tortuga
Forer@ Senior
Sin verificar
Lo han hecho todo. Incluso sumarán 98 puntos, casi lo nunca visto, y volverán a perder la Liga. Y cuando digo que lo han hecho todo me refiero, sí, ya sé que ustedes me entienden, a todo: han jugado con contundencia, han sido valientes, sacrificados, peleones, suertudos, persistentes, eficaces, han utilizado a sus medios, especialmente a Marca y As, para apretar y apretar, para desequilibrar, para desestabilizar al eterno rival... Pero ni siquiera con eso les alcanzará para coronarse. Volverán a quedarse a cero. Y ni todo el oro del mundo, ni el dinero de Florentino Pérez, ni las torres gemelas, ni los 250 millones de euros, ni el mismísimo Cristiano Ronaldo, les servirá de mucho, de nada. ¿Por qué? Porque enfrente tienen al mejor equipo del mundo. Un equipo capaz de alinear a ocho canteranos el día que se juega la vida. Un equipo que palpita a mil por hora y bombea chorros de sangre azulgrana salpicando de pasión a millones de seguidores.
Y aun así, Madrid pregunta a diario qué nos da Pep Guardiola para quererle tanto, para respetarlo tanto, para no criticarlo como ellos querrían, intentan, pretenden.
Sencillo: nos da cariño, respeto, serenidad, sensatez, entrega, discurso, señorío, fútbol, juego, complicidad, calidad, cantidad, tacto, elegancia, perfección, honradez, vistosidad, ejemplo, felicidad, gracias, muchas gracias, sentirnos uno, sentirnos muchos, sentirnos ellos, ser queridos, ser catalán del año por votación popular, ser entrenador pero ejercer de todo. ¿Se puede ser más? Se puede ser uno de los nuestros o permitir que nos sintamos uno de ellos. Él es el padre, el hijo, el hermano, el sobrino, el médico, el abogado, que todos quisiéramos tener. Y ellos siguen preguntándonos qué nos da. Pues nada, amigos, nada. Le salimos gratis total porque nos respeta, porque no nos engaña.
Fue Guardiola quien dijo que esto no se acabaría hasta el último día. Y dijo más: hasta el último minuto. Porque sabe que no solo se enfrenta al recuerdo de la mejor temporada de la historia del mejor equipo en décadas, sino a un Madrid apoteósico, brutal, que doblará la rodilla.
Y Madrid nos pregunta qué nos da. Nos da fe, irradia calor, buen rollo, nos ha enseñado que ganar está bien, pero que intentarlo sabe mejor. Porque si algo garantiza Pep es devoción por el modelo. Fuerza y honor. A su señal, ira y fuego.
Y aun así, Madrid pregunta a diario qué nos da Pep Guardiola para quererle tanto, para respetarlo tanto, para no criticarlo como ellos querrían, intentan, pretenden.
Sencillo: nos da cariño, respeto, serenidad, sensatez, entrega, discurso, señorío, fútbol, juego, complicidad, calidad, cantidad, tacto, elegancia, perfección, honradez, vistosidad, ejemplo, felicidad, gracias, muchas gracias, sentirnos uno, sentirnos muchos, sentirnos ellos, ser queridos, ser catalán del año por votación popular, ser entrenador pero ejercer de todo. ¿Se puede ser más? Se puede ser uno de los nuestros o permitir que nos sintamos uno de ellos. Él es el padre, el hijo, el hermano, el sobrino, el médico, el abogado, que todos quisiéramos tener. Y ellos siguen preguntándonos qué nos da. Pues nada, amigos, nada. Le salimos gratis total porque nos respeta, porque no nos engaña.
Fue Guardiola quien dijo que esto no se acabaría hasta el último día. Y dijo más: hasta el último minuto. Porque sabe que no solo se enfrenta al recuerdo de la mejor temporada de la historia del mejor equipo en décadas, sino a un Madrid apoteósico, brutal, que doblará la rodilla.
Y Madrid nos pregunta qué nos da. Nos da fe, irradia calor, buen rollo, nos ha enseñado que ganar está bien, pero que intentarlo sabe mejor. Porque si algo garantiza Pep es devoción por el modelo. Fuerza y honor. A su señal, ira y fuego.