Osinar
Forer@ Senior
Sin verificar
Pero no porque sean feísimas -que bonitas no son-, ni por agrestes, ni por ingratas. No. Bestias porque su comportamiento es el del Mulo De Carga: todo lo aguantan, todo se lo echan al costado, cualquier cuita les vale... Unas bestias, bestias pardas.
Además son de campo. Bueno, no dElCampo, sino deAlcampo. Si. En serio.
Hace tres añillos, en ese gabacho híper, huyendo de la aburridisima compra que estaba cometiendo Mi Dueña (porque Ella no hace compras: las perpetra), dieron mis carnes en la sección de Papelería. A mirar. Coño, plumas. Un montón. De colores, rellenables, irrellenables, grandes, chicas... qué curioso. En sus blisters, algunas en juego con boli hermanito... Me encantó. Pues me llevo una.
La verde, esa verde de ahí. Mi primera bestia. Punto gordote. Le cabe el cartucho largo. Incombustible. Nunca yerra. Fríos, calores, caídas, niñas, hasta una sesión de lavadora cuando la asistenta nueva ejerció de nueva.
Luego llegaron otras bestias. Una naranja, que me expolió un buen cuñado. Otras más que he dado en pupilaje. Y esa otra gris que los Reyes Magos de mis impecunes hijas posaron en mi zapato hace 24 noches, con otra hermanita negra negrísima que sigue virgen.
Casi siempre viaja la verde en mi americana, y casi siempre acompañada de otra colega distinta. Sé siempre que no me dejará en la estacada. Fiables. Serenas. Fluidas. Suaves. Enterizas. Recias. Bestias.
Me encantan estas bestias. Me encanta que llevan el logotipo de Alcampo -ahí os lo muestro-, igualito que la sal o el papel higiénico o el MisterProper. Me gusta que escribir con pluma no se identifique siempre y neciamente con dinero, posición. Porque el buen gusto y la cultura, la sofisticación y el placer casual... no dependen de la socioeconomía de quien sea, sino de su interior: de la capacidad para delectar las pequeñeces de la vida, del grado de respeto que cada uno es capaz de sentir por uno mismo.
Las bestias.
Además son de campo. Bueno, no dElCampo, sino deAlcampo. Si. En serio.
Hace tres añillos, en ese gabacho híper, huyendo de la aburridisima compra que estaba cometiendo Mi Dueña (porque Ella no hace compras: las perpetra), dieron mis carnes en la sección de Papelería. A mirar. Coño, plumas. Un montón. De colores, rellenables, irrellenables, grandes, chicas... qué curioso. En sus blisters, algunas en juego con boli hermanito... Me encantó. Pues me llevo una.
La verde, esa verde de ahí. Mi primera bestia. Punto gordote. Le cabe el cartucho largo. Incombustible. Nunca yerra. Fríos, calores, caídas, niñas, hasta una sesión de lavadora cuando la asistenta nueva ejerció de nueva.
Luego llegaron otras bestias. Una naranja, que me expolió un buen cuñado. Otras más que he dado en pupilaje. Y esa otra gris que los Reyes Magos de mis impecunes hijas posaron en mi zapato hace 24 noches, con otra hermanita negra negrísima que sigue virgen.
Casi siempre viaja la verde en mi americana, y casi siempre acompañada de otra colega distinta. Sé siempre que no me dejará en la estacada. Fiables. Serenas. Fluidas. Suaves. Enterizas. Recias. Bestias.
Me encantan estas bestias. Me encanta que llevan el logotipo de Alcampo -ahí os lo muestro-, igualito que la sal o el papel higiénico o el MisterProper. Me gusta que escribir con pluma no se identifique siempre y neciamente con dinero, posición. Porque el buen gusto y la cultura, la sofisticación y el placer casual... no dependen de la socioeconomía de quien sea, sino de su interior: de la capacidad para delectar las pequeñeces de la vida, del grado de respeto que cada uno es capaz de sentir por uno mismo.
Las bestias.
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