Claudio
Milpostista
Sin verificar
En los lejanos tiempos de 1929, cuando aún no existía la televisión, algo había que hacer para suplir esa carencia de soporte publicitario, ya que, como se sabe, el hombre, además de ser el único animal sobre la faz de la Tierra capaz de tropezar más de una vez en la misma piedra, también es incapaz de sobrevivir sin recibir una buena dosis diaria de publicidad. Los publicitarios, gente caritativa donde las haya, apiadándose del hombre, creó un soporte publicitario muy ocurrente y que cumplía dos necesidades perentorias del ser humano, cuales son: una, la ya dicha; y, la otra, la de saber permanentemente en qué hora vive. Después de sesudas y largas y prolijas investigaciones, el publicitario, alemán por suspuesto, llegó a fabricar el instrumento que hay más abajo. Nótese que, aunque está ubicado en un zoológico, los únicos animales que lo están observando son dos seres humanos. El resto de animales pasa tanto de la publicidad como de conocer la hora en que vive, puesto que, para vivir, no necesitan ni de la una ni de la otra.