aurora azpiazu
Habitual
Sin verificar
ALVITE:
Hay mujeres dulces y modosas que atraen a los hombres como la miel a las abejas, y las hay carnales y furiosas, como Liz Taylor, que te descubren una felicidad inestable y distinta, el placer agridulce de unirte a una mujer que sabes que te destrozará la vida pero que tiene algo que a pesar del recelo hace que huyas sin remedio hacia ella, como el tipo con vértigo que sin embargo disfruta del sinsabor del miedo conduciendo el coche casi en vilo por el perfil raído de un acantilado.
Yo lo más cerca que estuve de Elizabeth Taylor fue lo que por lo visto le dijo a un tipo al que conocí hace años de madrugada en el Savoy: «Hay hombres que por haberme besado aseguran que me llegaron al alma. No hagas caso, tesoro; en realidad borré sus besos tan pronto me pinté otra vez los labios. A mi corazón le repugnan la mayoría de las cosas que come mi boca».
Hay mujeres dulces y modosas que atraen a los hombres como la miel a las abejas, y las hay carnales y furiosas, como Liz Taylor, que te descubren una felicidad inestable y distinta, el placer agridulce de unirte a una mujer que sabes que te destrozará la vida pero que tiene algo que a pesar del recelo hace que huyas sin remedio hacia ella, como el tipo con vértigo que sin embargo disfruta del sinsabor del miedo conduciendo el coche casi en vilo por el perfil raído de un acantilado.
Yo lo más cerca que estuve de Elizabeth Taylor fue lo que por lo visto le dijo a un tipo al que conocí hace años de madrugada en el Savoy: «Hay hombres que por haberme besado aseguran que me llegaron al alma. No hagas caso, tesoro; en realidad borré sus besos tan pronto me pinté otra vez los labios. A mi corazón le repugnan la mayoría de las cosas que come mi boca».