Goldoff
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Buenas tardes,
hace varias semanas publiqué una convocatoria para que los foreros interesados pudieran apuntarse a la visita que había coordinado con Patek Philippe Iberia. A esa llamada respondieron unos pocos foreros (lo admito, menos de los que esperaba) de los que al final "se cayeron" algunos por compromisos de última hora. Así y todo conseguimos culminar la expedición, y debo decir que el resultado superó cualquier expectativa.
Treinta y tres horas porque llegamos el viernes a las diez de la mañana y despegamos de nuevo a las siete de la tarde del sábado, tiempo suficiente para una visita relajada tanto al museo como a la ciudad.
Por cierto, quien espere imágenes del propio museo va a tener que conformarse con la de la puerta (a continuación) por dos motivos: el primero es que no se permite sacar fotos dentro del museo sin un permiso especial (del que carecíamos en esta ocasión), y el segundo... pues que algún privilegio tenían que tener los asistentes ¿no?. Coñas aparte, os emplazo a un reportaje en fecha aún por definir, cuando asista al Museo con ese permiso que me han prometido.
Mientras, os diré que nos reunimos cuatro foreros y dos sufridoras esposas, que lo pasamos estupendamente y que la pena de no haber sido más se convirtió en una auténtica ventaja logística en todos los sentidos, porque seis personas caben en cualquier parte incluso sin reserva.
En la entrada al Museo poco antes de la apertura.
La visita fue de lujo: una guía hablando español (gracias, Silvia) solamente para nosotros durante dos horas, con explicaciones, anécdotas y respuestas a todas nuestras preguntas, e incluso tiempo para unas risas. Ya digo, habrá que esperar a un futuro reportaje especifico para ver imágenes del interior aunque os dejo algunas de la red:
Planta baja, con bancos de relojero y máquinas antiguas todavía en uso para reproducir piezas inencontrables.
En la segunda planta la historia de la relojería desde sus orígenes, con piezas exquisitamente escogidas y una especial dedicación a los esmaltes y trabajos suntuarios (fotos de www.chronometrie.com, www.watchpro.com y
)
La primera planta es donde uno ya está entregado por completo: la historia de Patek Philippe desde sus orígenes hasta hoy día. Es difícil elegir una foto para ilustrarlo, pero tal vez estas den una idea (fotos tomadas de www.chronometrie.com)
Y sí, esto también son Patek...
Pero nuestro plato fuerte nos esperaba en el Salón, que es como llaman a la boutique Patek en Ginebra. La más importante y una de las pocas sino la única que dispone de toda la colección.
Y cuando digo toda, quiero decir exactamente eso:
Con ustedes el maravilloso y algunas veces denostado Sky Moon tourbillon 6002. Desde luego no es un reloj para poner todos los días (aunque alguien me confesó que hay un cliente de la Casa que sí lo hace) y que no va a gustar a todo el mundo, pero no es menos cierto que hay una demanda superior a la oferta disponible -menos de diez piezas al año para todo el mundo- a pesar de su estratosférico precio: 1.100.000 €. Sí, un millón cien mil euros de vellón, y no esperes descuento. Para los curiosos: hay prevista una entrega en España.
Se ha escrito largamente sobre la estética de esta pieza en el foro de Alta Relojería y no siempre a favor... bien, para ser sinceros, cuando sale el tema estético no es precisamente para alabarlo, pero tengo que decir que no es ese el motivo que lleva a un coleccionista (ese es el nombre que se da a este tipo de cliente en Patek) a aspirar a él, ni siquiera la posible revalorización. Es más, los dueños de la marca (eso es exactamente lo que son los Stern) deciden a quién se va a vender cada pieza en función de la colección de cada aspirante. Puede sonar prepotente, pero en realidad es un privilegio adquirido después de años de buen hacer, tanto relojero como de comunicación.
Es por esto que, más allá de las opiniones sobre su estética, Patek ha querido reunir en el 6002 todas las artes decorativas aplicables a un reloj, desde el cincelado y grabado de la caja de oro blanco (a mano, por supuesto) hasta el esmaltado (en las dos modalidades, champlevé y cloisonné) de la esfera, sin olvidar la complejidad del movimiento R TO 27 QR SID LU CL: manual con 38/48 horas de reserva de marcha según el uso de la repetición de minutos, tourbillon de un minuto, calendario perpetuo con fecha retrógrada, fases de luna con su progresión angular y tiempo sideral. Te gustará más o menos (o nada) pero objetivamente es una maravilla mecánica.
Cambiando de tema (o de maravilla): a diferencia de muchos otros compañeros foreros a quienes he oído o leído "ya he llegado, este era mi grial y ya lo tengo" para después descubrir que ese grial no era más que un hito en su camino hacia la quimera, yo sí tengo uno auténtico. Y sé que es el auténtico porque nunca podré hacerme con él: lo veré, lo contemplaré con embobamiento y hasta tendré la enorme suerte de tocarlo y darle las vueltas que quiera gracias a John Vergotti, responsable de Patek Iberia (¡¡mil gracias John!!) pero en términos de dinero queda tan lejos (tan enormemente lejos) de lo que personalmente puedo destinar a un reloj que seguirá siendo un amor platónico por los siglos. El 5208 contiene lo que cualquier aficionado incluiría en sus fantasías relojeras, 701 componentes instalados en una caja de diseño espectacular y mostrado en una esfera que para mí es el máximo exponente del equilibrio:
De la mano de John pudimos escuchar -varias veces- los electrizantes sonidos de las repeticiones de minutos de ambos modelos, apreciando la diferencia entre el timbre "normal" (¿hay timbres normales?) del 5208 y uno de catedral, que es el que tiene el 6002. Mucho más vibrante, lo que hace que haya que espaciar más los golpes de los martillos para evitar que se superpongan. En cualquier caso, un verdadero privilegio. Y un placer compartir conversación con él: es un verdadero apasionado de lo que hace, y dijo sentirse afortunado de haber desarrollado su carrera profesional en el mundo de la relojería. Yo también me sentiría así si hubiera llegado a Patek Philippe después de haber estado trabajando codo con codo con Hayek Senior...
No me resisto a poner mi propia imagen de ese ático maravilloso reservado a las celebraciones de Patek:
Tanta maravilla y atenciones hicieron que tuvieran que cerrar la boutique casi media hora más tarde. Por ello mi especial agradecimiento, porque estoy seguro de que si para cualquiera que trabaje en una tienda la hora de cierre es sagrada en el caso de los suizos esto asciende a la categoría de derecho inalienable
Después de una agradable charla a siete grados de temperatura en una terraza junto al lago (de la que no hay fotos por aquello del tembleque ) cenamos en el Cafe de Paris, famoso por su salsa y por servir un único plato: entrecôte al Cafe de Paris (o sea, la salsa). Aún no son las ocho y media y lleno total. De hecho, y llegando apurados de la terraza, habíamos pensado en aplazar la reserva, pero visto lo visto decidimos quedarnos.
Aquí el making-of de la foto de Jordi y el table-shot
Esto es lo que ocurre cuando las relojerías no siguen la lamentablemente obligada costumbre de retirar la mercancia de los escaparates al cerrar: que podríamos haber salido de tour relojero nocturno...
Ahí arriba "nuestro" ático, justo debajo de la marca... no hay nadie en casa.
El sábado amaneció radiante. Y fresco, bastante fresco
El tema relojero es omnipresente.
Ginebra es una bonita ciudad. Cara, pero bonita.
con bonitas tiendas...
... y mercados callejeros.
Vamos, que tiene de todo...
También tiene un surtidor (jet d'eau) que le ha dado fama internacional. Como si la necesitara.
La taxe de sejour (o turística), tan criticada en otros lares (Barcelona, sin ir más lejos), te da aquí derecho a un pase libre para todos los transportes municipales, sean terrestres o acuáticos. Seguramente, si también lo dieran en Barcelona las críticas se acallarían... pero hablamos de Ginebra y su lago, así que tomamos unos cuantos "vaporetti" para hacer el turista junto a los locales.
Las vistas a ras de agua son como más bonitas ¿no?
A todo esto, el día se iba enfurruñando...
Hora de comer. Gracias a Carlos, que a su vez había sido iniciado por un amigo que vive en Ginebra, conocemos uno de esos sitios a los que sólo te lleva un habitante de la ciudad: el club de baño genovois, donde se da un plato del día a precios económicos en un ambiente encantador. Llegamos en transporte público, claro
Guardamos cola bajo un auténtico reloj LeCoultre...
... y nos tomamos nuestra lasaña (deliciosa) junto a una ventana con vistas...
Al salir, el tiempo ya había decidido volverse definitivamente otoñal y nos obsequió con una auténtica lluvia suiza, de esas que mojan. Bastante, por cierto
El hotel Kempinski, uno de los más lujosos de la ciudad, alberga en sus bajos una joyería-relojería (Maverick) al nivel de los que supongo serán sus clientes habituales. Desde Richard Mille a Harry Winston pasando por Romain Jerome (el de la caca de dinosaurio, el acero del Titanic o el polvo de la Luna...)
Un Cabestan con tourbillon ¿O será un Claret?
Y una marca de dudoso gusto (al menos para mí) que no quiero ni pensar a quién deben proponer...
Pero todo se acaba y lo bueno se acaba antes, así que al aeropuerto, y treinta y tres horas después de haber aterrizado despegamos de vuelta a casa. Mientras esperamos la salida descubrimos que no sólo los chinos se las piensan todas: se supone que el chocowatch une lo mejor de las tradiciones suizas.
E si non é vero...
Quiero agradecer a todos mis compañeros ¡y compañeras! de viaje el estupendo rato que he pasado junto a ellos. El tiempo transcurre muy deprisa cuando estás en buena compañía. Bego, Carlos, Jordi, Maite, Pep: tendremos que repetir.
Gracias también a Patek Philippe Iberia (John, Elena) por la impecable coordinación.
O sea que ¡¡gracias a todos!!
Y a ti por llegar hasta aquí.
Por cierto, no dejes de ver los otros reportajes que también han puesto Jordi (PIPPO) y Pep (jcreig)
.
hace varias semanas publiqué una convocatoria para que los foreros interesados pudieran apuntarse a la visita que había coordinado con Patek Philippe Iberia. A esa llamada respondieron unos pocos foreros (lo admito, menos de los que esperaba) de los que al final "se cayeron" algunos por compromisos de última hora. Así y todo conseguimos culminar la expedición, y debo decir que el resultado superó cualquier expectativa.
Treinta y tres horas porque llegamos el viernes a las diez de la mañana y despegamos de nuevo a las siete de la tarde del sábado, tiempo suficiente para una visita relajada tanto al museo como a la ciudad.
Por cierto, quien espere imágenes del propio museo va a tener que conformarse con la de la puerta (a continuación) por dos motivos: el primero es que no se permite sacar fotos dentro del museo sin un permiso especial (del que carecíamos en esta ocasión), y el segundo... pues que algún privilegio tenían que tener los asistentes ¿no?. Coñas aparte, os emplazo a un reportaje en fecha aún por definir, cuando asista al Museo con ese permiso que me han prometido.
Mientras, os diré que nos reunimos cuatro foreros y dos sufridoras esposas, que lo pasamos estupendamente y que la pena de no haber sido más se convirtió en una auténtica ventaja logística en todos los sentidos, porque seis personas caben en cualquier parte incluso sin reserva.
En la entrada al Museo poco antes de la apertura.
La visita fue de lujo: una guía hablando español (gracias, Silvia) solamente para nosotros durante dos horas, con explicaciones, anécdotas y respuestas a todas nuestras preguntas, e incluso tiempo para unas risas. Ya digo, habrá que esperar a un futuro reportaje especifico para ver imágenes del interior aunque os dejo algunas de la red:
Planta baja, con bancos de relojero y máquinas antiguas todavía en uso para reproducir piezas inencontrables.
En la segunda planta la historia de la relojería desde sus orígenes, con piezas exquisitamente escogidas y una especial dedicación a los esmaltes y trabajos suntuarios (fotos de www.chronometrie.com, www.watchpro.com y
Y sí, esto también son Patek...
Pero nuestro plato fuerte nos esperaba en el Salón, que es como llaman a la boutique Patek en Ginebra. La más importante y una de las pocas sino la única que dispone de toda la colección.
Y cuando digo toda, quiero decir exactamente eso:
Con ustedes el maravilloso y algunas veces denostado Sky Moon tourbillon 6002. Desde luego no es un reloj para poner todos los días (aunque alguien me confesó que hay un cliente de la Casa que sí lo hace) y que no va a gustar a todo el mundo, pero no es menos cierto que hay una demanda superior a la oferta disponible -menos de diez piezas al año para todo el mundo- a pesar de su estratosférico precio: 1.100.000 €. Sí, un millón cien mil euros de vellón, y no esperes descuento. Para los curiosos: hay prevista una entrega en España.
Se ha escrito largamente sobre la estética de esta pieza en el foro de Alta Relojería y no siempre a favor... bien, para ser sinceros, cuando sale el tema estético no es precisamente para alabarlo, pero tengo que decir que no es ese el motivo que lleva a un coleccionista (ese es el nombre que se da a este tipo de cliente en Patek) a aspirar a él, ni siquiera la posible revalorización. Es más, los dueños de la marca (eso es exactamente lo que son los Stern) deciden a quién se va a vender cada pieza en función de la colección de cada aspirante. Puede sonar prepotente, pero en realidad es un privilegio adquirido después de años de buen hacer, tanto relojero como de comunicación.
Es por esto que, más allá de las opiniones sobre su estética, Patek ha querido reunir en el 6002 todas las artes decorativas aplicables a un reloj, desde el cincelado y grabado de la caja de oro blanco (a mano, por supuesto) hasta el esmaltado (en las dos modalidades, champlevé y cloisonné) de la esfera, sin olvidar la complejidad del movimiento R TO 27 QR SID LU CL: manual con 38/48 horas de reserva de marcha según el uso de la repetición de minutos, tourbillon de un minuto, calendario perpetuo con fecha retrógrada, fases de luna con su progresión angular y tiempo sideral. Te gustará más o menos (o nada) pero objetivamente es una maravilla mecánica.
Cambiando de tema (o de maravilla): a diferencia de muchos otros compañeros foreros a quienes he oído o leído "ya he llegado, este era mi grial y ya lo tengo" para después descubrir que ese grial no era más que un hito en su camino hacia la quimera, yo sí tengo uno auténtico. Y sé que es el auténtico porque nunca podré hacerme con él: lo veré, lo contemplaré con embobamiento y hasta tendré la enorme suerte de tocarlo y darle las vueltas que quiera gracias a John Vergotti, responsable de Patek Iberia (¡¡mil gracias John!!) pero en términos de dinero queda tan lejos (tan enormemente lejos) de lo que personalmente puedo destinar a un reloj que seguirá siendo un amor platónico por los siglos. El 5208 contiene lo que cualquier aficionado incluiría en sus fantasías relojeras, 701 componentes instalados en una caja de diseño espectacular y mostrado en una esfera que para mí es el máximo exponente del equilibrio:
- Movimiento mecánico de cuerda automática
- Calibre R CH 27 PS QI
- Repetición de minutos, cronógrafo monopulsante y calendario perpetuo instantáneo con ventanillas
- Sonería sobre dos timbres por gatillo de arranque integrado en la caja
- Cronógrafo con contadores de 60 minutos y 12 horas
- Fases de la luna
- Día, fecha, año bisiesto e indicación día/noche por ventanillas
- Segundero pequeño
- Esfera soleada gris carbón, índices aplicados de oro
- Correa de aligátor de pastilla cuadrada, cosida a mano, negra mate
- Hebilla desplegable
- Fondo de cristal de zafiro y fondo macizo intercambiables
- Caja protegida contra la humedad y el polvo (no hermética)
- Platino
- Diámetro de la caja: 42 mm
De la mano de John pudimos escuchar -varias veces- los electrizantes sonidos de las repeticiones de minutos de ambos modelos, apreciando la diferencia entre el timbre "normal" (¿hay timbres normales?) del 5208 y uno de catedral, que es el que tiene el 6002. Mucho más vibrante, lo que hace que haya que espaciar más los golpes de los martillos para evitar que se superpongan. En cualquier caso, un verdadero privilegio. Y un placer compartir conversación con él: es un verdadero apasionado de lo que hace, y dijo sentirse afortunado de haber desarrollado su carrera profesional en el mundo de la relojería. Yo también me sentiría así si hubiera llegado a Patek Philippe después de haber estado trabajando codo con codo con Hayek Senior...
No me resisto a poner mi propia imagen de ese ático maravilloso reservado a las celebraciones de Patek:
Tanta maravilla y atenciones hicieron que tuvieran que cerrar la boutique casi media hora más tarde. Por ello mi especial agradecimiento, porque estoy seguro de que si para cualquiera que trabaje en una tienda la hora de cierre es sagrada en el caso de los suizos esto asciende a la categoría de derecho inalienable
Después de una agradable charla a siete grados de temperatura en una terraza junto al lago (de la que no hay fotos por aquello del tembleque ) cenamos en el Cafe de Paris, famoso por su salsa y por servir un único plato: entrecôte al Cafe de Paris (o sea, la salsa). Aún no son las ocho y media y lleno total. De hecho, y llegando apurados de la terraza, habíamos pensado en aplazar la reserva, pero visto lo visto decidimos quedarnos.
Aquí el making-of de la foto de Jordi y el table-shot
Esto es lo que ocurre cuando las relojerías no siguen la lamentablemente obligada costumbre de retirar la mercancia de los escaparates al cerrar: que podríamos haber salido de tour relojero nocturno...
Ahí arriba "nuestro" ático, justo debajo de la marca... no hay nadie en casa.
El sábado amaneció radiante. Y fresco, bastante fresco
El tema relojero es omnipresente.
Ginebra es una bonita ciudad. Cara, pero bonita.
con bonitas tiendas...
... y mercados callejeros.
Vamos, que tiene de todo...
También tiene un surtidor (jet d'eau) que le ha dado fama internacional. Como si la necesitara.
La taxe de sejour (o turística), tan criticada en otros lares (Barcelona, sin ir más lejos), te da aquí derecho a un pase libre para todos los transportes municipales, sean terrestres o acuáticos. Seguramente, si también lo dieran en Barcelona las críticas se acallarían... pero hablamos de Ginebra y su lago, así que tomamos unos cuantos "vaporetti" para hacer el turista junto a los locales.
Las vistas a ras de agua son como más bonitas ¿no?
A todo esto, el día se iba enfurruñando...
Hora de comer. Gracias a Carlos, que a su vez había sido iniciado por un amigo que vive en Ginebra, conocemos uno de esos sitios a los que sólo te lleva un habitante de la ciudad: el club de baño genovois, donde se da un plato del día a precios económicos en un ambiente encantador. Llegamos en transporte público, claro
Guardamos cola bajo un auténtico reloj LeCoultre...
... y nos tomamos nuestra lasaña (deliciosa) junto a una ventana con vistas...
Al salir, el tiempo ya había decidido volverse definitivamente otoñal y nos obsequió con una auténtica lluvia suiza, de esas que mojan. Bastante, por cierto
El hotel Kempinski, uno de los más lujosos de la ciudad, alberga en sus bajos una joyería-relojería (Maverick) al nivel de los que supongo serán sus clientes habituales. Desde Richard Mille a Harry Winston pasando por Romain Jerome (el de la caca de dinosaurio, el acero del Titanic o el polvo de la Luna...)
Un Cabestan con tourbillon ¿O será un Claret?
Y una marca de dudoso gusto (al menos para mí) que no quiero ni pensar a quién deben proponer...
E si non é vero...
Quiero agradecer a todos mis compañeros ¡y compañeras! de viaje el estupendo rato que he pasado junto a ellos. El tiempo transcurre muy deprisa cuando estás en buena compañía. Bego, Carlos, Jordi, Maite, Pep: tendremos que repetir.
Gracias también a Patek Philippe Iberia (John, Elena) por la impecable coordinación.
O sea que ¡¡gracias a todos!!
Y a ti por llegar hasta aquí.
Por cierto, no dejes de ver los otros reportajes que también han puesto Jordi (PIPPO) y Pep (jcreig)
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