Sanza
Baneado
Leed la otra antes, jodios...
Nos separan las bragas de la hermanísima, porque es lo único que parece llevar puesto, aunque le insiste a su marido en que está vestida, y la aparición de la elementa quita inmediatamente la borrachera a mi contrincante, que la emprende con la recién llegada, mientras mi señora enfurruñada se va musitando por el pasillo “mierda mierda mierda”…pues comprende finalmente que su vestido acabará indefectiblemente arrinconado ante las hechuras de las piernas y el culo de su hermana…y no hay nadie más capacitado en este mundo para opinar de hechuras, composturas, curvas, clotoides, sudor y miradas que yo, cuando no me vigilan (y culos y tetas aunque está mal decirlo en la noche esta…)
Pero ahora me vigilan y me llevan a empellones a ver a mi suegra, que se afana en la cocina con un instrumento raro y eléctrico que espero sólo utilice con la comida y nunca de forma personal…
Insisten (me gritan) en que corte el jamón, y a regañadientes cojo el cuchillo y los miro con cara de loco, así que me dejan tranquilo en la mesa y creo que se van a destripar al gato, o quizás están cantando villancicos, pero me da igual porque esto me entretiene y estoy solo.
Yo parto el jamón muy fino, muy pequeño, le meto grasa al corte y me esmero todo lo posible, porque es una de las pocas actividades relacionadas con la cocina que también daría para discutir con otros hombres, o con mi cuñado, que está completamente fuera de esta categoría por cierto malentendido con travestis en su despedida de soltero, propiciado por mí y por Tonina, “la tres patas”.
Pero no está, así que no puedo presumir o insultarle, o las dos cosas, y paso cerca de media hora cortando jamón mientras veo la tele…aquí hay tele hasta en la terraza…y disfruto como un poseso viendo a Jose Luis López Vazquez en Somos intentando someter a una sueca, a lo que todos entendemos como una sueca. Es seguramente el mejor actor de este mundo, y se lo digo al de al lado, pero resulta que es un geranio y claro, no me responde, aunque parece estar por su expresión muy de acuerdo.
No sé cómo estos hijoputas de ahora piden dinero, si Pajares y Esteso y “Saza” y Alfredo Landa son la leche y (miro a los lados, mi mujer no está y nadie me va a llamar facha o machista o escupirme) shhhhhh…le digo de nuevo al geranio.
Creía que sonaba en estéreo, pero no, es la insolvente que me está chillando en el oído bueno y no sé por qué, me señala el plato y lo miro incrédulo, porque está vacío, y me doy cuenta de que me he comido todo y además he estado repartiendo con el perro, que me cae bien porque un día se meó en el tren eléctrico de mi suegro, y luego intentó copular con la estación de tren, que al parecer tenía un tamaño y orificios adecuados.
Le dejo el cuchillo, dándome a la vez cuenta de mi error, y creo que durante un segundo piensa seriamente en caparme pero debe frenarla el tema de tener que limpiar luego o algo, y estoy casi seguro de que el perro, “Pichucas”, me defendería
Así que esta metedura de pata me lleva a tener que cambiar de estancia, y enfrentarme al resto de la familia, aunque como un iluso había planeado no verlos en toda la noche…necio de mí…
Mi suegra es una mujer, lo cual siempre hay que aclararlo, y mi suegro no tiene un duro…así que como soy firme partidario de que como para conocer como irán las cosas dentro de veinte años, hay que fijarse en el culo de la madre – estoy preocupado, llevo poco rato y ya he dicho culo varias veces, va a ser una día muyyy largo- y la cartera del padre, el día de la boda estuve llorando mucho tiempo y tuve la suerte de que lo confundieran con emoción, pues ese día había más cuchillos y más jamones (pagaba yo).
Viene y me da dos besos, con cierto gesto de repugnancia (he dejado que el perro me lama la cara en señal de agradecimiento, y antes creo que estaba acicalándose el tema que utiliza con el trenecito), pero a la vez me entrega una cajita pequeña envuelta en papel dorado con un lacito, y me enternece tanto que le voy a dar dos besos más, pero aparta la cara de las babas del perro sobre la mía…
Lo desenvuelvo muy concentrado, feliz, sorprendido, y casi estoy tan entusiasmado que no oigo el Cristo que me monta, pues se ve que es una cosa que quiere que cuelgue del árbol y que no es para mí y que si estoy bebido y que de dónde saca papel a estas horas, y me da tiempo a ver que era un puto maquinista en miniatura para el puñetero tren…
Intento con todas mis fuerzas dejar de comentarle que el perro ya tiene suficientes muñecos para follarse, y ella confunde mi congestión con arrepentimiento, se aplaca, y me dice que baje al chino a ver si venden papel de regalo, “gilipollas”.
Ni adrede me sale tan bien. Abandono el zoo, y voy donde me dicen. Mi idea principalmente era ir a un bar a trasegar cerveza y decir que no había papel, o que estaba cerrado, o que era muy caro, o que me había atropellado el trineo de Papa Noel, o todo junto, pero no hay bares a la vista y me planto en el chino (es decir, un todo a cien que tiene de todo y abre todo el año y nos parece mejor que las tiendas de árabes o rusos o lo que sea).
Hay un chino bajito y con gafas, que habla español mejor que yo, que me dice que Felices Fiestas y que si quiero comprar algo que me hace enfadar muchísimo, porque en principio creí que era un alargador de penes pero se trata de un chisme de hacer pompas con la cara de Mazinger Z, lo cual me parece un invento extraordinario, pero pienso en la bronca que me echarán por comprar tonterías y me abstengo.
Iba a preguntarle por el dichoso papel, pero hay una china impresionante al fondo y le dejo plantado con la palabra en la boca y voy –corro- hacia la china y le pido papel, y tijeras y cinta y de todo, pero la chica no habla ni una palabra de español y pone cara de extrañeza. El chino me ha alcanzado y me da la tabarra, pero le ignoro y me centro en que me entiendan los ojos esos rasgados bajo el flequillo y las coletas interesantes, y tiene la boca y los labios pequeños, y eso esta vez me gusta y repito demasiadas veces la palabra tijera y creo que empieza a asustarse.
El puñetero chino me coge del brazo y me dice que es una clienta, y ya totalmente disuadido de tener una aventura extramatrimonial con una asiática quince años más joven que yo, me voy a la caja con todo lo que he pedido, pues el chino cabrón ha tomado buena nota y me endosa todo el pedido, aunque no me acuerdo de haber mencionado un cortador de pelos para la nariz.
Claro, cuando ya en la realidad me doy cuenta de que me tocará volver al suplicio, pierdo más tiempo del necesario con el tipo este en la caja, que apoya la cara en su mano, sonríe, y como me hace más caso que la colegiala de antes me pongo nervioso y salgo dando saltitos, de forma involuntaria.
Tengo que acordarme de no volver a este sitio, y de mandar a alguien a por las pompas de Mazinger.
Y “pa” la cena de nuevo.
Nos separan las bragas de la hermanísima, porque es lo único que parece llevar puesto, aunque le insiste a su marido en que está vestida, y la aparición de la elementa quita inmediatamente la borrachera a mi contrincante, que la emprende con la recién llegada, mientras mi señora enfurruñada se va musitando por el pasillo “mierda mierda mierda”…pues comprende finalmente que su vestido acabará indefectiblemente arrinconado ante las hechuras de las piernas y el culo de su hermana…y no hay nadie más capacitado en este mundo para opinar de hechuras, composturas, curvas, clotoides, sudor y miradas que yo, cuando no me vigilan (y culos y tetas aunque está mal decirlo en la noche esta…)
Pero ahora me vigilan y me llevan a empellones a ver a mi suegra, que se afana en la cocina con un instrumento raro y eléctrico que espero sólo utilice con la comida y nunca de forma personal…
Insisten (me gritan) en que corte el jamón, y a regañadientes cojo el cuchillo y los miro con cara de loco, así que me dejan tranquilo en la mesa y creo que se van a destripar al gato, o quizás están cantando villancicos, pero me da igual porque esto me entretiene y estoy solo.
Yo parto el jamón muy fino, muy pequeño, le meto grasa al corte y me esmero todo lo posible, porque es una de las pocas actividades relacionadas con la cocina que también daría para discutir con otros hombres, o con mi cuñado, que está completamente fuera de esta categoría por cierto malentendido con travestis en su despedida de soltero, propiciado por mí y por Tonina, “la tres patas”.
Pero no está, así que no puedo presumir o insultarle, o las dos cosas, y paso cerca de media hora cortando jamón mientras veo la tele…aquí hay tele hasta en la terraza…y disfruto como un poseso viendo a Jose Luis López Vazquez en Somos intentando someter a una sueca, a lo que todos entendemos como una sueca. Es seguramente el mejor actor de este mundo, y se lo digo al de al lado, pero resulta que es un geranio y claro, no me responde, aunque parece estar por su expresión muy de acuerdo.
No sé cómo estos hijoputas de ahora piden dinero, si Pajares y Esteso y “Saza” y Alfredo Landa son la leche y (miro a los lados, mi mujer no está y nadie me va a llamar facha o machista o escupirme) shhhhhh…le digo de nuevo al geranio.
Creía que sonaba en estéreo, pero no, es la insolvente que me está chillando en el oído bueno y no sé por qué, me señala el plato y lo miro incrédulo, porque está vacío, y me doy cuenta de que me he comido todo y además he estado repartiendo con el perro, que me cae bien porque un día se meó en el tren eléctrico de mi suegro, y luego intentó copular con la estación de tren, que al parecer tenía un tamaño y orificios adecuados.
Le dejo el cuchillo, dándome a la vez cuenta de mi error, y creo que durante un segundo piensa seriamente en caparme pero debe frenarla el tema de tener que limpiar luego o algo, y estoy casi seguro de que el perro, “Pichucas”, me defendería
Así que esta metedura de pata me lleva a tener que cambiar de estancia, y enfrentarme al resto de la familia, aunque como un iluso había planeado no verlos en toda la noche…necio de mí…
Mi suegra es una mujer, lo cual siempre hay que aclararlo, y mi suegro no tiene un duro…así que como soy firme partidario de que como para conocer como irán las cosas dentro de veinte años, hay que fijarse en el culo de la madre – estoy preocupado, llevo poco rato y ya he dicho culo varias veces, va a ser una día muyyy largo- y la cartera del padre, el día de la boda estuve llorando mucho tiempo y tuve la suerte de que lo confundieran con emoción, pues ese día había más cuchillos y más jamones (pagaba yo).
Viene y me da dos besos, con cierto gesto de repugnancia (he dejado que el perro me lama la cara en señal de agradecimiento, y antes creo que estaba acicalándose el tema que utiliza con el trenecito), pero a la vez me entrega una cajita pequeña envuelta en papel dorado con un lacito, y me enternece tanto que le voy a dar dos besos más, pero aparta la cara de las babas del perro sobre la mía…
Lo desenvuelvo muy concentrado, feliz, sorprendido, y casi estoy tan entusiasmado que no oigo el Cristo que me monta, pues se ve que es una cosa que quiere que cuelgue del árbol y que no es para mí y que si estoy bebido y que de dónde saca papel a estas horas, y me da tiempo a ver que era un puto maquinista en miniatura para el puñetero tren…
Intento con todas mis fuerzas dejar de comentarle que el perro ya tiene suficientes muñecos para follarse, y ella confunde mi congestión con arrepentimiento, se aplaca, y me dice que baje al chino a ver si venden papel de regalo, “gilipollas”.
Ni adrede me sale tan bien. Abandono el zoo, y voy donde me dicen. Mi idea principalmente era ir a un bar a trasegar cerveza y decir que no había papel, o que estaba cerrado, o que era muy caro, o que me había atropellado el trineo de Papa Noel, o todo junto, pero no hay bares a la vista y me planto en el chino (es decir, un todo a cien que tiene de todo y abre todo el año y nos parece mejor que las tiendas de árabes o rusos o lo que sea).
Hay un chino bajito y con gafas, que habla español mejor que yo, que me dice que Felices Fiestas y que si quiero comprar algo que me hace enfadar muchísimo, porque en principio creí que era un alargador de penes pero se trata de un chisme de hacer pompas con la cara de Mazinger Z, lo cual me parece un invento extraordinario, pero pienso en la bronca que me echarán por comprar tonterías y me abstengo.
Iba a preguntarle por el dichoso papel, pero hay una china impresionante al fondo y le dejo plantado con la palabra en la boca y voy –corro- hacia la china y le pido papel, y tijeras y cinta y de todo, pero la chica no habla ni una palabra de español y pone cara de extrañeza. El chino me ha alcanzado y me da la tabarra, pero le ignoro y me centro en que me entiendan los ojos esos rasgados bajo el flequillo y las coletas interesantes, y tiene la boca y los labios pequeños, y eso esta vez me gusta y repito demasiadas veces la palabra tijera y creo que empieza a asustarse.
El puñetero chino me coge del brazo y me dice que es una clienta, y ya totalmente disuadido de tener una aventura extramatrimonial con una asiática quince años más joven que yo, me voy a la caja con todo lo que he pedido, pues el chino cabrón ha tomado buena nota y me endosa todo el pedido, aunque no me acuerdo de haber mencionado un cortador de pelos para la nariz.
Claro, cuando ya en la realidad me doy cuenta de que me tocará volver al suplicio, pierdo más tiempo del necesario con el tipo este en la caja, que apoya la cara en su mano, sonríe, y como me hace más caso que la colegiala de antes me pongo nervioso y salgo dando saltitos, de forma involuntaria.
Tengo que acordarme de no volver a este sitio, y de mandar a alguien a por las pompas de Mazinger.
Y “pa” la cena de nuevo.
