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Duke Ellington en Newport

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[...] Entre 1951 y 1955 la orquesta conoce cierta decadencia, motivada por el auge del estilo bebop y por las formaciones en pequeño combo. Todas las big bands de este período se acaban deshaciendo y Ellington es el único que consigue mantener la suya a flote. Los salarios de los músicos han aumentado y los clubs prefieren contratar pequeños grupos para no aumentar el presupuesto. Tras haber tenido grandes músicos a finales de los cuarenta, la mayoría marcha en busca de nuevas formaciones. La ausencia más notable fue la de Johnny Hodges que decidió emprender su carrera en solitario, en la que no obtuvo tan buenos resultados como los conseguidos en el seno de la orquesta. La pérdida de Hodges replanteó la situación y Duke y Strayhorn empezaron a crear composiciones que tenían a la orquesta como eje solista. Los arreglos se complicaron más y la orquesta en conjunto cobró un papel protagonista como aparece en composiciones como «The tattoed bride» y «Pretty and the wolf». En estas obras, sin embargo, destaca el clarinete de Jimmy Hamilton, músico que entró en sustitución de Barney Bigard y fue capaz de dar al instrumento una gran presencia en la orquesta.

1955 fue el año de recuperación para la banda. Después de haber luchado contracorriente, Ellington vuelve a sacar a flote la banda con el regreso de Hodges y con la incorporación de dos grandes músicos, el batería Sam Woodyard y el saxo tenor Paul Gonsalves. Duke Ellington vuelve a tener una buena sección rítmica, con Woodyard y Jimmy Woode al contrabajo, y un buen plantel de solistas, con el recuperado Hodges, el recién descubierto Jimmy Hamilton y la nueva fuerza de Paul Gonsalves. Sam Woodyard fue para muchos críticos el mejor batería que jamás tuvo la orquesta. Su estilo polivalente le permitía tocar de igual manera tanto piezas de concepción rítmica africana como en el más puro estilo swing. Paul Gonsalves venía de las orquestas de Basie y Gillespie y tuvo problemas para encajar en la banda debido a la gran influencia y admiración que sentía hacia Ben Webster. Paul poseía un marcado acento bop y Duke aprovechó en algunas ocasiones esta faceta para componer números en este estilo, lo que siempre fue un reto para él. Paul Gonsalves también se expresaba magníficamente en temas con sabor latino, como se demuestra en la grabación del álbum «Afrobossa», en el que destacó como un gran intérprete de baladas.

Ahora bien, el punto culminante de su carrera fue el Festival de Newport. Para esta ocasión Ellington compuso una suite expresamente dedicada al festival, que se estrenaría en su escenario, además de ser grabada en disco. El programa para la actuación se completaba con un vehículo para el lucimiento del saxo de Johnny Hodges, «Jeeps blues» y la pieza «Diminuendo y crescendo in blue», que había recobrado Ellington para el recién llegado Gonsalves. Aquel año en Newport se dieron cita los más grandes artistas de jazz de la época como Dave Brubeck, Count Basie y otros. Aunque en el repertorio de Ellington «Jeeps blues» y «Newport Jazz Festival suite» eran de grandísima calidad, ambas se vieron ensombrecidas por el gran solo de Paul en «Diminuendo and crescendo in blue». Este tema había sido interpretado en pocas ocasiones por Paul, que no tenía una línea fija marcada para el solo. Pero Duke recordaba muy bien una interpretación de Paul en el Birdland donde realizó unos compases finales increíbles. Poco antes de entrar al escenario Duke habló con Gonsalves y le dijo: «...Paul, ¿te acuerdas de ese número que tocamos en el Birdland?» «Sí», le contestó. «Eso es lo que quiero que toques esta noche. Cuando hayamos terminado la primera parte, te adelantas al frente y tocas todo el tiempo que quieras.»

Con estas instrucciones entró la orquesta en el escenario y, tras los temas ya mencionados, llegó el turno a «Diminuendo and crescendo in blue» como broche final. Desde las primeras notas la orquesta dio muestras del perfecto ensamblaje de todas las secciones y del poderoso ritmo que San Woodyard y Jimmy Woode estaban imprimiendo al tema. Detrás de la orquesta se encontraba uno de los héroes del día, Jo Jones, batería de Count Basie, que para esta ocasión se había unido a Ellington y marcaba por detrás un ritmo lleno de swing. Muchos de los músicos achacan la gran interpretación al swingeante ritmo que Jo Jones estaba marcando desde el fondo del escenario. Cuando llegó el turno de Paul Gonsalves (3:49 min), empezó a hilvanar uno de los solos más in-creíbles de la historia del jazz. El empuje que había recibido de la orquesta le impulsó a realizar frases con una fuerza terrible y con un ritmo endiablado.

Al llegar al séptimo compás la tensión era tan fuerte que una de las espectadoras se levantó de la silla y comenzó a bailar desenfrenadamente. Al instante miles de aficionados la seguían movidos por el ritmo de la orquesta. Aparecieron las palmas y en breves instantes el auditorio se había convertido en una fiesta. A pesar de que no era rock’n’roll, la tensión era similar; el jazz nunca había ofrecido esa imagen ni esa música. La policía local se puso alerta por los posibles incidentes que el solo que realizaba Paul pudiera desencadenar. Los organizadores del festival, desde bastidores, trataban de hacer señas a Duke para que parase. Pero Duke, consciente del efecto desastroso que produciría una interrupción, optó por introducir unos ritmos lentos que desembocaron en unas notas agudas a cargo del especialista Cat Anderson como colofón final.

A la semana siguiente la revista «Time», la más prestigiosa del momento, dedicaba su portada a Duke Ellington como reconocimiento de su actuación en Newport. Los demás músicos del festival reconocieron el nivel que alcanzó la banda de Ellington y no dudaron en reconocerle como el «rey del jazz». La actuación de Gonsalves fue un hito histórico, aunque desgraciadamente el músico no pudo mantener ese gran nivel en sucesivas actuaciones. Newport es posiblemente el punto más alto conseguido por la orquesta.






En Spotify: https://open.spotify.com/track/6Rwf6zMFGJsPkg5G3aJqYx

Espero que os guste 8o
Saludos

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