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Los relojes de los chefs

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ETALPHA

Quasi-forer@
Sin verificar
Os dejo un artículo con los relojes preferidos de Alberto Moya, un buen chef Madrileño.;-)
 
creo que no lo has colgado....
 
son malos de ver....creo
 
Las fotos. No te han salido.
 
Yo se que bordain lleva un ernest benz worldtimer. y hasta ahi llega mi conocimiento.
 
Yo he visto a un cocinero que sale bastante en la tele, un tal Darío Barrio (el del programa de los retos "Todos contra el Chef"), con un Cartier Roadster.
Y al Chef catalán Sergi Arola, parece que es un gran aficionado a los relojes, en sus programas lo he visto con JLC, Hublot, Panerai...
 
Última edición:
no sera que el Gordon Ramsay le borro las imágenes

Saludos
 
Estos cocineros que salen en la tele están manipulando alimentos con relojes y otros avalorios (algunos hasta de piel 8o) :-((

Está prohibido llevarlos en cocinas "comerciales" en donde se sirve el alimento al público.

Qué ejemplo dan ...


.
 
  • #10
A lo mejor las normas del foro no permiten que se pongan enlaces...
Pero no es tan difícil buscar la entrevista googleando, tardas menos que en escribir una respuesta quejándose.
Copio y pego la entrevista:
"Los cocineros siempre tenemos un reloj de trabajo. Además de fácil de leer, el brazalete debe ser de caucho o metálico. Esto es algo que me ha enseñado la experiencia. ¿Sabes que una vez se me cayó uno mientras removía el contenido de una cazuela? Tenía pulsera de piel de cocodrilo y la cola que unía el forro interior se despegó con los vapores. Casi me sale estofado a las finas horas". Alberto Moya (Madrid, 12 de julio de 1966) cuenta sus anécdotas relojeras con la misma vitalidad que le ha convertido en uno de los más activos miembros del mapa gastronómico madrileño.
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OTRAS PIEZAS DE SU COLECCIÓN: BLANCPAIN. El Léman Cronógrafo Flyback, que todavía está en el catálogo de la firma con un precio de 8.700 euros, es un cronógrafo automático flyback con fecha, segundero pequeño y 40 horas de reserva de marcha. Caja de acero de 38 mm y esfera negra. Hermético hasta 100 m. La correa es de piel de becerro.


No se considera coleccionista, aunque calcula que por su muñeca han pasado más de 70 modelos a lo largo de su vida. Desde el año 2000 regenta con su socio Carolo Martín El Bogavante de Almirante, en la madrileña calle homónima. Un local que destaca por las excelentes materias primas, con mención especial del marisco que da nombre al local, y del cual ha elegido una enorme pinza para decorar su reservado. Se inició con Juan Antonio Méndez del restaurante Nicolás de Madrid y con el maestro Luis Irízar, de San Sebastián.
Su trayectoria siguió por diversos establecimientos, entre ellos Cabo Mayor, y ha participado en otros proyectos culinarios en la capital y Barcelona, aunque El Bogavante es, sin duda, su 'niña bonita' junto a El Pepinillo de Barquillo. "En el gremio estamos acostumbrados a llevar relojes porque necesitamos controlar los tiempos en la cocina. Por eso creo que hay tan buenos coleccionistas en el sector como Sergi Arola o Darío Barrio". Asegura que es algo lógico. "Nos gustan las cosas únicas. Es igual que cuando encuentras en el mercado un pez raón. Es carísimo, pero no te puedes resistir a comprarlo y cocinarlo. Valoramos cualquier cosa bien hecha, una pintura, un coche... ". A Alberto también le gustan los vehículos clásicos. Durante muchos años ha conducido un Citroën Tiburón. "Para coleccionar coches antiguos hay que tener muchas ganas de perder el tiempo hablando con mecánicos", dice.
Moya tiene claro el papel que los relojes juegan en su vida. Para él son testigos de diferentes etapas de su trayectoria, algunas superadas y otras aún en marcha. "Ves tu colección y enseguida sabes que hay piezas que ya no te pondrás porque significan algo muy concreto. Hay otros con los que sientes algo especial cuando te lo pones". Se acuerda entonces del Cyma de oro de su abuelo, que se lo regaló cuando cumplió 20 años y, además, fabricó él mismo el brazalete: "Era muy aficionado a la joyería. Me acuerdo mucho de él cuando me lo pongo".
Este componente sentimental no escapa al resto de su colección. "Las piezas vienen y van. Cada una tiene un significado. Siempre me han regalado y también yo he regalado muchas". Recuerda las tres docenas de Swatch que llegó a acumular en los inicios de la marca o el puñado de relojes que compró del Ejército soviético en uno de sus viajes a Rusia. "Eran piezas increíbles, durísimas y con unos diseños que no veíamos en Occidente. Firmas como Novet o Raketa".
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La colección actual de Moya ronda la veintena. La mayoría la tiene depositada en su banco y acude de manera periódica a renovar los modelos. Entre sus firmas preferidas están Jaeger-LeCoultre y TAG Heuer. "Te ofrecen unas máquinas estupendas con una inversión relativamente menor en comparación con otras marcas". Esta preferencia se nota en su lista de adquisiciones. De la manufactura de Le Sentier suma hasta cinco ejemplares. Entre ellos su favorito, un Master Compressor Geographic.
De él valora la facilidad para leer los husos horarios en diferentes países. Pero su elección en este caso también tiene componente emocional. "Me lo regaló un buen amigo y me acompañó en una etapa muy importante de mi vida. Fue un proyecto agotador y excitante que me llevó a visitar durante 12 meses (entre 2007 y 2008) 40 de los mejores restaurantes del mundo". Se realizó en colaboración con la Junta de Andalucía y quedó plasmado en el libro Más que tapas. En él, los cocineros seleccionados realizaban un plato con los ingredientes andaluces que él les proponía. "Fue una experiencia maravillosa. Conocí a magníficos chefs como Lèa Linster, Zhenxiang Dong o Gaston Acurio.
Quien más me llamó la atención por su personalidad y originalidad fue el japonés Seiji Yamamoto. Propone la comida más exquisita que te puedas imaginar. Además, tiene otras curiosidades. Por ejemplo, es un apasionado del cristal. Los vasos de su restaurante los ha fabricado él mismo". El proyecto Más que tapas descubre otra de las actividades de Moya: la promoción de productos españoles en nuestro país y en el extranjero. Pronto viajará a Argentina y Uruguay para esta labor de embajador.
Hoy lleva en su muñeca un Jaeger-LeCoultre Master Compressor Extreme World Chronograph. "Es el más duro que he tenido". Da fe el tremendo golpe que 'luce' en un costado de la caja. "Sin embargo, nunca se ha parado". Su trabajo le da la oportunidad para hablar de su afición con los clientes.
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NOVET. Ejemplar de la firma Poljot que el coleccionista adquirió en un mercadillo ruso que vendía material del Ejército. Tiene caja de acero, movimiento automático con función cronófrafo y escala de taquímetro grabada alrededor del bisel. El cristal es mineral y la correa está hecha con cuero azul.


También ha podido ver cómo la evolución de la economía se reflejaba en las muñecas de los comensales. En los años de bonanza aparecían piezas espectaculares: Audemars Piguet, Franck Muller o Jaeger-LeCoultre eran 'invitados' habituales en sus mesas. "Incluso algún Richard Mille que, calculo, podría costar unos 300.000 €. Hoy se ven piezas más discretas. También sus hábitos de compra han cambiado. "Soy menos impulsivo. Me preocupo más por conocer la historia de cada reloj, de cada firma. Al final lo que te gusta es disfrutar de un buen reloj. Aunque sea sólo pasando a una joyería para ver el mecanismo". Si pudiera elegir, le encantaría tener el Omega Speedmaster que estuvo en la Luna. Más 'realista' es el Gyrotourbillon de Jaeger-LeCoultre: "Pasaría horas contemplando cómo se mueve la esfera del escape. Sería más divertido que ver la televisión". Sin prisa por conseguirlo, disfruta de los que tiene. "El otro día estuve pescando y tenías que ver cómo acabó este reloj, cubierto de vísceras y escamas. Se limpia y listo. Disfruto viendo cómo pierden el lustre y se llenan de arañazos, que no son otra cosa que muestras de nuestras vivencias. No se me ocurriría pulirlos. No hay nada más feo que una correa de piel completamente nueva".
IMPERFECTOS. Alberto tiene que volver a la cocina. Recuerda entonces otro problema que afecta a los guardatiempos en su trabajo. "Usamos bastante las placas de inducción, y éstas crean un campo magnético que puede afectar a los mecanismos". Y añade una última reflexión. "Los relojes no dejan de ser una herramienta donde lo importante es un grado de sofisticación. Ocurre lo mismo que con los cuchillos: la mayoría utiliza piezas de 5 €, y nosotros tenemos algunos que pueden costar 700 €.
La diferencia está en su origen artesanal, que les da un valor extra. Esto supone asumir cierto grado de imperfección, pero es parte de su gracia. Lo mismo pasa con los relojes. ¿Qué atractivo puede tener un cuarzo perfectamente fabricado por una máquina? En mi colección sé los que se adelantan y los que se atrasan. Me gusta que funcionen así. Si elijo un reloj que adelanta asumo esa imprecisión y sé que tengo un pequeño margen si veo que llego tarde a una cita". Por cierto, el que se cayó a la cazuela siguió funcionando. "Lo saqué rápido", ríe.

Si se puede poner el enlace, para ver las fotos, es éste: http://www.fueradeserie.expansion.com/2011/10/31/relojes/1320082317.html

Si el moderador no lo considera oportuno, que me borre el enlace o algo, no sé.
 
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