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Lección de economía práctica en el videojuego Sim City

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"Hace unos años me aficioné a jugar a un juego de ordenador llamado Sim City 2000. Era algo que enganchaba desde el primer clic. La base era muy sencilla: se trataba de ponerse en el lugar de un alcalde de una ciudad apenas nacida, y asumir la obligación de hacerla prosperar. Un reto que nunca resultó fácil, pero sí apasionante. Empezabas con una determinada cantidad de dinero para invertir en infraestructuras y servicios, y podías asimismo delimitar zonas para el crecimiento industrial, comercial o de viviendas. Por supuesto, existían maneras para recuperar el dinero y mantener el nivel de servicio y de mantenimiento, pero la principal eran los impuestos.
La principal dificultad era el crecimiento de la ciudad. Conforme se hacía más grande, la cantidad de recursos que se necesitaban aumentaba en proporción, y todo seguía una progresión geométrica. Por supuesto al aumentar la población también aumentaba la cantidad recibida de los impuestos, por lo que los proyectos públicos podían ser más ambiciosos. No obstante siempre me pasaba lo mismo. Imaginemos que me proponía como objetivo edificar un gran aeropuerto para incentivar la industria. Eso suponía un gasto muy rápido de recursos, por lo que me quedaba dos opciones: o reducir la calidad y mantenimiento de los servicios, o aumentar los impuestos (y multas de tráfico, autorizar una base militar, legalizar el juego…). Aún así, mantener el balance entre el dinero entrante por los impuestos y el gasto era casi imposible.
Como yo era un gobierno ilustrado y preocupado por el bienestar de mis Sims, no quería negarles ningún servicio, y como me guiaba por las encuestas de popularidad del periódico, tampoco quería subir los impuestos. Pero la situación no era tan desesperada, puesto que podía endeudarme emitiendo bonos (una especie de préstamo en el juego). No obstante tampoco era tonto, y solía imponerme un límite a mi propio endeudamiento, para que cuando mi gran proyecto del aeropuerto fuese completado pudiese recuperarme con rapidez: digamos el 3%, por poner una cifra. Por desgracia siempre ocurren imprevistos, y me mentía a mi mismo al cambiar una y otra vez mi margen autoimpuesto. Todo por la felicidad de mis Sims, que siempre rozaba el 90%. Al final me daba cuenta de la cifra de la deuda acumulada en las continuas emisiones de bonos, y mi ciudad se volvía insostenible. No me quedaba más remedio que elevar los impuestos, al principio poco, después mucho más de lo aceptable para mis ciudadanos. Esa panda de desagradecidos empezaban a no ser felices, a pesar de mi aeropuerto y de los excelentes servicios que les daba: no entendían que todo lo hacía por ellos.
Mi ciudad empezaba entonces a menguar. Con menos ciudadanos había menos dinero de impuestos, y para mantener las infraestructuras debía cobrarles más. La calidad de los servicios bajaba, puesto que para evitar un mayor endeudamiento debía recortar gastos. Los Sims, ingratos, me echaban de la alcaldía. Yo les dejaba una ciudad pequeña, con servicios malos, y totalmente endeudada.
Mi hermana también jugaba al SimCity. Nunca se preocupó por la felicidad de sus ciudadanos, sólo por que las cosas funcionasen. Sólo invertía en infraestructuras que se pudiera permitir y siempre poniendo límites al gasto, y no pensando en una posible deuda, aunque sin dejar de tener en cuenta que pudiese darse. Por eso siempre dejaba una reserva de como mínimo mil “simoleones”, por si acaso. Aunque a veces aumentó los impuestos para construir aeropuertos, nunca emitió bonos. Sus ciudades no paraban de crecer, tenían buenos servicios y a pesar de no tener un nivel de felicidad superior al 90%, siempre conservó el cargo mucho más tiempo que yo.
Esto es lo que los niños aprenden sobre la deuda pública gracias al SimCity."



Simplemente genial, no os parece? :ok::
 
Gran juego. Yo nunca conseguí hacer una ciudad próspera :-P
 
Y si te tocaban mucho las narices los ciudadanos, un buen terremoto, dos inundaciones y una Godzilla... y a correr. Ya metí horas en su día, ya, primero con el 2000 y luego con otro que creo que era el 3000. Ahora los usan mis hijas.
 
Pues habrá que mandar a jugar al SimCity al tipo ese al que le faltaron las dos tardes, a ver si jugando....

Bueno, qué carajo, voy a comprar más de uno que hay unos cuantos a los que les faltan las dos tardes. Y un hervor.
 
Pues la verdad nunca jugué a ese juego y la verdad suena bien, siempre he echado horas a Los Sims, vaya rollo tener que trabajar con lo bien que se esta de fiesta!!! Cossacks, en plan ejercitos muy, muy numerosos, y claro la saga GTA cuando llegó a la Playstation 2, la verdad GTA es tremendo, todavía me pierdo en el San Andreas...
 
Si, pienso igual, dos tardes y un hervor. El juego es muy interesante.
 
No me gustan los juegos de ordenador, pero el relato es totalmente cierto en términos económicos y políticos.

Cada cual que saque sus consecuencias.
 
solo decir... amen jejejejej algunos podrian aprender.. de los sims jajajaj
 
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