C
conchapombo
Novat@
Sin verificar
Ya en sus pantallas "Lady O.P. Date, el reloj que corría + que el viento" (II Part)
Algunos conocéis la historia, al menos sus comienzos. Chica con pocos posibles y gran barriga -esto es circunstancial, que conste
- compra rolex por Internet a un forero en un impulso inaplacable (seguro que también circunstancial... es que la circunstancia es ya de nueve meses, casi a término, y toma decisiones por si misma) y recibe en casa un rolex vintage precioso, pero no preciso.
Al poco descubre que adelanta la friolera de un minuto cada hora; 24 minutos al día. Casi na. Llora por las esquinas, pide consejo en este mismo foro y recibe respuesta amable a sus cuitas:que si puede ser de la espiral, que si de la raqueta, que si un golpecito en el traslado... en cualquier caso, que hable con su vendedor. ¿Os suena el culebrón? y... ¿queréis saber cómo acabó la historia (por ahora)? Acomodaos, porque empieza la Segunda Parte de "Lady Date, el reloj que corría más que el viento"
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La vida es como una caja de bombones, decía siempre la madre de aquél... y es una gran verdad. En la caja de bombones que es el foro de Relojes Especiales se deja caer también, cosa que la chica no sabe, el forero que le vendió el reloj. Y lee, suponemos que asombrado, la historia de la compradora desesperada. Él mismo se pone en contacto con ella y le ofrece dos posibilidades: mover algunos hilos para buscarle un relojero de confianza en su ciudad, que lo arregle, cobre lo que tenga que cobrar y, después, devolverle el dinero a la chica ingresándoselo en una cuenta o, si no, que ella lo envíe de vuelta contrarrembolso a la ciudad del vendedor, donde aún está en garantía -de un relojero que no es SAT Rolex, pero que trabaja mucho con esta marca- y que lo miren allí. Los dos convienen que es mejor no andar mareando el reloj por furgonetas y almacenes de empresas de transporte y, finalmente, coinciden en un nombre: compañeros de él y conocidos de ella, cada uno por su lado, les indican que, en la brumosa Santiago de Compostela, el hombre que ha de abrir el rolex sin ser SAT es Federico Mayer, relojero de los de toda la vida de <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1ersonName w:st="on" ProductID="la Ra">la Rúa</st1ersonName> del Villar (cerquita de <st1ersonName w:st="on" ProductID="la Catedral">la Catedral</st1ersonName>). <o></o>
La chica lleva el reloj, pero el relojero no está. Lo recoje una mujer que le asegura: "esto tiene que vértelo el jefe, y hasta mañana no vuelve". Deja allí el reloj como quien deja un bebé el primer día de guardería, y se marcha a casa con la muñeca vacía y la seguridad, casi absoluta, de que tendrá que devolver a Lady Date a su lugar de origen y su sueño de tener un rolex se habrá disipado, por lo menos, hasta que tenga un embarazo gemelar y el antojo sea de tal calibre le dé por comprarse uno nuevo en un SAT.
Al día siguiente, por la tarde, la chica regresa. En la relojería sólo está el que bien podría ser el jefe. Después de indicarle cuál es el reloj en cuestión masculla "ah, sí, aún no lo he mirado. Espera un momento". En un cuartito que se ve perfectamente desde el mostrador de la relojería, el relojero se pone sus gafas, enciende una lamparita y abre el reloj. La chica no ve las manos, tapadas por el pie de la lámpara, pero no parece estar haciendo grandes maniobras. Sin levantar la cabeza, el relojero susurra "¿y dices que adelanta un poco, o mucho?" La chica le comenta que un minuto por hora, que supone que es mucho. Él no contesta. En dos minutos cierra el reloj de nuevo, se levanta y se acerca al mostrador. La chica sabe que le va a decir que no hay mucho que hacer, y que se vaya al SAT... o peor, que se vaya a China a exigirle al fabricante que le devuelva las cuatro perras que habrá pagado por esa lata con forma de reloj. Pero el relojero no dice nada. Mira su propio reloj y pone en hora el viejo y precioso Lady O.P Date. Se lo entrega por encima del mostrador y le dice "creo que debería estar". La chica coge el reloj y mira la esfera... sí, está en hora, pero porque lo acaban de ajustar... "¿entonces ya está?", se atreve a decir... "Sí. He mirado la espiral y no tiene vueltas pegadas, ni aceite, ni nada. Se ve que te lo acaban de arreglar hace poco, ¿no? La raqueta tampoco es, ni se ha llevado golpes. Así que puede ser que se haya imantado. Lo he desimantado, y supongo que ahora irá bien"... ¿Imantado? Aquello sonaba como a chiste... como el dueño de un taller de instrumentos de música que la chica conocía y que casi siempre acababa diciendo "na, esto con un poco de secador se arregla, es que le ha entrado humedad", fuese un saxo tenor o un piano... y normalmente no se equivocaba. "¿Cuánto le debo? Dijo la chica, sin dejar de mirar el reloj?" "Nada", respondió él, que todavía llevaba las gafas de aumento, como la linterna del casco de un minero, ceñidas al cráneo por encima de la frente. Ella no acababa de creerse que fuese tan fácil. "¿Y si adelanta?"… "No lo creo" replicó el joyero "pero si mañana notas que se ha desfasado, me lo traes otra vez"...<o></o>
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Hasta aquí la historia. Hoy es mañana. Creo que Lady Date adelanta aún un poco, unos diez segundos desde que lo puse en hora por
ayer por la tarde. O tal vez me esté volviendo paranoica... No sé si es o no normal, pero desde luego es un gran avance. De todos modos, tengo a la pequeña Lady D. en observación. El viernes volveré a comprobar cómo va el desfase y, en cualquier caso, volveré a visitar al relojero –hoy no fui, porque me tocó hospital, esas cosas que pasan cuando la “circunstancia” está ya casi fuera de cuentas…- para decirle cómo va su paciente y para llevarle unos bombones, por las molestias y por no haberme cobrado nada. Eso, si no me surgen otros trabajos impepinables que podéis imaginar. <o></o>
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Bueno. A la espera de <st1ersonName w:st="on" ProductID="la Tercera Entrega"><st1ersonName w:st="on" ProductID="la Tercera">la Tercera</st1ersonName> Entrega</st1ersonName> de <st1ersonName w:st="on" ProductID="la Saga Lady"><st1ersonName w:st="on" ProductID="la Saga">la Saga</st1ersonName> Lady</st1ersonName> Date, os dejo en suspense hasta el viernes.
Algunos conocéis la historia, al menos sus comienzos. Chica con pocos posibles y gran barriga -esto es circunstancial, que conste
- compra rolex por Internet a un forero en un impulso inaplacable (seguro que también circunstancial... es que la circunstancia es ya de nueve meses, casi a término, y toma decisiones por si misma) y recibe en casa un rolex vintage precioso, pero no preciso. Al poco descubre que adelanta la friolera de un minuto cada hora; 24 minutos al día. Casi na. Llora por las esquinas, pide consejo en este mismo foro y recibe respuesta amable a sus cuitas:que si puede ser de la espiral, que si de la raqueta, que si un golpecito en el traslado... en cualquier caso, que hable con su vendedor. ¿Os suena el culebrón? y... ¿queréis saber cómo acabó la historia (por ahora)? Acomodaos, porque empieza la Segunda Parte de "Lady Date, el reloj que corría más que el viento"
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ersonName w:st="on" ProductID="la Ra">la Rúa</st1ersonName> del Villar (cerquita de <st1ersonName w:st="on" ProductID="la Catedral">la Catedral</st1ersonName>). <o></o>La chica lleva el reloj, pero el relojero no está. Lo recoje una mujer que le asegura: "esto tiene que vértelo el jefe, y hasta mañana no vuelve". Deja allí el reloj como quien deja un bebé el primer día de guardería, y se marcha a casa con la muñeca vacía y la seguridad, casi absoluta, de que tendrá que devolver a Lady Date a su lugar de origen y su sueño de tener un rolex se habrá disipado, por lo menos, hasta que tenga un embarazo gemelar y el antojo sea de tal calibre le dé por comprarse uno nuevo en un SAT.
Al día siguiente, por la tarde, la chica regresa. En la relojería sólo está el que bien podría ser el jefe. Después de indicarle cuál es el reloj en cuestión masculla "ah, sí, aún no lo he mirado. Espera un momento". En un cuartito que se ve perfectamente desde el mostrador de la relojería, el relojero se pone sus gafas, enciende una lamparita y abre el reloj. La chica no ve las manos, tapadas por el pie de la lámpara, pero no parece estar haciendo grandes maniobras. Sin levantar la cabeza, el relojero susurra "¿y dices que adelanta un poco, o mucho?" La chica le comenta que un minuto por hora, que supone que es mucho. Él no contesta. En dos minutos cierra el reloj de nuevo, se levanta y se acerca al mostrador. La chica sabe que le va a decir que no hay mucho que hacer, y que se vaya al SAT... o peor, que se vaya a China a exigirle al fabricante que le devuelva las cuatro perras que habrá pagado por esa lata con forma de reloj. Pero el relojero no dice nada. Mira su propio reloj y pone en hora el viejo y precioso Lady O.P Date. Se lo entrega por encima del mostrador y le dice "creo que debería estar". La chica coge el reloj y mira la esfera... sí, está en hora, pero porque lo acaban de ajustar... "¿entonces ya está?", se atreve a decir... "Sí. He mirado la espiral y no tiene vueltas pegadas, ni aceite, ni nada. Se ve que te lo acaban de arreglar hace poco, ¿no? La raqueta tampoco es, ni se ha llevado golpes. Así que puede ser que se haya imantado. Lo he desimantado, y supongo que ahora irá bien"... ¿Imantado? Aquello sonaba como a chiste... como el dueño de un taller de instrumentos de música que la chica conocía y que casi siempre acababa diciendo "na, esto con un poco de secador se arregla, es que le ha entrado humedad", fuese un saxo tenor o un piano... y normalmente no se equivocaba. "¿Cuánto le debo? Dijo la chica, sin dejar de mirar el reloj?" "Nada", respondió él, que todavía llevaba las gafas de aumento, como la linterna del casco de un minero, ceñidas al cráneo por encima de la frente. Ella no acababa de creerse que fuese tan fácil. "¿Y si adelanta?"… "No lo creo" replicó el joyero "pero si mañana notas que se ha desfasado, me lo traes otra vez"...<o
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> </o>Hasta aquí la historia. Hoy es mañana. Creo que Lady Date adelanta aún un poco, unos diez segundos desde que lo puse en hora por
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