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Carlos Herrera en el Semanal tiene a bien dedicar su prosa a un sitio que ha decidido visitar y querer: Cantabria.
Sólo se equivoca (y no necesita nadie perdonarle) llamando dos veces Ruante a Ruente,la entrada del Valle Cabuerniga, donde la Fuentona aporta, al nacer, gran parte de su caudal al Saja.En este río me enseñó mi padre a pescar y a entender el silencio.A atravesarlo por un puente colgante y a sudar subiendo sólo por el placer de pasear.
Comió Carlos en la Bolera, llamada así porque en frente estuvo la bolera donde de pequeños nos daban propina por pinar bolos,menos propina por mirar, y algún cachete por descentrar a los campeones del mundo que pasaban por allí... y aprovecha la anécdota para recordar la ganadería (escribe tudanca, sabe, y conoce) y la pesca de la tierruca, que el dueño busca para el viajero y el vecino.
En ese sitio se sentaba el guardabosque, mi familia, a conversar con los amigos... y con unos prismáticos iniciar su trabajo atendiendo al monte que se levanta vanidoso al otro lado del río.
No duda en lo sencillo que es perderse y no querer volver de las posadas que nos dejan descansar y continuar camino, y concluye sus párrafos con la percepción acertada de una forma de ser, ahora sí transcribo: "...y la conversación rocosa y sentimental de los amigos del norte lo curan todo".

Gracias, Carlos.
 
El Restaurante La Bolera....
 
Última edición:
La Fuentona.
 
Última edición:
El Valle de Cabuerniga.

Este Carlos Herrera...

Que bien se está cuando se está bien.
 
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Yo ya le he visto varios artículos dedicados a Cantabria, generalmente a su gastronomía. Es una pena el cierre del Rio Asón, el año pasado me quedé sin ir y ya no va a poder ser, por lo menos nos queda el Cenador de Amós, el Serbal y unos cuantos más.

Saludos
 
Yo ya le he visto varios artículos dedicados a Cantabria, generalmente a su gastronomía. Es una pena el cierre del Rio Asón, el año pasado me quedé sin ir y ya no va a poder ser, por lo menos nos queda el Cenador de Amós, el Serbal y unos cuantos más.

Saludos

Tú sí:ok:: que sabes...
 
Pues yo en breve me voy a pasar unos días por la zona. En Pechón, para ser más exactos. ¿Sugerencias por la zona?
 
  • #10
Otro que le hace unos guiños inmejorables a Santander (tanto provincia como capital..No me gusta lo de Cantabria, lo siento), es Alfonso Ussía. No hace ni 3 semanas le dedicó una de sus columnas de La Razón a la playa de Oyambre, sencillamente genial. Para mí, la mejor pluma satírica que hay en España a día de hoy.
Y volviendo a Carlos Herrera, la verdad es que está muy bien, pero a veces se le ve el plumero y acerca el ascua a su sardina (sobre todo en recomendaciones gastronómicas). Aún así, es un tipo que me cae francamente bien.
Y sí Aurelio, a los restaurantes que mencionas bien podríamos añadir otros muchos, de mayor y menor enjundia, como el "Chumarro" (donde he tomado probablemente el mejor cocido montañes hasta ahora), o Casa Vicente en Solares o Las Piscinas en Villacarriedo (y así de paso pernoctar en el Hotel Placio de Soñanes :)). En fin, que tanto en Santander como en sus vecinas provincias de Asturias y Vizcaya se puede comer de fábula :D.
 
  • #11
Pues yo en breve me voy a pasar unos días por la zona. En Pechón, para ser más exactos. ¿Sugerencias por la zona?

Ya te lo sabrás , pero tienes tu propia playa (Amio), las dos rías, cerquita de Unquera (compra corbatas, dulce de allí de recuerdo), pero en general, como Cantabría es pequeñuca, date una vuelta por todo lo que te rodea, tienes San Vicente de La Barquera cerca (Bustaaaaaaaa)...

Te lo vas a pasar genial!!!!

Y si tienes tiempo, y no lo conoces, ve a Santander a pasear por El Paseo Pereda, El Sardinero (Jardines de Piquio y El Palacio de La Magdalena), al menos 1 día, que te sorprenderá...
 
Última edición:
  • #12
Otro que le hace unos guiños inmejorables a Santander (tanto provincia como capital..No me gusta lo de Cantabria, lo siento), es Alfonso Ussía. No hace ni 3 semanas le dedicó una de sus columnas de La Razón a la playa de Oyambre, sencillamente genial. Para mí, la mejor pluma satírica que hay en España a día de hoy.
Y volviendo a Carlos Herrera, la verdad es que está muy bien, pero a veces se le ve el plumero y acerca el ascua a su sardina (sobre todo en recomendaciones gastronómicas). Aún así, es un tipo que me cae francamente bien.
Y sí Aurelio, a los restaurantes que mencionas bien podríamos añadir otros muchos, de mayor y menor enjundia, como el "Chumarro" (donde he tomado probablemente el mejor cocido montañes hasta ahora), o Casa Vicente en Solares o Las Piscinas en Villacarriedo (y así de paso pernoctar en el Hotel Placio de Soñanes :)). En fin, que tanto en Santander como en sus vecinas provincias de Asturias y Vizcaya se puede comer de fábula :D.


Qué me vas a contar, yo que tengo familia asturiana (Navia y Gijón) y vasca (de Fuenterrabía, nada más y nada menos...), tengo carrete para rato...cuando te lo sabes, ya vas sobre seguro y con la sonrisa en la boca con amigos, pero cuando llevas a gente que nunca ha subido de la meseta, es cuando te das cuenta de lo sorprendente que les parece todo, y la caruca que se les queda:ok:: :ok:: :ok:: :ok:: ...

Bah, no te importe que no te guste lo de Cantabria, a mí me pasa igual con otros sitios, y en general tampoco hay que volverse loco y acabar aquí como en Salou o Benidorm, a gorrazos por un trozo de arena para la toalla...;-)

Un saludo a todos y feliz veraneooooooooooooooo.
 
  • #13
Lo que no le gusta a Uhren es el término de Cantabria, prefiere llamarlo Santander.

Saludos
 
  • #14
Lo que no le gusta a Uhren es el término de Cantabria, prefiere llamarlo Santander.

Saludos

Si es que soy de la vieja escuela.... de los de Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Provincias Vascongadas..:cool1: . No sé, me suena cursi lo de Cantabria cuando toda la vida ha sido Santander.
Un abrazo Aurelio y hasta luego ;-) .
 
  • #15
Si es que soy de la vieja escuela.... de los de Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Provincias Vascongadas..:cool1: . No sé, me suena cursi lo de Cantabria cuando toda la vida ha sido Santander.
Un abrazo Aurelio y hasta luego ;-) .

Ahhhhhhhhhhhhhhh, te entiendo, yo me siento castellano a la vez que Cántabro, lo que ocurre es que Santander es en sí también tan diferente al resto de la Comunidad Autónoma, que incluso entre nosotros, una cosa es Santander (ciudad) y otra Cantabria (pueblos y naturaleza) y hablamos así, para entendernos...A mi, como si desde mañana nos llaman La Montaña, con tal de que no me cambién el contenido... ;-) ;-)

Hasta Pujol era Pasiego!!!! :yhoo:: :yhoo:: :yhoo::

Un cordial saludo.
 
  • #16
Carlos Herrera en el Semanal tiene a bien dedicar su prosa a un sitio que ha decidido visitar y querer: Cantabria.
Sólo se equivoca (y no necesita nadie perdonarle) llamando dos veces Ruante a Ruente,la entrada del Valle Cabuerniga, donde la Fuentona aporta, al nacer, gran parte de su caudal al Saja.En este río me enseñó mi padre a pescar y a entender el silencio.A atravesarlo por un puente colgante y a sudar subiendo sólo por el placer de pasear.
Comió Carlos en la Bolera, llamada así porque en frente estuvo la bolera donde de pequeños nos daban propina por pinar bolos,menos propina por mirar, y algún cachete por descentrar a los campeones del mundo que pasaban por allí... y aprovecha la anécdota para recordar la ganadería (escribe tudanca, sabe, y conoce) y la pesca de la tierruca, que el dueño busca para el viajero y el vecino.
En ese sitio se sentaba el guardabosque, mi familia, a conversar con los amigos... y con unos prismáticos iniciar su trabajo atendiendo al monte que se levanta vanidoso al otro lado del río.
No duda en lo sencillo que es perderse y no querer volver de las posadas que nos dejan descansar y continuar camino, y concluye sus párrafos con la percepción acertada de una forma de ser, ahora sí transcribo: "...y la conversación rocosa y sentimental de los amigos del norte lo curan todo".

Gracias, Carlos.

También lo leí el domingo en el Semanal y me gustó como no :ok::.

El artículo entero, tomado literal de aquí:
lostimage.jpg
<TABLE cellSpacing=0 cellPadding=5 width=460 border=0><TBODY><TR><TD class=titulom vAlign=center>El Semanal 22 de julio de 2007</TD><TD vAlign=center align=middle width=60 rowSpan=2><TABLE cellSpacing=0 cellPadding=5 width=60 border=1><TBODY><TR><TD vAlign=center align=middle width=60 height=60>
lostimage.jpg
</TD></TR></TBODY></TABLE></TD></TR><TR><!--Título><¡--><TD class=titulorojo vAlign=top width=470>La fuentona de Nacho</TD></TR><TR><!--Cuerpo><¡--><TD class=textocontenido vAlign=top width=470 colSpan=2><TABLE height=148 cellSpacing=0 cellPadding=5 width=200 align=left border=0><TBODY><TR><TD vAlign=center align=middle>
lostimage.jpg
</TD></TR><TR><TD vAlign=center align=middle>www.posadalafuentona.com</TD></TR></TBODY></TABLE>

La Fuentona es, como su nombre sugiere, una fuente cántabra de la que mana agua limpia y fresca que, en épocas frondosas, acaba aportando más caudal al río Saja que el que este mismo lleva. Un estrecho puente romano de ocho ojos, fabricado en arenisca, que dicen que fue parte de la ruta de los foramontanos en su bajada a Castilla, peina unas aguas sonoras excelentemente adornadas por un delicioso parque que lo circunda. Mesas y sillas de piedra invitan a sentarse por igual a escuchar y a descorchar.
Se encuentra en Ruante, comarca del mencionado Saja, vía de entrada al valle de Cabuérniga. A ambos lados del puente tiene Nacho González, que un día fue gordo y alto –y hoy sólo es alto–, junto con su esposa, Josefina, posada y mesón.
La posada es casona cántabra y viene a inscribirse en esa magnífica red que han impulsado a pachas la empresa privada y la correspondiente consejería del Gobierno de ese paraíso verde capitalizado por Santander, novia del mar, como sabemos.
Nada más aconsejable, confortable y económico que moverse por las posadas de Cantabria, de pueblo en pueblo, en viaje pausado y reconfortante, dejándose llevar por la grandiosidad clorofílica y amable de un paisaje estremecedor.
Tengo que relatarles algunos descubrimientos conmovedores –descubrimientos para un servidor, claro, que los que están allí se conocen por nombre y dos apellidos– a los que he tenido acceso caminando unas etapas del Camino del Norte, el que acaba en Santiago después de romperle las piernas al caminante en subidas y bajadas tan deslumbrantemente hermosas como agotadoras. Como adelanto señalo que está trazado en contra del peregrino y que, además, podría estar mucho mejor señalizado, pero eso es motivo de otra entrega. Acabando en Unquera, donde las corbatas, la frontera con la Asturias que empieza en Bustio simplemente pasando la ría Tina Mayor, no me resistí a visitar al grandullón en su casona restaurante llamada La Bolera, como les digo, en la Fuentona de Ruante. Hice bien. Comer en el norte, en el Cantábrico, ese mar que sirve de gimnasio a los peces, y así salen luego, es una ceremonia que a los sureños nos atrae con un sentimiento cercano a la fascinación: nos impresionan la riqueza del producto y la manufactura casera con que le dan a la comida un eterno sentido familiar, casi religioso. El sur desarrolló una imaginación portentosa merced a la escasez de productos y así con un pimiento, un ajo y un tomate acabó cocinando deliciosos platos que hoy sirven de base a la cocina que en realidad nos gusta a todos.
El norte, en cambio, siempre tuvo más posibles, dentro de lo que cabe. Cuando pensamos en ese norte español, siempre se nos viene a la cabeza un buen pescado, desde las rabas de calamar hasta las apreciadísimas anchoas en aceite, pero no debemos olvidar que Cantabria es una región fundamentalmente ganadera y agrícola. Ojo pues con la vaca tudanca y los productos agrícolas. Ojo con el cocido montañés, especialmente si está hecho en olla ferroviaria, la que tarda unas cuatro horas a base del carbón vegetal de su base. Nacho peregrina, pues, todas las mañanas por las lonjas –Santoña, Laredo, Santander, San Vicente de la Barquera– para encontrar lo que necesita, que siempre es aquello que le gusta. Por eso lo que se come en su casa es la mejor materia prima, porque le pide el carné a cada pez y a cada vaca y es muy difícil meterle un gol. Gusta del mejor jamón y el mejor vino –hasta manzanilla de Sanlúcar, qué agradable sorpresa– y sus mesas están exentas de excesivos adornos innecesarios.
Después de haber caminado desde Comillas hasta Unquera, con las piernas temblorosas, parar en su casa fue un alimento reparador.
El sonido del agua de la Fuentona, el fresco atardecer de rebeca o echarpe y la conversación rocosa y sentimental de amigos del norte lo curan todo.
</TD></TR></TBODY></TABLE>

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</TD><TD vAlign=center align=middle width=60 rowSpan=2><TABLE cellSpacing=0 cellPadding=5 width=60 align=left border=1><TBODY><TR><TD vAlign=center align=middle width=60 height=60> </TD></TR></TBODY></TABLE>
</TD></TR><TR><!--Título><¡--><TD class=titulorojo vAlign=top width=470>
</TD></TR><TR><!--Cuerpo><¡--><TD class=textocontenido vAlign=top width=470 colSpan=2>
</TD></TR></TBODY></TABLE>​
 
  • #17
Ruente: Río de la Fuente. De ahí el nombre. Y de allí mucha familia, que soy más de pueblo que las amapolas (ah, estos provincianos pegaducos al mar..)

Te recomiemdo comer en La Nogalea, shhhhhhh, todavía no saben que los buenos vinos, las carnes excelentes, el pescado que hace llorar, y los postres caseros, han subido una barbaridad....

Y enfrente, en Monte AA, ataca el cocido montañés, que lo bordan, y te lo dejan llevar y luego devolver la olla...

Aupa Racing!!!
 
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