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Cosas del verano ( relato contra el frio )

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SKELETON

Quasi-forer@
Sin verificar
Sucedió una mañana de verano, en una playa nudista……<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
Allí estaba toda ella tumbada sobre las rocas, como todos los días, con su cuerpo desnudo al sol, estaba rica la “china“, era el momento ideal para atacar y ya tenía la estrategia preparada. Me colocaría de tal forma que le taparía el sol sobre la cara, al sentir la sombra abrirá los ojos, verá mi imagen a contraluz, como si se tratase de una aparición celestial, y en ese momento en que se encontrara turbada, aprovechando el factor sorpresa le pediré fuego, y ya esta en el bote. No puede fallar. <o:p></o:p>
Así es que cojo el paquete de cigarrillos, peino la cresta, aprieto la muñequera, me pongo las zapatillas y como dice la canción “con ese tumbáo que tienen los guapos al caminar” me dirijo hacia donde se encuentra; por ahora todo perfecto. Mientras voy caminando estudio la posición del sol y cual va a ser el lugar idóneo para proyectar mi sombra sobre su rostro, pero maldición, la zona perfecta la ocupa una roca de dimensiones considerables, y no voy a colocarme encima, pues aparte de que parecería la estatua de Don Cristóbal Colón señalando con el dedo, tendría que pedirle fuego a gritos, y lo mas probable es que pensase que estoy loco de atar. Pero bueno, no está todo perdido, puedo apreciar un huequecillo entre ella y la piedra desde donde puedo llevar a cabo el plan, apoyado indolentemente sobre el nefasto pedrusco, como con mas chulería.<o:p></o:p>
Ya colocado, el sol comienza a ejecutar su parte en el plan y finalmente sus ojos se abrieron.<o:p></o:p>
- Hola muñeca ¿me enciendes el cigarrillo?. Se me han mojado las cerillas y no me prende ninguna.<o:p></o:p>
Sencillamente perfecto, desconcertada apenas pudo balbucear un “si, claro”. Saco un cigarro del paquete y se lo ofrezco.<o:p></o:p>
- Son bastante fuertes, tabaco de hombres, ya sabes, pero si quieres uno, toma.<o:p></o:p>
Es el golpe maestro. Hay que demostrar la virilidad, eso a las mujeres les gusta, quedamos pocos machos y tenemos que darnos a conocer.<o:p></o:p>
Miró el paquete y me indicó que no quería, que no fumaba “parte pechos”.<o:p></o:p>
- Pues yo es lo único que fumo, los demás no tienen sabor para mí - le dije arrastrando las palabras- y además los apuro hasta el filtro, nada de dejarlos a medias, porque al final es cuando mejor saben.<o:p></o:p>
- Chico, que duro eres. Me contestó casi con admiración.<o:p></o:p>
- Eso no es nada, hay veces en que me fumo primero el filtro para curtir el pecho.<o:p></o:p>
- Me lo creo, me lo creo.<o:p></o:p>
Una sonrisita entreabrió sus labios. Sabía que desde ese momento me adoraba.<o:p></o:p>
- Bueno, rubia, ¿me das fuego ya?.<o:p></o:p>
- Vale hombre, tranquilo, no te me excites. Espera que lo encuentre.<o:p></o:p>
Mientras que sin dejar de mirarme rebuscaba en su capazo de playa, me di cuenta del fallo. El cigarrillo que le ofrecí y no aceptó, lo tenía yo ahora entre mis dedos, con el filtro apuntando hacia ella. Le había dicho que en ocasiones me fumaba el filtro y no podía volverme atrás.<o:p></o:p>
Ahora me veía como un capullo, con las pelotillas al viento, en cuclillas y a punto de envenenarme.<o:p></o:p>
Ay Virgencita, que el encendedor sea de esos baratos de propaganda, que con el viento que hace no pueda encender bien y salga de esta, pensaba yo mientras se me erizaba el espinazo de terror. Pero no, la muy pécora sacó uno de esos mecheros americanos de gasolina, que lo mismo te encienden un cigarrillo que sirven para calentar el café.<o:p></o:p>
Levantó la caperuza, y ese “clic” metálico me sonó a tañido lóbrego, giró la rueda y en su mano apareció una llama que con la brisa que hacía era lo mas parecido al pebetero olímpico.<o:p></o:p>
Me puse el cigarrillo entre los labios, para que no viera como me temblaba la mano, apreté el culo, sonreí de medio lado, cerré los ojos y lo encendí.<o:p></o:p>
Tragar el humo y escapárseme un sonoro pédo fue todo uno. Era como si me hubiera metido entre pecho y espalda la llama de un soplete de acetileno, y no había en toda la playa suficiente oxígeno para mi. Cuando me incorporé traté de mantener la sonrisa, mas bien rictus cadavérico, pero mis músculos apenas si podían contener el terrible golpe de tos que me subía como una erupción volcánica, empujado por el humo y trozos de mis pulmones. Ladee la cabeza y entre estertores, convulsiones musculares y demás músicas corporales, unas volutas amarillentas salieron disparadas de mi boca, silbando como si mis labios fuesen el pitorro de la válvula de una olla a presión, acompañado de una especie de rugido infrahumano, lo mas parecido al que hace un león en celo.<o:p></o:p>
Me apoyé como pude en la bienhechora roca, porque si no me descalabro del golpe, y traté de sentarme con la mayor dignidad posible, aunque por el dolor de mis nalgas, creo que me desplomé como una breva madura, morado y con los ojos que se me salían de su sitio.<o:p></o:p>
Me tumbé a su lado, cerré los ojos e intenté disimular.<o:p></o:p>
Diosss, que momento, parecía que el sonido del mar lo tuviera dentro de mi cabeza, su voz la escuchaba muy en la lejanía y cada vez que respiraba mi pecho hacia un ruido muy raro. Asentía o negaba con la cabeza o por gestos a sus palabras, porque cada vez que intentaba articular algún sonido, de mi garganta salía una especie de vagido lastimero, parecido al que emite una gaita cuando se desinfla.<o:p></o:p>
Poco a poco fui recuperando la compostura, y cuando pude abrir los ojos vi su rostro, que me sonreía de igual forma que una víbora puede sonreír a su presa.<o:p></o:p>
- ¿Te encuentras bien, corazón?. Me preguntó con dulzura, aunque creo que había algo de ironía en sus palabras.<o:p></o:p>
Estaba echo polvo, pero iba a tratar de incorporarme para contestar a su pregunta. Una vocecita aflautada empezaba a salir de mi boca, cuando en ese momento llegó del agua una especie de armario ropero de casi dos metros de altura, con las manos como quesos de grandes, que se le acercó, le dio un par de besos y se puso a hablar animadamente con ella.<o:p></o:p>
Yo trataba de adivinar lo que decían, aunque por la cara con que me miraban supongo que estarían hablando de mí. Le estaba contando la película de los hechos, no había duda. Aquel estaba observándome como el que ve a un bicho raro, llevándose las manos a la cabeza de vez en cuando y ahogando alguna que otra carcajada ante los gestos y explicaciones elocuentes de ella.<o:p></o:p>
Ya lo que me faltaba, después de haber hecho el indio no me la voy a poder ligar. Estuvieron de palique un rato, y aquella montaña de masa muscular y fibra le recogió sus pertenencias.<o:p></o:p>
Ya cuando se marchaban ella me mando un saludo, y los dos una carcajada.<o:p></o:p>
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Desde mañana fumo sin filtro. <o:p></o:p>
 
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