tortuga
Forer@ Senior
Sin verificar
Un mal día lo tiene cualquiera, la cosa es que cuando terminó La Noria, ante tanta desventura del muy honorable, no tuve más remedio que tomarme un Valium, y lo más gracioso es que no me acordaba de que a mitad de programa y ante el suplicio que supone capear las interminables tandas de anuncios a la que televisión esa del idiota italiano nos somete, torturando la paciencia del más abnegado telespectador y aprovechando una de esas interminables tandas de anuncios, que le permiten llevarse de nuestro inocente país los camiones atiborrados de euretes, ya me había tomado un tranquimacín. Aunque seguramente tampoco hubiera pasado nada si no me hubiese zumbado la última mitad de esa botella de Yoni Güalquer que permanecía petrificada sobre la mesa y cuyo personaje tocado con un elegante sombrero colonial no paraba de guiñarme el ojo.
A las siete en punto de la mañana, esos ladridos de mi perra me iban a matar. Una poderosa hembra de Rotgüailer a la que bauticé con el nombre de Testosterona y que anoche se me olvidó de sacar a hacer pipí, a esa puñetera e intespestiva hora me apremiaba a sacarla para hacer también caca. No era yo, ha sido un zombi viviente quien la ha sacado. Ya ni me acordaba de que la tengo en celo y todo iba bién hasta que después de volverme a despertar, ya en el campo que tengo junto a mi casa, he visto la escena. Un caniche subido en un bordillo se la estaba zumbando. He tenido que esperar pacientemente a que el machote acabara su faena para ofrecerle amigablemente un clinex y posteriormente llevárrmela fecundada, lozana y satisfecha.
Por si fuera poco y ya repantigado en el sofá de casa en espera de que ese maravilloso espectáculo que son las salidas de la fórmula uno, dieran salida (vaya timo esa del gran premio de Corea), mi olfato ese gran desconocido e irreverente sentido, ha sido víctima de otro espectáculo escatólogico de primera magnitud. El dulce olor de la mierda de perro restregada en mis maravillosos zapatos de ante italiano, y eso no ha sido todo he puesto toda la casa perdida también, mi pantalón de sarga. Hasta en el sofá hay mierda de perro restregada. He sido víctima de la pisada de mierda de perro más grande del mundo y su olor es apestosamente dulce, dulce como la misma muerte.
Además no me queda ni el consuelo de poder jugar a la lotería, porque hoy es domingo.
Mi compañera dice que se va a divorciar... que todo tiene un límite y por supuesto que me tengo que encargar de todo...
Creo que todo ha sido un complot de la CIA por leer los informes certeros publicados en güiquilis por ese enigmático jáquer llamado Julián.
Esta vida es dulce, dulce como la mierda...
A las siete en punto de la mañana, esos ladridos de mi perra me iban a matar. Una poderosa hembra de Rotgüailer a la que bauticé con el nombre de Testosterona y que anoche se me olvidó de sacar a hacer pipí, a esa puñetera e intespestiva hora me apremiaba a sacarla para hacer también caca. No era yo, ha sido un zombi viviente quien la ha sacado. Ya ni me acordaba de que la tengo en celo y todo iba bién hasta que después de volverme a despertar, ya en el campo que tengo junto a mi casa, he visto la escena. Un caniche subido en un bordillo se la estaba zumbando. He tenido que esperar pacientemente a que el machote acabara su faena para ofrecerle amigablemente un clinex y posteriormente llevárrmela fecundada, lozana y satisfecha.
Por si fuera poco y ya repantigado en el sofá de casa en espera de que ese maravilloso espectáculo que son las salidas de la fórmula uno, dieran salida (vaya timo esa del gran premio de Corea), mi olfato ese gran desconocido e irreverente sentido, ha sido víctima de otro espectáculo escatólogico de primera magnitud. El dulce olor de la mierda de perro restregada en mis maravillosos zapatos de ante italiano, y eso no ha sido todo he puesto toda la casa perdida también, mi pantalón de sarga. Hasta en el sofá hay mierda de perro restregada. He sido víctima de la pisada de mierda de perro más grande del mundo y su olor es apestosamente dulce, dulce como la misma muerte.
Además no me queda ni el consuelo de poder jugar a la lotería, porque hoy es domingo.
Mi compañera dice que se va a divorciar... que todo tiene un límite y por supuesto que me tengo que encargar de todo...
Creo que todo ha sido un complot de la CIA por leer los informes certeros publicados en güiquilis por ese enigmático jáquer llamado Julián.
Esta vida es dulce, dulce como la mierda...