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Gil y pollas

  • Iniciador del hilo aitor tilla
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aitor tilla

aitor tilla

Milpostista
Sin verificar
A ver si los madrileños pueden confirmar si el origen de esta palabra tan usada es el que aquí se explica:

En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, para más señas. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, D. Gil Imón, en los tiempos en que el duque de Osuna organizaba sus célebres bailes, a los que acudía la alta sociedad, para poner en el escaparate familiar a jovencitas de la buena cuna, como oferta casadera. A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) llevan, como sexta acepción, figurada y familiarmente, el significado de jovencitas, algo que hoy prácticamente se ignora. La polla de entonces no tenía nada que ver con el significado de morbosas connotaciones por el que ha sido sustituido ahora.

El tal Don Gil era un personaje de relieve (la prueba está en que tiene dedicada una calle) y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares, como buen padre. Tenía dos hijas en edad de merecer, feúchas, sin gracia, y bastante poco inteligentes. Y se hacía acompañar por ellas a absolutamente todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.

-¿Ha llegado ya D. Gil?

-Sí, ya ha llegado D. Gil y, como siempre, viene acompañado de sus pollas.

Mientras D. Gil se encargaba de atender las numerosas conversaciones que su cargo de alcalde comportaban, sus pollitas iban a ocupar algún asiento que descubrieran desocupado, a esperar a que algún pollo (o jovencito) se les acercase, cosa que nunca sucedía. La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la asociación mental de tonto o tonta con D. Gil y sus pollas.

¿Cómo describir esa circunstancia tan compleja de estupidez? Los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil: para expresar la idea de mentecato integral e inconsciente ¡Ya está!: Gil (D.Gil)-y-pollas (las dos jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas. Cundió por todo Madrid, que compuso esta palabra especial, castiza, nacida en la Capital del Reino y, después exportada al resto de España, ganándose a pulso con el tiempo el derecho de entrar en la Real Academia Española.
 
cultura popular... ;-)
 
Cada dia se aprende algo nuevo, gracias:ok::
 
El acervo dice que esa es la historia del origen de la palabra Gilipollas...

Pero, puede ser cualquier otro.




A ver si los madrileños pueden confirmar si el origen de esta palabra tan usada es el que aquí se explica:

En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, para más señas. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, D. Gil Imón, en los tiempos en que el duque de Osuna organizaba sus célebres bailes, a los que acudía la alta sociedad, para poner en el escaparate familiar a jovencitas de la buena cuna, como oferta casadera. A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) llevan, como sexta acepción, figurada y familiarmente, el significado de jovencitas, algo que hoy prácticamente se ignora. La polla de entonces no tenía nada que ver con el significado de morbosas connotaciones por el que ha sido sustituido ahora.

El tal Don Gil era un personaje de relieve (la prueba está en que tiene dedicada una calle) y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares, como buen padre. Tenía dos hijas en edad de merecer, feúchas, sin gracia, y bastante poco inteligentes. Y se hacía acompañar por ellas a absolutamente todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.

-¿Ha llegado ya D. Gil?

-Sí, ya ha llegado D. Gil y, como siempre, viene acompañado de sus pollas.

Mientras D. Gil se encargaba de atender las numerosas conversaciones que su cargo de alcalde comportaban, sus pollitas iban a ocupar algún asiento que descubrieran desocupado, a esperar a que algún pollo (o jovencito) se les acercase, cosa que nunca sucedía. La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la asociación mental de tonto o tonta con D. Gil y sus pollas.

¿Cómo describir esa circunstancia tan compleja de estupidez? Los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil: para expresar la idea de mentecato integral e inconsciente ¡Ya está!: Gil (D.Gil)-y-pollas (las dos jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas. Cundió por todo Madrid, que compuso esta palabra especial, castiza, nacida en la Capital del Reino y, después exportada al resto de España, ganándose a pulso con el tiempo el derecho de entrar en la Real Academia Española.
 
Que joio....
Pues nada , habrá que verlo....
Da recuerdos...

Y gracias por culturizarme un poco.....

:Cheers:
De momento está en mi muñeca :whist:: hasta que vuelva de viaje de trabajo a Salamanca.
Pronto nos vemos y lo celebramos
 
  • #10
El acervo dice que esa es la historia del origen de la palabra Gilipollas...

Pero, puede ser cualquier otro.
Bueno, personajes que hayan podido inspirar el término habrá habido a montones... A mí me ha gustado la explicación.
 
  • #11
cultura popular... ;-)

Esa es la más común, pero hay más versiones:

Desde siempre me ha resultado muy interesante la historia de las palabras: su etimología, la procedencia de tal o cual término. El devenir de algunas de ellas es realmente interesante. Y detrás de algunos préstamos lingüisticos entre diferentes idiomas hay historias fascinantes, de contacto entre culturas, en las que a veces me gusta indagar.
Hace muchos años, cuando era casi un adolescente, por casualidad se me “cruzaron” un par de lecturas sobre el teatro clásico que hicieron que se me encendiera la bombilla sobre uno de los insultos más comunes en nuestra lengua: gilipollas. Lamentablemente entonces no existía google, y quedaba fuera de mi alcance intentar contrastar algo que, en ese momento, asumí como un hecho: que ese insulto tenía su origen precisamente en la cultura griega.
Hace poco me acordé de esa idea, y me puse a rebuscar para intentar confirmar mi ocurrencia. Y me resultó sorprendente que, entre las muchas y muy imaginativas teorías que he encontrado al respecto de la etimología de la palabra gilipollas, en ningún lado se contemple la razonable posibilidad que se me ocurrió a mi: que ésta provenga del término griego “gelotopoios”. Inserto la grafía original como imagen, porque parece que el worpress no reconoce el alfabeto griego:
5391323095_78c9b0d93a_o.jpg

El parecido fonético salta a la vista: basta repetir un par de veces “gelotopoyos” en voz alta para que lo que te salga de la boca sea “gilipollas”. Pero es que además hay un enorme parecido semántico. Gelotopoios quiere decir, literalmente, “el que provoca risa”. Y es el nombre que se daba en el teatro clásico griego al personaje que actúa de bufón: aquél al que con sus propios actos se pone en ridículo, y del que todos se mofan.
Cada insulto tiene sus matices, y al menos yo, “gilipollas” siempre lo he utilizado en ese sentido: algún pobre payaso que, pese a tomarse muy en serio a sí mismo, hace el ridículo sin ni siquiera saberlo. Y que por añadidura es bocazas, como el personaje del teatro griego.
El término “gelotopoios” lo he encontrado también en algunos diccionarios de griego moderno (no en todos, porque es una palabra caída en desuso) con connotaciones más peyorativas, aunque manteniendo el matiz de personaje risible: “payaso”, “loco”, o “persona de comportamiento excéntrico” son algunas de las que he podido recoger tras una breve búsqueda en diccionarios griego/inglés y griego/francés.
Además, no tendría nada de extraño que este vocablo hubiese pasado al castellano, ya que (por poner sólo un ejemplo) está unánimemente aceptado que del griego proviene también otro de los insultos más habituales en nuestra lengua, nada menos que “idiota”. Esta palabra comparte raíz con idiosincrasia: le llamaban idiotas a quien no se integraban en la cultura griega, no iban al teatro, y eran considerados unos iletrados por parte de la sociedad ateniense. ¿No es fascinante que un insulto que ya se utilizaba tal cual en la Atenas del siglo V a.C. siga resonando en nuestro idioma hoy en día? Pues creo que ese es el caso también de la palabra “gilipollas”.
Ninguno de estos argumentos que expongo es contundente en absoluto. Pero si nos ponemos a examinar las teorías alternativas, como la etimología que recoge la RAE, me parecen mucho menos convincentes:
La más extendida popularmente dice que el insulto procede de un alcalde de Madrid, apellidado Gil, que no gozaba de muchas simpatías. Solía salir a pasear con sus dos hijas adolescentes (en madrileño castizo, “pollas”), lo que provocaba las chanzas de la gente: “ahí viene Gil con sus pollas”. Y de ahí, “el gilipollas”. Creo que no puede ser tomada en serio.
La alternativa que aparece registrada en el Diccionario Histórico de la RAE, es que proviene “del caló jili, inocente, cándido, derivado de jil, fresco”. Y también me he encontrado la teoría de que puede derivar del árabe “yihil”, que significa “bobo”.
Sin embargo, no entiendo cómo a “jili” (o a “yihil”) le ha podido surgir, de repente, el apéndice “pollas”. Lo natural, y lo que nos dice el sentido común, es que algunos términos que pasan a ser de uso habitual se contraigan, adopten formas abreviadas. Pero es mucho más inusual que les surjan aditamentos. A mi me resultaría más razonable pensar que “gili” derive de “gilipollas”, que no a la inversa. O, como sostengo, que “gelotopoios”, en su devenir temporal y geográfico, haya perdido una sílaba y terminado como “gilipollas”.
Nunca he podido consultar el “Diccionario secreto” de Camilo José Cela (¡lo que daría por ponerle las zarpas encima!), pero tengo entendido que él da por buena la idea de que se trata de una creativa fusión entre el caló “jili” y el término “pollas”, referido al falo. Con todo mi respeto a este gran autor, tampoco me convence.
En fin, es sólo una teoría, y en ningún caso determinante, pero creo que tan pausible o más como el resto que me he encontrado. He hecho llegar por mail estas reflexiones a ese catedrático de la RAE que con tanta asiduidad desempolva los diccionarios de insultas de la lengua castellana, Arturo Pérez Reverte. A ver si en una de éstas me llega feedback.


Otra es esta

lostimage.jpg


lostimage.jpg


Etimología: el origen de las palabras
gil, gilipollas





Ambas palabras son de uso vulgar. La primera se encuentra en el habla del Río de la Plata desde comienzos del siglo XX; la segunda es común en España y se registra desde la primera mitad del siglo pasado.
Ambas provienen del caló jilí ‘tonto’, ‘memo’, probablemente influenciado por el nombre propio Gil. En su Diccionario del lunfardo, Gobello menciona los aumentativos gilón y gilún, este último con influencia del genovés, así como los despectivos gilastro y gilastrún.
En el tango Cambalache, de Enrique Santos Discépolo, se dice:
Siglo XX cambalache
problemático y febril
el que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
La forma peninsular corresponde a la unión de gilí, también ‘tonto’, ‘memo’, con polla en su acepción vulgar de ‘pene’. Un ejemplo de su uso lo encontramos en este trecho de Arturo Pérez Reverte en La reina del sur:
Entonces él, mentón sin afeitar, ojos enrojecidos de sueño, se rascó el pelo revuelto y le preguntó si estaba loca o se había vuelto gilipollas o qué. Hasta que ella se levantó desnuda de la cama, y tal como estaba sacó su maleta del armario y empezó a meter cosas [...].
El Diccionario de la Academia incluye también el españolismo gilí, del mismo significado y origen, aunque sin la marca de vulgarismo que atribuye a gilipollas.
El vocablo caló original jilí se deriva de jil ‘fresco’ y éste, de jilar ‘enfriar’. Muchos etimólogos suponen que la acepción fresco sugirió la idea de nuevo, y de ahí, la de cándido, inocente, de donde, incauto, tonto.



Estos textos ha sido extraídos de los libros de Ricardo Soca La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinantes historias de las palabras.



 
  • #13
Desconzco si es cierta y si alguna vez hubo un alcalde de Madrid con ese nombre... pero sería precioso que el origen dew la palabra estuviera ahí...

Un a muestra más del saber pooular...
 
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