RYUICHI
Milpostista
Sin verificar
"A pesar de la pequeña estufa de hierro, la tinta se helaba en la mesa plegable del camarote, y yo juzgaba más conveniente bajar a tierra, dar unos cuantos traspiés por el ártico terreno baldío, tiritar en gélidos tranvías y llegarme hasta el centro de la ciudad para escribirles a mis navieros la carta de cada tarde en un lujoso café. Era un lugar inmenso, con dorados y techos altos, tapizado en felpa roja, lleno de luces eléctricas, y tan bien calentado que hasta las mesas de mármol resultaban tibias al tacto. El camarero que me servía mi taza de café adquiría, por contraste con mi soledad profunda, el aspecto querido de un amigo íntimo. Allí, aislado en medio de un gentío bullicioso, escribía lentamente una carta dirigida a Glasgow que en esencia venía a decir: No hay cargamento y, aparentemente, tampoco perspectivas de que llegue ninguno hasta el fin de la primavera. Y durante todo el tiempo en que permanecía allí sentado, la obligación de tener que volver al barco oprimía con fuerza mis ya medio congelados ánimos: las tiritonas en tranvías gélidos, los traspiés por el terreno baldío jaspeado de nieve, las visiones de barcos helados en fila que se me representaban vagamente como cadáveres de negros bajeles en un mundo blanco, tan silenciosos, tan sin vida, tan sin alma parecían."
Joseph Conrad, "El espejo del mar", traducción de Javier Marías.
Saludos y buenas lecturas para 2014,
Joseph Conrad, "El espejo del mar", traducción de Javier Marías.
Saludos y buenas lecturas para 2014,
Última edición: