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Un cuentin curioso.

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Habitual
Sin verificar
No es mio. La autora firma al final del cuento.

La Relojería
Cuando el dueño de la relojería bajaba la persiana y marchaba a su casa, dentro de la tienda, los medidores del tiempo cobraban vida. Mientras los relojes nuevos hablaban pensando en el futuro que les gustaría tener, los de segunda mano, recordaban sus anteriores vidas.
¡Uf! ¡Menos mal que no se me ha llevado el comprador del chaquetón marrón…! Dijo el reloj de sobremesa con la carcasa de plástico azul ¡Que susto he tenido cuando me ha cogido entre sus manos!
¿Por qué? Preguntaron a la vez, varios relojes.
¡Porque me ha recordado a mi anterior dueño! Respondió.
¿Qué te pasó con él? Preguntó el reloj de acero inoxidable.
¡Pues que siempre me tenía lleno de polvo… bueno… no sólo a mí, toda la casa era una enorme polvera. Allí a nada se le veía su color natural, todo tenía el mismo color uniforme, el del polvo!
¿Acaso era muy mayor o estaba enfermo? Preguntó el reloj con el armazón de madera.
¡Que va…! Respondió él ¡Era joven y estaba sano y fuerte como un roble!
¡Ay! ¡Por favor… cambiemos de conversación que me va a dar algo si seguimos hablando de suciedades. Cuando pienso que a mí el personal del servicio me quitaban diariamente el polvo con un plumero, no entiendo cómo puede haber gente como tu amo, gente, tan…tan…! El reloj de metal dorado no acabo de hablar cuando el azul le interrumpió diciendo:
¡Pues si te compra uno que sea como el que yo tuve…!
Todos estallaron a reír, todos, menos el aparente como el oro que respondió con su acostumbrado y en muchas ocasiones, gracioso carácter irascible ¡A MÍ NO ME PUEDE COMPRAR UNO QUE SEA COMO TU ANTERIOR DUEÑO PORQUE LA CALIDAD QUE YO TENGO NO LA PUEDE PAGAR UN TIPO COMO ESE!
¡Ten presente que ahora eres un artículo de segunda mano! Le recordó el de acero inoxidable.
¡AUNQUE PASE POR UN MILLÓN DE MANOS SIEMPRE SERÉ DE CALIDAD…! Respondió él, y en un tono más bajo aunque altivo, siguió ¡Me fabricaron en Suiza y los valores que caracterizan a la relojería Suiza son: calidad, precisión y durabilidad. Llevo el distintivo Swiss made. Yo no soy una imitación de esas que ahora vienen del otro extremo del mundo.
¡Si tanta calidad tienes y tus amos eran de tan alto copete no entiendo por qué te han vendido! Dijo el reloj de color gris, hablando con su habitual parsimonia y esta vez también con algo de mala intención.
Sin embargo, el dorado, en vez de enfadarse explicó con tristeza ¡Mis amos murieron sin haber tenido descendencia y dejaron heredero absoluto a un sobrino ya casado que trabajaba como mozo de almacén. Mis dueños cometieron un grandísimo error, el sobrino, un niñato que no supo valorar la fortuna que había recibido, la despilfarró con el juego y las drogas. Cuando hubo gastado todo el dinero y vendido todas las tierras, poco a poco fue vendiendo (mejor dicho), malvendiendo todo lo que había en la casa, libros de un valor incalculable (había incluso algún incunable), joyas, muebles, etc. cuando me vendieron a mí, prácticamente en la casa ya sólo quedaban dos sillas y una mesa. Me entran ganas de llorar cuando lo pienso. Si hubierais visto la carcasa con la que yo estaba revestido… era de bronce cincelado y dorado, con unos adornos florales preciosos… realmente era de una belleza excepcional… no sé lo que habrá hecho con ella don Ramón. La que ahora llevo, es… es…digamos que mejor esto que me ha puesto que estar sin nada y tirado en cualquier cajón… pero. Si mis amos levantaran la cabeza y vieran en qué ha quedado toda la fortuna heredada de muchas generaciones atrás… en fin. Debían pensar que hacían un gran bien al sobrino y ya veis el resultado.
Durante un tiempo todos los relojes enmudecieron hasta que el reloj de plástico rojo rompió el silencio ¡En muchas ocasiones me pregunto adónde iré a parar ahora. Anteriormente viví con un matrimonio que tenían tres niños y recibí muchísimos pelotazos. Me tuvieron que llevar al relojero en varias ocasiones, y en una de ellas, me hicieron una reparación, muy, pero que muy seria. Te aseguro, azul, que prefiero vivir lleno de polvo, a vivir con, pelotazo va, pelotazo viene. Aunque funciono muy bien ya no tengo edad para recibir más golpes!
¡Todos hemos recibido golpes…! Añadió el de madera ¡Ni te cuento la de veces que me han tirado al suelo sin querer mientras intentaban cerrar mi despertador!
¡Pues eso no es nada…! Aseguró el azul ¡Aunque yo siempre estaba lleno de polvo al menos tuve la suerte de estar en el comedor, pero a los pobres que les tocó estar en la habitación, fueron contra la pared en innumerables ocasiones. Los he conocido de todos los colores, tamaños y marcas. El reloj de la habitación era lo único de aquella casa que no tenía polvo!
Al oír esto, horrorizados, los de segunda mano exclamaron.
¡Vaya salvajada!
¡Menudo energúmeno!
¡Que barbaridad!
¡Que cosa más repugnante!
¡Esperemos no encontrarnos nunca en esta situación!
¡Cambiemos de tema porque a mí esto me pone de los nervios! Dijo algo alterado el dorado, y más tranquilo, añadió ¡Yo también me pregunto adónde iré a parar ahora. El amo me tenía en el despacho de su casa y por allí vi pasar a gente importantísima. La de cosas que se. En más de una ocasión lo quisieron sobornar y él no se dejó, era un hombre muy leal!
Mientras los transformados seguían hablando, un grupo de relojes nuevos hablaban bajito y reían.
¡Los abuelos siempre hablando de sus batallitas! Dijo un digital, muy guaperas.
En aquel momento, un reloj de cuco (de pared) comenzó a cantar y los demás protestaron: unos, haciendo sonar sus despertadores, otros, con las músicas que llevaban incorporadas, y un tercer grupo, a gritos.
¡Venga, a cantar a otro lado!
¡Por favor, que estamos hablando!
¡Ya está este alardeando de voz!
¡Que pesado eres!
¡Vaya latazo!
Ante tanto jaleo y griterío, el cuco de pared exclamó ¡No entiendo a qué viene tanto escándalo. A estas horas no viene mal un poco de arte, vamos… creo yo!
Al oír esto, tanto los nuevos como los viejos se pusieron a reír y a decir cada uno la suya.
¿A esto llamas arte? Preguntó uno, con retintín.
¡Tú que sabrás de arte! Dijo otro.
¡Si esto es arte…! Añadió un tercero.
Un cuarto, agregó ¡Menudo arte, cantar cucú, cucú!
¡Si te oye el dueño de algún gran teatro igual te contrata para que formes un trío al lado de dos tenores! Agregó a carcajadas, un quinto.
¡Ya os podéis reír tanto como queráis…! Siguió diciendo el cuco ¡Pero que sepáis que el canto es un arte!
¡Sí, es verdad que el canto es un arte pero lo tuyo es equiparable al canto del gallo! Dijo con su típica chulería el de color gris ¡El mismo arte que tiene la susodicha ave, tienes tú!
¡Eres un grosero! Respondió malhumorado el de pared.
¡Simplemente digo la verdad! Contestó él siguiendo en tono chulesco.
¡Cambiando de tema…! Dijo el de color rojo intentando rebajar la tensión ¡Esta mañana he escuchado decir a don Ramón que le van a traer relojes nuevos hechos con piezas recicladas de automóviles, CD´s, discos de vinilo, papel de revistas y otros objetos!
¡Ya no saben qué hacer! Respondieron a coro, algunos.
¿Y tendremos que convivir con semejantes rarezas? Preguntó por preguntar el de acero inoxidable.
¡Hoy todo les da igual…! Empezó diciendo en su acostumbrado tono alto, el dorado ¡En mi juventud, la belleza y la calidad importaban muchísimo. Hoy está de moda lo nunca visto, aunque sea estrambótico, grotesco, extraño, extravagante y ridículo, lo que importa es que no esté visto… esto es terrible!
Entonces, uno de los nuevos intervino, diciendo ¡Los tiempos cambian, hay que renovarse, no nos vamos a quedar estancados en los años catapún!
¡NO ES ASUNTO DE QUEDARSE EN LOS AÑOS CATAPÚN…! Contestó a gritos el dorado ¡SE TRATA DE TENER BUEN GUSTO, COSA QUE HOY SE HA PERDIDO TOTALMENTE…! Y bajando algo la voz, añadió ¡Esto no puede ser, a
mi amo le escuché decir que hay gente que va a los conciertos de música clásica vestidos con pantalones tejanos, pero por Dios ¿cómo hay quién se atreve a ir a los conciertos en tejanos? pero ¿en qué mundo estamos viviendo?
¡Tranquilízate dorado…! Exclamó el de plástico azul ¡Con tanto acaloramiento puede saltarte alguna pieza!
¡A MI NO ME PUEDE SALTAR NINGUNA PIEZA, eso a ti, a saber dónde te han fabricado!
Nuevamente, todos volvieron a quedar en silencio hasta que el de madera, riendo dijo
¡Me estoy acordando la de veces que mis dueños han llegado tarde por olvidarse de cambiarme la pila!
Al escuchar esto, los de segunda mano comenzaron a reír y a hablar todos al mismo tiempo.
¡La de cosas que he visto por este motivo…! Dijo el de color gris.
¡Yo me mondaba de risa viendo a mi dueña vistiéndose a toda prisa…! Añadió el de acero inoxidable ¡En una ocasión se fue con las zapatillas y al cabo de diez minutos regresó para ponerse los zapatos!
¡Pues ya os podéis imaginar las situaciones que yo he vivido…! Empezó diciendo con sorna el de color rojo ¡No me preguntéis por qué, porque no lo sé, pero siempre coincidía que la pila se me acababa en día laborable. Entonces en casa todo eran prisas y gritos. Los niños se iban al colegio sin lavarse y sin desayunar y mis dueños marchaban a trabajar de la misma manera, y encima, se enfadaban echándose la culpa el uno al otro por no haberme cambiado la alcalina…!
¡Ese es un problema que yo no tengo, funciono con un motor de resorte de ocho días de cuerda! Explicó el señoritingo dorado.
Después de escuchar este comentario, el de color gris replicó ¡Pues peor lo pones, con las prisas actuales si la gente tuviera que estar pendiente de darnos cuerda cada semana, los olvidos y enfados no se acabarían nunca!
¡SERÍA TODO LO CONTRARIO…si estuvieran acostumbrados a darnos cuerda no se olvidarían. Ahora, como las pilas duran un tiempo y no saben el día que se acaba, pues pasan las cosas que pasan! Concluyó el dorado.
¡Y cuando en primavera y otoño cambian la hora y no se acuerdan de girarnos las manecillas…! Añadió a carcajadas el azul.
Mientras todos reían, el reloj de madera dirigiéndose a los nuevos, dijo ¡Dentro de unos años seréis vosotros los que estaréis aquí contando vuestras batallitas!
¡Huy! ¡Eso habrá que verlo…! Respondió el dorado ¡Hoy las cosas no se hacen para que duren eternamente, ahora duran mientras se está en la caja pagando!
¡Hombre…no les digas esto! Exclamó el de madera.
¡No se preocupe…! Agregó el digital guaperas dirigiéndose al de madera ¡Confío en estar bien fabricado, y si no… pues que se le va a hacer!
El de plástico azul cambió el tema hablando y soñando despierto ¡Me hubiera gustado ser uno de los famosos, como el Big Ben o el de la Puerta del Sol… estar en las alturas y ver como todo el mundo me admira, fotografían y están pendientes de mí… y en la noche de fin de año verme rodeado por las cadenas de televisión, los flashes, la gente famosa…! Y suspirando añadió ¡Que vida tan interesante tienen los que les ha tocado vivir en la cúspide!
Al escuchar esto algunos se pusieron a reír y el de color gris intervino diciendo ¡Confórmate con lo que eres que no sabes cómo les va a los que están en las alturas, allá arriba igual tienen otros problemas que tú no tienes!
¿QUE PROBLEMAS HAN DE TENER NI QUE PROBLEMAS? ¡SI VIVEN COMO REYES…! Aseguró a gritos el dorado, y continuó ¡ESTÁN CUIDADOS Y MIMADOS POR LOS MEJORES RELOJEROS. EL GRAN RELOJ DE WESTMINSTER ESTÁ DISEÑADO DE TAL FORMA QUE SUS AGUJAS NO LAS ALTERA NINGÚN FACTOR ATMOSFÉRICO (Aunque también es cierto que ha tenido algunos incidentes a lo largo de su historia). MARCA EL TIEMPO CON ABSOLUTA PRECISIÓN Y ES ADMIRADO POR EL MUNDO ENTERO…Ya me gustaría a mí estar en su lugar y más ahora que quién sabe adónde iré a parar!
¡No sé…! Agregó el gris hablando con su habitual parsimonia ¡Igual allá arriba tienen frio o calor dependiendo de la estación, mientras que nosotros dentro de casa estamos calentitos con calefacción, o pueden tener otros problemas que nosotros no tenemos…yo que sé!
¡VENGA YA, NO DIGAS TONTERÍAS…! Dijo el dorado manifestando incredulidad, y un poco más pausado, explicó ¡En Madrid, la torre de la Real Casa de Correos tiene un sistema de aire acondicionado que al reloj no le afecta para nada la temperatura exterior, tiene la misma temperatura en verano que en invierno!
¡Tengan problemas o no, sigo pensando que me hubiera gustado ser uno de los grandes…! Prosiguió el azul y dirigiéndose al de color gris, añadió ¡Tú estabas con calefacción pero te puedo asegurar que más frío y calor del que yo he pasado dentro de casa, no creo que lo pasen el Big Ben y compañía. Mi amo siempre tenía calor y en casa no había ni siquiera un triste calefactor!
¡ESTOY HARTO DE OIR BIG BEN, BIG BEN. PERO POR DIOS, EL RELOJ NO SE LLAMA BIG BEN…! Dijo el dorado, al azul ¡BIG BEN ES EL NOMBRE DE UNA DE LAS CINCO CAMPANAS QUE HAY EN LA TORRE DEL RELOJ…! Y bajando la voz, agregó en tono algo burlón ¡Que ya somos mayorcitos y podemos tener un poquitirrín más de cultura! Después de una pausa, sonriendo explicó ¡Acabo de recordar una anécdota que escuché contar a mí amo. En una de las ocasiones que visitó Londres, se le acercó un turista preguntando si el Gran Reloj de Westminster (que es así como se llama y no Big Ben), iba bien, imaginaros la cara que puso mi dueño ante tal paleto…es que los hay…!
¡Hablando de anécdotas…! Empezó el de color rojo ¡Me has hecho recordar que el relojero que me reparaba, les decía a mis dueños (cuando éstos me iban a recoger y preguntaban qué era lo que se me había estropeado), que me había tenido que operar de apendicitis, o que había tenido anginas, la gripe, o cualquier otra cosa de este estilo. Ni os cuento las risas y los comentarios que sobre esto hacían en casa!
¡Si ya digo yo que los hay…! Concluyó el dorado.
¡CHICOS, CHICOS…! Gritó el cuco de pared ¡Don Ramón está abriendo la persiana!
Y llegó la hora de abrir la tienda. Durante el día los medidores del tiempo estaban pendientes de las personas que se acercaban a mirar el escaparate y de las que entraban a comprar. Los miedos y las ilusiones por saber quiénes serían sus dueños, se entremezclaban, con la esperanza de llegar a estar, en buenas manos.
Autora del cuento: Montserrat Martínez Vila

 
Gracias, un cuento muy entretenido para una F1 muy aburrida.

curiosamente conozco a todos y cada uno de los relojes.

Mi enhorabuena a la autora:ok::
 
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