilla, el color de la tinta y el papel, vamos incrementando el valor añadido al hecho de comunicarnos.
Por lo tanto, amigo Cipriano amateur, te animo a seguir tu decisión de retomar la caligrafía, pero sin por ello descartar otras aficiones que pueden ir de la mano, como la fotografía, la pintura u otras aficiones que tengas. Seguro que, como tu dices, tu vida personal se verá enriquecida.