eufrasia
De la casa
Sin verificar
anoche estuve en una casa de aqui del pueblito que habia un señor pianista, como tocaba el tio, juer, que se marco una sonata de schubert, un liszt que casi me saltan las gotas y un cesar franck que era pa morirse, un preludio coral y fuga, impresionante la obra de este organista parisino que el retrato de el lo vi un dia en el conservatorio de paris junto con otros directores de conservatorio, estaba el de toulouse tambien que fue donde estudie yo y juer pense, estos tios si que saben hacer las cosas, como quieren a esas figuras que a veces no son ni conocidas para el gran publico porque son directores de entidades provinciales, muchas veces
el amor por las personas que han significado algo en nuestra vida es como el amor que uno tiene por las cosas sagradas, el señor pianista de anoche se quedo pasmado por el dolor que le provocaba dar la noticia de la muerte de alicia, una pianista catalana que todos recordamos, pequeñita, su pequeño cuerpo deminuto cruzo el charco para ir a hacer su carrera en ny, y habia sido la profesora de este pianista inmenso que en el fragor del dolor no esperado de sus propias palabras se quedo parado delante nuestro antes de tocar un bis, un coral del gran johann sebastian, me acorde de holdover cuando decia "hay que escuchar las cosas en el instrumento para el que estan escritos"
y tiene razon, el tio, no fumes coño, holdover, tienes razon pero tendrias que haber escuchado anoche ese coral, despues de dar esa noticia de la muerte de alicia, como toco el tio, despues de haber llorado en el aire quieto de la sala, un amor extremo le dio alas al dolor inmenso que provoca la quietud de esas manos diminutas, lejos del teclado que fue la vida de sus palabras calladas, alicia, sola en el universo de la muerte como un alma sonora y eterna, donde estes, alicia, me inclino ante ti
y si despues de salir del estudio donde tocaba este hombre dolorido fuimos a una terraza que tienen mis amigos aqui en el pueblito, si salimos al aire de la noche, me pude sustraer al sentimiento de congoja y de poesia triste, me puse a mirar los relojes de los invitados, habia un señor que tenia un regatta y le dije "hombre ese lo conozco yo" como saludando mas al amigo de la muñeca que al señor del reloj, porque estaba como acojonado por los sentimientos amontonados, yo, no el señor porque dijo "pesa mucho, hace ruido y se para si lo dejo en la mesita"
juer
luego descubri que no era tanto desamor, no tanto como eso, pero al principio...el reloj desato una conversacion corta, porque habia mas bien gente que llevaba relojes caros pero no se veia a nadie que tuviera el aire de la pasion que nosotros sentimos, mas bien habia un aire de fiesta desenfadada y de respeto por el interprete y un poco de deseo de unir personas amantes de la musica, gente cojonuda, aire del final del verano y tal, una conversacion interesante entorno a los españoles que van a sierra leona y la gente se piensa que son fabricantes de minas antipersonas, como si la raza europea fuera toda ella una raza asesina, un aire de discusion amable entorno a la vida de los ingenieros, arquitectos, tecnicos que recorren el mundo pensando que todo el campo es oregano
pero al final, cuando me marche a casa, volvio la imagen del musico con la cabeza inclinada apretandose los ojos para que no saliera por ellos el dolor del amor extremo por la profesora de la juventud, con sus calidas manos reposando lejos del marfil de las teclas todavia dormidas, y para siempre
el amor por las personas que han significado algo en nuestra vida es como el amor que uno tiene por las cosas sagradas, el señor pianista de anoche se quedo pasmado por el dolor que le provocaba dar la noticia de la muerte de alicia, una pianista catalana que todos recordamos, pequeñita, su pequeño cuerpo deminuto cruzo el charco para ir a hacer su carrera en ny, y habia sido la profesora de este pianista inmenso que en el fragor del dolor no esperado de sus propias palabras se quedo parado delante nuestro antes de tocar un bis, un coral del gran johann sebastian, me acorde de holdover cuando decia "hay que escuchar las cosas en el instrumento para el que estan escritos"
y tiene razon, el tio, no fumes coño, holdover, tienes razon pero tendrias que haber escuchado anoche ese coral, despues de dar esa noticia de la muerte de alicia, como toco el tio, despues de haber llorado en el aire quieto de la sala, un amor extremo le dio alas al dolor inmenso que provoca la quietud de esas manos diminutas, lejos del teclado que fue la vida de sus palabras calladas, alicia, sola en el universo de la muerte como un alma sonora y eterna, donde estes, alicia, me inclino ante ti
y si despues de salir del estudio donde tocaba este hombre dolorido fuimos a una terraza que tienen mis amigos aqui en el pueblito, si salimos al aire de la noche, me pude sustraer al sentimiento de congoja y de poesia triste, me puse a mirar los relojes de los invitados, habia un señor que tenia un regatta y le dije "hombre ese lo conozco yo" como saludando mas al amigo de la muñeca que al señor del reloj, porque estaba como acojonado por los sentimientos amontonados, yo, no el señor porque dijo "pesa mucho, hace ruido y se para si lo dejo en la mesita"
juer
luego descubri que no era tanto desamor, no tanto como eso, pero al principio...el reloj desato una conversacion corta, porque habia mas bien gente que llevaba relojes caros pero no se veia a nadie que tuviera el aire de la pasion que nosotros sentimos, mas bien habia un aire de fiesta desenfadada y de respeto por el interprete y un poco de deseo de unir personas amantes de la musica, gente cojonuda, aire del final del verano y tal, una conversacion interesante entorno a los españoles que van a sierra leona y la gente se piensa que son fabricantes de minas antipersonas, como si la raza europea fuera toda ella una raza asesina, un aire de discusion amable entorno a la vida de los ingenieros, arquitectos, tecnicos que recorren el mundo pensando que todo el campo es oregano
pero al final, cuando me marche a casa, volvio la imagen del musico con la cabeza inclinada apretandose los ojos para que no saliera por ellos el dolor del amor extremo por la profesora de la juventud, con sus calidas manos reposando lejos del marfil de las teclas todavia dormidas, y para siempre
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