Aingeru
Milpostista
Sin verificar
Le pusieron en una de las pocas camas que quedaban libres. Compartía habitación con Manu, otro chico de su edad con asma grave. Manu sufría ataques severos, por lo que siempre tenía en su mesilla un vaso con la medicación preparada, junto a la ventana. Los días fueron pasando y a Juan se le olvidó lo que era el sentir los rayos de sol en su cara.
-¿Oye, que se vé por la ventana?
-Hay unos niños jugando al futbol, y unas niñas les miran sentadas en un banco riendose entre ellas. Hace mucho calor y todos van en camiseta
Manu y Juan se hicieron intimos amigos
-Ya han salido los niños del colegio. !Uno le ha puesto la zancadilla a otro y se ha caido! Su mamá ha ido a consolarlo.
Juan se creó una imagen del exterior en su mente.
Juan sentía envidia hacía Manu por poder ver la calle todos los días. Le contaba con detalle lo que ocurría, tiempo no les faltaba, y Juan empezó a pensar en lo feliz que sería si pudiese ver el amanecer por las mañanas. Esa envidía se convirtió en odio, Juan se preguntó que porque el no podía ver la calle, que porque no tenía derecho a ver la calle, el deseaba estar en la calle pero se conformaría solo con verla.
Cierta noche Manu no encontró en vaso que siempre tenia en su mesilla. A la mañana siguiente la enfermera lo encontró muerto por asfixia. Le preguntaron a Juan que si quería la cama que su compañero había dejado libre. Juan sintió que iba a explotar. Le cambiaron de lugar. Comenzó los ojos poco a poco. Casi como un ritual. Cuando empezó a vislumbrar el exterios abrió los ojos de golpe. Ante el, tenía un muro de hormigón húmedo, muerto.
-¿Oye, que se vé por la ventana?
-Hay unos niños jugando al futbol, y unas niñas les miran sentadas en un banco riendose entre ellas. Hace mucho calor y todos van en camiseta
Manu y Juan se hicieron intimos amigos
-Ya han salido los niños del colegio. !Uno le ha puesto la zancadilla a otro y se ha caido! Su mamá ha ido a consolarlo.
Juan se creó una imagen del exterior en su mente.
Juan sentía envidia hacía Manu por poder ver la calle todos los días. Le contaba con detalle lo que ocurría, tiempo no les faltaba, y Juan empezó a pensar en lo feliz que sería si pudiese ver el amanecer por las mañanas. Esa envidía se convirtió en odio, Juan se preguntó que porque el no podía ver la calle, que porque no tenía derecho a ver la calle, el deseaba estar en la calle pero se conformaría solo con verla.
Cierta noche Manu no encontró en vaso que siempre tenia en su mesilla. A la mañana siguiente la enfermera lo encontró muerto por asfixia. Le preguntaron a Juan que si quería la cama que su compañero había dejado libre. Juan sintió que iba a explotar. Le cambiaron de lugar. Comenzó los ojos poco a poco. Casi como un ritual. Cuando empezó a vislumbrar el exterios abrió los ojos de golpe. Ante el, tenía un muro de hormigón húmedo, muerto.