A
AMVA
Novat@
Sin verificar
Sería 1975 o 1976. Recuerdo vagamente haber estado jugando con unas plumas "raras" muy brillantes que encontré en algún rincón de mi casa. Una de ellas era muy colorida, como mis canicas de cristal, entre naranja y café. La otra tenia un punto blanco en el clip que a mi me pareció intrigante. Hoy, cuarenta años después, estoy casi seguro que la primera era una Esterbrook en color cobre y la segunda una Sheaffer; pero no sabría decir más; pues en aquel entonces las deja, casi las aventé, decepcionado -e inservibles- por no haber podido lograr, por más que presioné e intente, que escribieran como mis crayones de colores. He de decir que en aquel lejano día yo tenia unos cinco años... y ya se me daba bastante bien lo inquieto... y lo "trasculcón".
El coraje y la desilusión que seguramente provoqué en mi padre a mi no me llegó en forma alguna. No hubo regaños ni llamadas de atención de su parte. Solamente recuerdo que, algunos días después, durante una reunión social mis papás con unos tíos, mi mamá le contaba a mi tía como el cabroncillo de su diablillo había hecho trizas los plumines de las estilográficas de su marido. Y ya. Eso fue todo y ese fue el primer contacto que tuve con las estilográficas.
A pesar de lo anterior, y de otras desgracias similares, pues somos cinco hermanos y estoy seguro que cada uno de los otros cuatro se cargó al menos una pluma, mi papá nunca desistió de seguir utilizando ese tipo de instrumentos de escritura. A través de los años le vi, de forma un tanto intermitente, varias Sheaffer, Cross, Esterbrook y alguna otra. Ninguna de las cuales, por cierto, llegó a estos días, ni funcional ni disfuncional: todas, pero todas, se perdieron en su totalidad total y es que, además de ser cinco enanetes rondando en la casa, mi papá en sí era bastante descuidado y algunas el mismo las perdió.
Así las cosas, entre las estilográficas y yo siempre hubo contacto un tanto frecuente, al menos visual desde mi más temprana niñez y durante toda mi juventud e inicio de mi edad adulta. Recuerdo, incluso, que cuando yo estaba en sexto año de instrucción primaria mi papá me regalo un juego Sheaffer en color burgundy. Pluma, bolígrafo y lapicera. Hoy se que el modelo era un imperial por la forma de las plumas. Pues bueno, ese juego de plumas me duraría a lo sumo tres meses... y lo perdí. Tampoco llegó a estos tiempos. Pero es que yo, ante todo, crecí en la época en la que el bolígrafo desechable desplazó a la estilográfica recargable. Quizás esa "desechabilidad" a la que me acostumbré permeó mi forma de ser con todos los instrumentos de escritura, incluyendo a las estilográficas de buen ver. Pero, cuando al final entré de forma seria a este mundo, ya a mis 28 años, no me eran tan desconocidas las plumas y no las veía como una rareza.
Fue, como les decía, a los 28 que compré mi primera pluma. Una Montblanc negra 144 que me salió con un plumín maravillosamente suave y jugoso. Una suavidad y una nitidez impresionantes. Mi mano supo de inmediato la pequeña joya que había caído en su dominio para su entero goce. La usé muy contento durante unos seis u ocho meses hasta que, en una noche de tintos con mi padre, y quizás movido por la nostalgia del recuerdo de las tantas plumas que él llegó a tener y que con la ayuda mía y de mis hermanos no logró conservar, se la regalé (y al día siguiente me arrepentí, pero me aguanté....como dicen acá en México, "como los meros machos"....y dejé las cosas seguir por el cauce que, al influjo de la nostalgia y el alcohol, yo mismo les había dado. Eso fue en 1998 y, oh sorpresa, la pluma arraigó en mi padre y hace apenas unos dos meses, me la regresó muy conservada a pesar del extenso uso que le dio, con la única diferencia que yo se la di casi nueva, intacta, y el cometió el sacrilegio (a lo mejor no lo es) de grabarle su nombre y apellido al clip de la pluma; pero como nos llamamos igual, no me causa mayor problema. Me la regresó diciendo "esta pluma ya debe regresar contigo, pues ahora tienes una colección y esta pluma seguro tiene su lugar aqui, en esa colección". Intenté hacerlo cambiar de opinión y hacerle conservar la pluma; sin éxito... Pero eso si, el muy.... se llevó para su lado una Philleas y dos Esterbrook muy bien conservadas y restauradas por mi, una de ellas tipo Icicle en color Esmeralda, que sin decir "agua va" se permitió escoger de mi colección al momento que ponía la 144 en ella, con el argumento de que "esta 144 vale el triple que cualquiera de las que he tomado...." Será? Yo lo dudo... esa Icicle...donde la consigo? Una 144 todavía se puede conseguir "donde sea". Pero una Icicle esmeralda que "raye" excelente y no tenga mellas? Donde? eBay? Siempre está el riesgo de comprar gato por liebre en esos lugares.... en fin.... privilegios de ser el padre.
Continuará...
El coraje y la desilusión que seguramente provoqué en mi padre a mi no me llegó en forma alguna. No hubo regaños ni llamadas de atención de su parte. Solamente recuerdo que, algunos días después, durante una reunión social mis papás con unos tíos, mi mamá le contaba a mi tía como el cabroncillo de su diablillo había hecho trizas los plumines de las estilográficas de su marido. Y ya. Eso fue todo y ese fue el primer contacto que tuve con las estilográficas.
A pesar de lo anterior, y de otras desgracias similares, pues somos cinco hermanos y estoy seguro que cada uno de los otros cuatro se cargó al menos una pluma, mi papá nunca desistió de seguir utilizando ese tipo de instrumentos de escritura. A través de los años le vi, de forma un tanto intermitente, varias Sheaffer, Cross, Esterbrook y alguna otra. Ninguna de las cuales, por cierto, llegó a estos días, ni funcional ni disfuncional: todas, pero todas, se perdieron en su totalidad total y es que, además de ser cinco enanetes rondando en la casa, mi papá en sí era bastante descuidado y algunas el mismo las perdió.
Así las cosas, entre las estilográficas y yo siempre hubo contacto un tanto frecuente, al menos visual desde mi más temprana niñez y durante toda mi juventud e inicio de mi edad adulta. Recuerdo, incluso, que cuando yo estaba en sexto año de instrucción primaria mi papá me regalo un juego Sheaffer en color burgundy. Pluma, bolígrafo y lapicera. Hoy se que el modelo era un imperial por la forma de las plumas. Pues bueno, ese juego de plumas me duraría a lo sumo tres meses... y lo perdí. Tampoco llegó a estos tiempos. Pero es que yo, ante todo, crecí en la época en la que el bolígrafo desechable desplazó a la estilográfica recargable. Quizás esa "desechabilidad" a la que me acostumbré permeó mi forma de ser con todos los instrumentos de escritura, incluyendo a las estilográficas de buen ver. Pero, cuando al final entré de forma seria a este mundo, ya a mis 28 años, no me eran tan desconocidas las plumas y no las veía como una rareza.
Fue, como les decía, a los 28 que compré mi primera pluma. Una Montblanc negra 144 que me salió con un plumín maravillosamente suave y jugoso. Una suavidad y una nitidez impresionantes. Mi mano supo de inmediato la pequeña joya que había caído en su dominio para su entero goce. La usé muy contento durante unos seis u ocho meses hasta que, en una noche de tintos con mi padre, y quizás movido por la nostalgia del recuerdo de las tantas plumas que él llegó a tener y que con la ayuda mía y de mis hermanos no logró conservar, se la regalé (y al día siguiente me arrepentí, pero me aguanté....como dicen acá en México, "como los meros machos"....y dejé las cosas seguir por el cauce que, al influjo de la nostalgia y el alcohol, yo mismo les había dado. Eso fue en 1998 y, oh sorpresa, la pluma arraigó en mi padre y hace apenas unos dos meses, me la regresó muy conservada a pesar del extenso uso que le dio, con la única diferencia que yo se la di casi nueva, intacta, y el cometió el sacrilegio (a lo mejor no lo es) de grabarle su nombre y apellido al clip de la pluma; pero como nos llamamos igual, no me causa mayor problema. Me la regresó diciendo "esta pluma ya debe regresar contigo, pues ahora tienes una colección y esta pluma seguro tiene su lugar aqui, en esa colección". Intenté hacerlo cambiar de opinión y hacerle conservar la pluma; sin éxito... Pero eso si, el muy.... se llevó para su lado una Philleas y dos Esterbrook muy bien conservadas y restauradas por mi, una de ellas tipo Icicle en color Esmeralda, que sin decir "agua va" se permitió escoger de mi colección al momento que ponía la 144 en ella, con el argumento de que "esta 144 vale el triple que cualquiera de las que he tomado...." Será? Yo lo dudo... esa Icicle...donde la consigo? Una 144 todavía se puede conseguir "donde sea". Pero una Icicle esmeralda que "raye" excelente y no tenga mellas? Donde? eBay? Siempre está el riesgo de comprar gato por liebre en esos lugares.... en fin.... privilegios de ser el padre.
Continuará...
Todo sea por la colección... 