DeividTT
Forer@ Senior
Sin verificar
Buenas noches a tod@s,
retomo un tema que publiqué hace un tiempo sobre un regalo que me hizo mi padre, entre las diferentes estilográficas que he ido recibiendo y adquiriendo, sin lugar a dudas la que más ilusión me hizo fue una Sheaffer Crest 1750 Vacuum Fill con plumín Triumph que mi abuelo se trajo en los años 50 de USA, cuando estuvo dando allí clases de Organización Industrial a los militares americanos. Además de ser especial por haber sido su pluma de uso habitual también lo era porque esta estaba graba con sus iniciales, algo bastante común en las Sheaffer de la época. Podéis ver el link con la historia de esta estilográfica en este link: Emocionante regalo aunque lamentablemente se han perdido las fotos que subí con el estado en el que se encontraba en ese momento.
Estuve indagando mucho sobre la viabilidad de repararla yo mismo localizando los recambios, pero no me veía con conocimientos suficientes de su sistema de montaje por lo que al final desistí de hacerlo y al final dejé la Sheaffer en un PenShow al reconocido Joseph, pero finalmente después de un año y medio me la devolvió sin poder darle solución. Me dio una pena tremenda porque mis esperanzas de verla de nuevo funcionar se habían reducido a prácticamente cero. Seguí investigando y vi que también se hablaba bastante bien de una empresa llamada T&T y que además por suerte para mi estaba en Madrid, como no perdía nada me decidí a ir. Al entrar en T&T no sólo traspasé la puerta de entrada, traspasé a un mundo donde la artesanía y el amor por las estilográficas se respiraba densamente, un mundo en el que independientemente donde uno posara la mirada veía un atrayente caos perfectamente organizado, con cabida para todo tipo de estuches, cajas y cajones que contenían pequeñas piezas de un valor imposible de cuantificar en una divisa. De algún modo uno sentía haberse trasladado en el tiempo a una época alejada de la tecnología digital, de las redes sociales o incluso del mundanal ruido de Madrid y para que negarlo, era relajarte, reconfortante, casi adictivo. Entre estanterías de metal repletas hasta los techos y mesas cubiertas de plumines, cuerpos, útiles y manchas de tinta entregué mi Sheaffer, la Sheaffer de mi abuelo, a unas manos en las que depositaba las pocas esperanzas que me quedaban. Eso sí, no sin antes detenerme entre las vitrinas de la entrada, recreándome con lo que allí había y finalmente saliendo de aquel anacrónico espacio con una Sheaffer 330 que me ha acompañado día a día y con una bonita Rotring Newton.
Al cabo de tres meses, que se me pasaron volando pues dejé mi cabeza en un modo sin prisa alguna con este tema, recibí estando fuera de España la llamada de una voz familiar, era Toni de T&T. Ya me estaba preparando para lo peor, cuando al otro lado de la línea oí un -ya puedes pasarte a por la Sheaffer de tu abuelo que ya está reparada...- ¡no me lo podía creer, lo habían logrado! Lo que me parecía casi imposible se había hecho realidad, no veía el momento de poder ir a recogerla. Hoy he podido acercarme a por ella, otra vez allí, ante esa pequeña puerta que nos da paso a un mundo diferente, la luz, la distribución, el olor... de nuevo esa calma y paz han vuelto a recorrer mi cuerpo, ¿qué tendrá ese lugar? Me ha recibido Toni y después Teo se ha acercado a la mesa de la entrada con esa pequeña caja de cartón en la que se la dejé. Pero esta vez al abrirla lo que esperaba era diferente, en lugar de una Sheaffer Crest 1750 Triumph apagada y marchita ha sacado una preciosa Sheaffer que, aún con los entrañables signos del uso que mi abuelo le dio, emanaba vida. La ha cargado y cuando he visto como brotaba un rastro de una constante tinta azul no os podéis ni imaginar la emoción que he sentido, me ha venido a la mente mi abuelo y por un momento he sentido que ese fino trazo de tinta tenía algo o mucho de él. Al cogerla y acariciar el papel se ha cerrado un círculo que ha durado muchos años y que comenzó en el momento en el que mi padre rescató del olvido la estilográfica de mi abuelo y me la entregó sabiendo la ilusión que me iba a hacer, incluso siendo un inservible objeto de recuerdo. Hoy gracias a Toni y a Teo ese entrañable objeto vuelve a vivir y con él un poquito más del recuerdo de mi abuelo.
Gracias a tod@s por este tostón que os he soltado y por haber llegado hasta aquí en mi ñoña historia. Ahora os dejo unas malas fotos sacadas esta noche con escasa luz. Espero un día poder hacer justicia de esta belleza con unas fotos sacadas con mejor iluminación.
Por cierto, disculpad mi horrible letra, como dice mi mujer: de médico...
retomo un tema que publiqué hace un tiempo sobre un regalo que me hizo mi padre, entre las diferentes estilográficas que he ido recibiendo y adquiriendo, sin lugar a dudas la que más ilusión me hizo fue una Sheaffer Crest 1750 Vacuum Fill con plumín Triumph que mi abuelo se trajo en los años 50 de USA, cuando estuvo dando allí clases de Organización Industrial a los militares americanos. Además de ser especial por haber sido su pluma de uso habitual también lo era porque esta estaba graba con sus iniciales, algo bastante común en las Sheaffer de la época. Podéis ver el link con la historia de esta estilográfica en este link: Emocionante regalo aunque lamentablemente se han perdido las fotos que subí con el estado en el que se encontraba en ese momento.
Estuve indagando mucho sobre la viabilidad de repararla yo mismo localizando los recambios, pero no me veía con conocimientos suficientes de su sistema de montaje por lo que al final desistí de hacerlo y al final dejé la Sheaffer en un PenShow al reconocido Joseph, pero finalmente después de un año y medio me la devolvió sin poder darle solución. Me dio una pena tremenda porque mis esperanzas de verla de nuevo funcionar se habían reducido a prácticamente cero. Seguí investigando y vi que también se hablaba bastante bien de una empresa llamada T&T y que además por suerte para mi estaba en Madrid, como no perdía nada me decidí a ir. Al entrar en T&T no sólo traspasé la puerta de entrada, traspasé a un mundo donde la artesanía y el amor por las estilográficas se respiraba densamente, un mundo en el que independientemente donde uno posara la mirada veía un atrayente caos perfectamente organizado, con cabida para todo tipo de estuches, cajas y cajones que contenían pequeñas piezas de un valor imposible de cuantificar en una divisa. De algún modo uno sentía haberse trasladado en el tiempo a una época alejada de la tecnología digital, de las redes sociales o incluso del mundanal ruido de Madrid y para que negarlo, era relajarte, reconfortante, casi adictivo. Entre estanterías de metal repletas hasta los techos y mesas cubiertas de plumines, cuerpos, útiles y manchas de tinta entregué mi Sheaffer, la Sheaffer de mi abuelo, a unas manos en las que depositaba las pocas esperanzas que me quedaban. Eso sí, no sin antes detenerme entre las vitrinas de la entrada, recreándome con lo que allí había y finalmente saliendo de aquel anacrónico espacio con una Sheaffer 330 que me ha acompañado día a día y con una bonita Rotring Newton.
Al cabo de tres meses, que se me pasaron volando pues dejé mi cabeza en un modo sin prisa alguna con este tema, recibí estando fuera de España la llamada de una voz familiar, era Toni de T&T. Ya me estaba preparando para lo peor, cuando al otro lado de la línea oí un -ya puedes pasarte a por la Sheaffer de tu abuelo que ya está reparada...- ¡no me lo podía creer, lo habían logrado! Lo que me parecía casi imposible se había hecho realidad, no veía el momento de poder ir a recogerla. Hoy he podido acercarme a por ella, otra vez allí, ante esa pequeña puerta que nos da paso a un mundo diferente, la luz, la distribución, el olor... de nuevo esa calma y paz han vuelto a recorrer mi cuerpo, ¿qué tendrá ese lugar? Me ha recibido Toni y después Teo se ha acercado a la mesa de la entrada con esa pequeña caja de cartón en la que se la dejé. Pero esta vez al abrirla lo que esperaba era diferente, en lugar de una Sheaffer Crest 1750 Triumph apagada y marchita ha sacado una preciosa Sheaffer que, aún con los entrañables signos del uso que mi abuelo le dio, emanaba vida. La ha cargado y cuando he visto como brotaba un rastro de una constante tinta azul no os podéis ni imaginar la emoción que he sentido, me ha venido a la mente mi abuelo y por un momento he sentido que ese fino trazo de tinta tenía algo o mucho de él. Al cogerla y acariciar el papel se ha cerrado un círculo que ha durado muchos años y que comenzó en el momento en el que mi padre rescató del olvido la estilográfica de mi abuelo y me la entregó sabiendo la ilusión que me iba a hacer, incluso siendo un inservible objeto de recuerdo. Hoy gracias a Toni y a Teo ese entrañable objeto vuelve a vivir y con él un poquito más del recuerdo de mi abuelo.
Gracias a tod@s por este tostón que os he soltado y por haber llegado hasta aquí en mi ñoña historia. Ahora os dejo unas malas fotos sacadas esta noche con escasa luz. Espero un día poder hacer justicia de esta belleza con unas fotos sacadas con mejor iluminación.
Por cierto, disculpad mi horrible letra, como dice mi mujer: de médico...