Montxo Grau
Milpostista
Sin verificar
En diferentes ocasiones se ha hablado, expuesto o comentado en el foro perspectivas de El Bulli y sus circunstancias, incluso en alguna ocasión dando relieve a los enfoques de un opinador gaditano que, enmascarado en una supuesta capacidad irónica, lo único que demostraba era su impertérrita estupidez ante aquello que jamás podrá ni tan solo atisbar.
A lo largo de las últimas semanas cada sábado, en “LA 2” han tenido el acierto de emitir nuevamente toda la saga documental que se realizó ( varios capítulos ) de una retrospectiva integral – e integrada - del restaurante de Cala Montjoi. Sin duda, la más poliédrica tarjeta de presentación de algo que va más allá de un restaurante o de las cuestiones gastronómicas.
Una de las mayores evidencias que se trasladan, se corroboran y se constatan una y otra vez en todas las secuencias de este imprescindible reportaje es el absoluto desconocimiento – o mejor dicho, reconocida ignorancia camuflada en doctos postulados críticos - de muuuuuuuuchos aparentes y confesos defensores del yantar y mejor comer que durante tanto tiempo sólo han mostrado una displicente condescendencia a un “intruso”.
Porque si uno se ocupa en descubrir la trayectoria completa de ese invento mágico no puede, si es alguien capaz de apreciar el compromiso y la coherencia, más que rendir un cálido tributo a alquien que ha ido ( y lo que le queda ) mucho más allá de todo.
Resulta, por ello, enervante quienes estigmatizan a lo que dan por llamar “cocina tecnoemocional” de fría y alejada de todo substrato casi ancestral, porque Ferran Adrià categoricamente ha basado su labor en la esencia misma de la cocina de siempre.
Eso sí : lo ha hecho como nadie. Y nadie lo pone en duda ( porque los mediocres no tienen base mental para ni tan solo intentarlo ).
Podrá recibir categorizaciones diversas, y me ha parecido muy elogioso el comentario que alguien en el último capítulo de hoy ha expuesto, remarcando el carácter de “curioso impenitente” innato en el creador de l´Hospitalet.
Se ha atrevido a reinventar lo más común y, muy primordialmente, ha creado nuevos retos sin dejar que todo fuese un descubrimiento casi lúdico.
Él es el primero que defiende el excelso placer de un simple huevo frito o una sardinas a la brasa, así que sólo unos bocazas podrán otorgarle una presunción o arrogancia que no forma parte de su mundo.
Y, asimismo, es el único que ha proyectado una dimensión totalmente desbordante ( con un enorme respeto a lo precedente ) en un ámbito que conjuga la poética del placer con las emociones más inexplicables.
Y no hace falta probar ni una sola de sus elaboraciones.
Porque hacerlo debe ser la requeterehostia.
Los esfuerzos que a partir de esta nueva etapa vayan enfocados tanto en el plano académico ( Universidad ), logístico/inventivo ( Fundación Alicia ) como en cualquiera que desarrolle van a estar orientados, sin duda alguna, a fortalecer aún más el énfasis siempre presente en Ferran Adrià por prestigiar y avalar una profesión y una labor que ya hace tiempo lo considera su mayor valedor.
Ahora, el “secreto” mejor guardado será conocer qué extraño don permitía a algunos afortunados ser asiduos reiterativos de un mundo al que, como también exponía el documental, era más difícil acceder que al mismo cielo…
Pero ya sabemos que eso debe ser como lo del Mayo del 68, que todo menda dice haber estado allí incluso naciendo años después…
Montxo
A lo largo de las últimas semanas cada sábado, en “LA 2” han tenido el acierto de emitir nuevamente toda la saga documental que se realizó ( varios capítulos ) de una retrospectiva integral – e integrada - del restaurante de Cala Montjoi. Sin duda, la más poliédrica tarjeta de presentación de algo que va más allá de un restaurante o de las cuestiones gastronómicas.
Una de las mayores evidencias que se trasladan, se corroboran y se constatan una y otra vez en todas las secuencias de este imprescindible reportaje es el absoluto desconocimiento – o mejor dicho, reconocida ignorancia camuflada en doctos postulados críticos - de muuuuuuuuchos aparentes y confesos defensores del yantar y mejor comer que durante tanto tiempo sólo han mostrado una displicente condescendencia a un “intruso”.
Porque si uno se ocupa en descubrir la trayectoria completa de ese invento mágico no puede, si es alguien capaz de apreciar el compromiso y la coherencia, más que rendir un cálido tributo a alquien que ha ido ( y lo que le queda ) mucho más allá de todo.
Resulta, por ello, enervante quienes estigmatizan a lo que dan por llamar “cocina tecnoemocional” de fría y alejada de todo substrato casi ancestral, porque Ferran Adrià categoricamente ha basado su labor en la esencia misma de la cocina de siempre.
Eso sí : lo ha hecho como nadie. Y nadie lo pone en duda ( porque los mediocres no tienen base mental para ni tan solo intentarlo ).
Podrá recibir categorizaciones diversas, y me ha parecido muy elogioso el comentario que alguien en el último capítulo de hoy ha expuesto, remarcando el carácter de “curioso impenitente” innato en el creador de l´Hospitalet.
Se ha atrevido a reinventar lo más común y, muy primordialmente, ha creado nuevos retos sin dejar que todo fuese un descubrimiento casi lúdico.
Él es el primero que defiende el excelso placer de un simple huevo frito o una sardinas a la brasa, así que sólo unos bocazas podrán otorgarle una presunción o arrogancia que no forma parte de su mundo.
Y, asimismo, es el único que ha proyectado una dimensión totalmente desbordante ( con un enorme respeto a lo precedente ) en un ámbito que conjuga la poética del placer con las emociones más inexplicables.
Y no hace falta probar ni una sola de sus elaboraciones.
Porque hacerlo debe ser la requeterehostia.
Los esfuerzos que a partir de esta nueva etapa vayan enfocados tanto en el plano académico ( Universidad ), logístico/inventivo ( Fundación Alicia ) como en cualquiera que desarrolle van a estar orientados, sin duda alguna, a fortalecer aún más el énfasis siempre presente en Ferran Adrià por prestigiar y avalar una profesión y una labor que ya hace tiempo lo considera su mayor valedor.
Ahora, el “secreto” mejor guardado será conocer qué extraño don permitía a algunos afortunados ser asiduos reiterativos de un mundo al que, como también exponía el documental, era más difícil acceder que al mismo cielo…
Pero ya sabemos que eso debe ser como lo del Mayo del 68, que todo menda dice haber estado allí incluso naciendo años después…
Montxo
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