mijarojos
Habitual
Sin verificar
Como yo, cuantos nos desayunamos con los periódicos del día, y a sabiendas o sin querer, nos dejamos manipular por las noticias de moda. Cuando no es que todos los perros se vuelven locos y no paran de cometer asesinatos por las calles, o cuando no está todo el mundo acojonado por coger la encelopatía espongiforme, y la vista de un filete fue poco menos que contemplar a la muerte.
La vida real es de cierto pura actualidad; pero la visión periodística deforma esta verdad reduciendo lo actual a lo instantáneo y lo instantáneo a lo resonante. De aquí que en la conciencia pública aparezca hoy el mundo bajo una imagen rigurosamente invertida. Cuanto más importancia sustantiva y perdurante tenga una cosa o persona menos hablarán de ella los periódicos, y, en cambio, destacarán en sus páginas lo que agota su esencia con ser un “suceso” y dar lugar a una noticia. Habrían de no obrar sobre los periódicos los intereses, muchas veces inconfesables, de sus empresas; habría de mantenerse el dinero alejado de influir en la doctrina de los diarios, y bastaría a la prensa abandonarse a su propia misión para pintar el mundo del revés. No poco del vuelco grotesco que hoy padecen las cosas (el mundo camina desde hace tiempo con la cabeza para abajo y los pies pirueteando en lo alto) se debe a ese imperio indiviso de la Prensa, único “poder espiritual”.
Es pues, cuestión de vida o muerte para todos rectificar tan ridícula situación. Para ello tiene la Universidad que intervenir en la actualidad como tal Universidad, tratando los grandes temas del día desde su punto de vista propio (cultural, profesional o científico). De este modo no será una institución solo para estudiantes, un recinto ad usum delphinis, sino que, metida en medio de la vida, de sus pasiones, ha de imponerse como un “poder espiritual” superior frente a la Prensa representando la serenidad frente al frenesí, la seria agudeza frente a la frivolidad y la franca estupidez.
Entonces volverá a ser la Universidad lo que fue en su hora mejor: un principio promotor de la historia.
Gran Ortega (siempre actual)
La vida real es de cierto pura actualidad; pero la visión periodística deforma esta verdad reduciendo lo actual a lo instantáneo y lo instantáneo a lo resonante. De aquí que en la conciencia pública aparezca hoy el mundo bajo una imagen rigurosamente invertida. Cuanto más importancia sustantiva y perdurante tenga una cosa o persona menos hablarán de ella los periódicos, y, en cambio, destacarán en sus páginas lo que agota su esencia con ser un “suceso” y dar lugar a una noticia. Habrían de no obrar sobre los periódicos los intereses, muchas veces inconfesables, de sus empresas; habría de mantenerse el dinero alejado de influir en la doctrina de los diarios, y bastaría a la prensa abandonarse a su propia misión para pintar el mundo del revés. No poco del vuelco grotesco que hoy padecen las cosas (el mundo camina desde hace tiempo con la cabeza para abajo y los pies pirueteando en lo alto) se debe a ese imperio indiviso de la Prensa, único “poder espiritual”.
Es pues, cuestión de vida o muerte para todos rectificar tan ridícula situación. Para ello tiene la Universidad que intervenir en la actualidad como tal Universidad, tratando los grandes temas del día desde su punto de vista propio (cultural, profesional o científico). De este modo no será una institución solo para estudiantes, un recinto ad usum delphinis, sino que, metida en medio de la vida, de sus pasiones, ha de imponerse como un “poder espiritual” superior frente a la Prensa representando la serenidad frente al frenesí, la seria agudeza frente a la frivolidad y la franca estupidez.
Entonces volverá a ser la Universidad lo que fue en su hora mejor: un principio promotor de la historia.
Gran Ortega (siempre actual)